jueves, diciembre 31, 2009

2009: un año de cine

Ha sido este 2009 que se acaba un año curioso. Entre lo mejor que ha llegado a España está buena parte de lo que Hollywood ya juzgó el año pasado, cosas de las distribuciones tardías. La fantasía y la ciencia ficción han ofrecido mucho y bueno. Y algunos de los nombres más clásicos que han llegado este año han sido para mí decepciones, aunque para casi todo el mundo no. Un año curioso. Un año de cine. Otro más. Uno muy bueno.

· La película del año: El desafío: Frost contra Nixon
Será por el tema, a medio camino entre la política y el periodismo. Será por sus interpretaciones, sobre todo la de sus dos colosales protagonistas, Frank Langella y Michael Sheen, que viven un prodigioso duelo en pantalla. Será porque aunque está ubicada unas décadas atrás me parece una película de lo más actual. Será porque Ron Howard, a pesar de ser mortalmente aburrido cuando quiere, encierra algo de la genialidad que en los años 80 ya nos dejó ver en su fantasía. Será por los pequeños detalles, por la sutileza de un guión maravilloso. Será por la formidable manera de adaptar una obra de teatro a la gran pantalla. Será por todo eso y por mucho más, pero El desafío: Frost contra Nixon me parece la mejor película del año. Por mucho que la Academia de Hollywood no se lo quisiera reconocer.

· Lo más destacado
Empieza a parecer imposible que Clint Eastwood no se cuele todos los años en este apartado. Gran Torino es de lo mejor que ha hecho en los últimos años, y eso es mucho decir. Si encima cumple su promesa y ésta es la última vez que aparecerá delante de la pantalla, esta película sólo puede crecer con el paso de los años. Una conmovedora historia humana, magníficamente dirigida, muy bien interpretada, prodigiosamente escrita. Un puñetazo en el estómago, otro más de Eastwood, que nos explica lo cerca de nuestras casas que tenemos la tragedia, lo importante de tener objetivos claros en la vida, la soledad en la que puede vivir el hombre y la influencia que tienen los demás sobre nuestras existencias.

Las dos grandes perdedoras de los Oscar son para mí, paradojas de la vida, dos de las grandes películas del año. El emotivo relato de El curioso caso de Benjamín Button es el mejor síntoma de madurez de un director, David Fincher, que corría peligro de encasillarse en un género, el thriller que ya ha revolucionado dos veces (Seven y Zodiac), y que sale de ahí con brillantez. La duda es un prodigio de diálogos y de actores. Es una película intachable. A ver si va a ser por eso que no a todo el mundo le ha gustado tanto.

Pixar también se cuela en este apartado con facilidad. Up cuenta con los primeros quince minutos más hermosos y de categoría que ha tenido nunca una película de animación. Luego baja, pero poco. Es una aventura tan emotiva como divertida. Es magia. Revolutionary Road tiene magia, pero de otro espectro. Es dura como ella sola. Pero cómo engancha (he leído que el libro engancha aún más). Y La sombra del poder es uno de esos relatos de corte clásico, de intrigas políticas y manejos periodísticos, que tanto gusta ver en cualquier época. Ahora se hacen poco y por eso se disfrutan más. Y si el protagonista es Russell Crowe la cosa mejora una barbaridad.

· Sorpresas positivas
La fantasía y la ciencia ficción prácticamente copan las grandes sorpresas de 2009. Y dos títulos destacan por encima de los demás: District 9 y Moon. Ambas comparten un presupuesto escaso y una imaginación por encima de lo normal. Ambas trascienden la historia de ciencia ficción para contarnos una hermosa historia, de integración y discriminación en el primer caso y de exploración de la esencia del ser humano en la segunda. Ambas son imprescindibles, a pesar de que por ser lo que son no han llegado a diversos sectores de público. Yo me veo en la obligación de pedir una oportunidad para ambas. Y con la mente abierta, que es como mejor se disfruta el cine.

Dos de las superproducciones del verano tenían muchas papeletas para ser fiascos. Por un lado, G.I. Joe lo tenía todo para ser una hermana menor de la infumable Transformers. Pero resulta que, contra todo pronóstico, el infame responsable de La momia y sus secuelas monta un espectáculo muy entretenido. Y Star Trek vivió en el alambre desde que su responsable, J.J. Abrams confesó que no tenía ni idea sobre este universo y que pretendía acercarlo a Star Wars. Tiembla el fan. Y resulta que Star Trek es, para mí, la película del verano, un sincero, entretenido y maravilloso espectáculo para todos los sentidos que hace soñar con más secuelas, un digno homenaje a una saga más desconocida de lo que parece pero al mismo tiempo imprescindible.

Sorpresa, lo que se dice sorpresa, es Celda 211. Da gusto ver, por fin, un thriller fuerte, valiente, bien escrito, magníficamente interpretado y mejor rodado. Y que sea español, un cine que sigue sin atraerme en su conjunto pero que de vez en cuando deja joyas como ésta. El personaje de Luis Tosar, Malamadre, ya forma parte del imaginario colectivo del cine moderno de nuestro país. Déjame entrar es una sorpresa, para mí no tan positiva como para quienes cree que está entre las mejores películas del año, pero es sorpresa al fin y al cabo.

Infectados tiene pinta de bodrio y es interesante. No es La niebla aunque lo intenta, pero es interesante. Los mundos de Coraline se aprovecha de tener a un narrador genial y mágico como Neil Gaiman para ofrecer un cuento precioso, pero algo más adulto de lo que mucha gente cree. Señales del futuro tiene agujeros tremendos (y a Nicolas Cage), pero Alex Proyas suele ofrecer espectáculos entretenidos. Éste, aunque no lo viera casi nadie, lo es. Y en el cine más serio, sorprende El lector. Parece la clásica película densa, aburrida y pretenciosa y en realidad es una preciosa historia de amor y de dignidad humana. ¿O es de desamor e indignidad humana?

· Me gustaron... como esperaba
Es difícil que Alejandro Amenábar me decepcione. Ágora no me parece su mejor película, pero siempre le encuentro puntos de interés. Rueda demasiado bien como para no hacerlo. Sí, el guión tiene lagunas, pero llega a los clímax, los dos que tiene, con un vigor impresionante. Sí, algunos personajes llegan a ser inexplicables, pero el concepto de cine espectáculo de este director español llena bien los huecos. A mí siempre me gusta que un director español ruede películas sin ponerse límites. Sin llorar por la piratería y sin mendigar por la subvención. Y si lo hace bien, por muchos errores que tenga, mi simpatía la tiene ganada. Ágora la tiene.

El regreso de Sam Raimi al terror demoníaco fue lo que se esperaba. Y si se ve Arrástrame al infierno con esos ojos, se disfruta mucho. No es Posesión infernal, pero se disfruta. Adaptar Watchmen tenía mil y un peligros. Zack Snyder sortea algunos y cae en otros, pero hace un trabajo decente. A veces notable. Merece la pena, aún sabiendo que el montaje extendido en DVD será sin duda mejor. Valkiria no revoluciona el cine ambientado en la Segunda Guerra Mundial. Pero, y a pesar de las ganas que demasiada gente le tiene a Tom Cruise, Bryan Singer es un director apañado que hace películas sensatas, coherentes y entretenidas. Enemigos públicos no es lo mejor de Michael Mann, pero sí un notable regreso tras la aburrida Corrupción en Miami Y, sí, Avatar me gustó como esperaba. Para lo bueno y para lo malo. Los detalles, en la próxima entrada.

· Enormes decepciones
Decepciona aquello en lo que se ponen muchas expectativas, aquello que piensas que puede contener calidad suficiente como para que ofrezca una gran película. O al menos una entretenida. Mi nombre es Harvey Milk fue la mayor de todas. Una biografía de un tipo interesante, una película que ahonda en la historia más humana y política, un actor protagonista de lujo secundado por magníficos intérpretes, y un director de cierto prestigio. Carta ganadora, ¿no? No. Mi nombre es Harvey Milk es aburrida y pretenciosa. Irreal en muchas escenas. Pero Sean Penn es un monstruo, ese sí que no decepciona.

Para mí, decepción, para otros título imprescindible. Slumdog millonaire fue sin duda una decepción. Sin duda. Película simpatiquilla y poco más. Ni encuentro la genialidad, ni veo nada del otro mundo en el guión (con un final que me resulta torpe e inverosímil), ni en los actores, ni en la música, ni en la puesta en escena de Danny Boyle. ¿Soy el único que considera absolutamente incoherente con el tono y el objetivo de la película ese montaje musical bollywoodiano final? Vals con Bashir consiguió mucha fama, pero a mí me dejó algo frío. Y Cuestión de honor, sin tener una miras tan elevadas como las dos anteriores, prometía mucho más en su trailer y en sus nombres.

El cine de acción contó con dos grandes fiascos este año. Se esperaba bastante de Lobezno. Debía ser la película que relanzara la franquicia de los X-Men y en taquilla parece que lo ha conseguido. Pero el resultado fue muy pobre. ¿Se puede hacer una película de un tipo con garras de metal irrompible sin que aparezca en pantalla una sola gota de sangre? Por lo visto sí. Terminator Salvation fue otro fiasco. No es tan mala, no, pero sigue mostrando el declive de la saga... y quizá su fin. Pensaban hacer una nueva trilogía y no sé siquiera si estarán contentos con este rutinario producto de McG en el que lo mejor es lo que ya le habían dado inventado.

· Pérdidas de tiempo
Lo que para mí han sido pérdidas de tiempo, para otros son peliculones. Bienvenidos al maravilloso mundo del cine. Pero es que a mí ni Quentin Tarantino ni Woody Allen me dicen gran cosa. De Malditos bastardos sólo veo rescatable su homenaje al cine. De Si la cosa funciona alguna que otra frase ingeniosa. Pero poco más en ambos casos. Y el caso es que los fans de ambos realizadores han salido encantados de sus últimos trabajos, han visto una nueva genialidad gamberra en el caso del primero y un regreso a sus gloriosos orígenes en el caso del segundo. Me alegro por ellos y de que disfruten en el cine. Pero lo que es un servidor no guarda grato recuerdo de ninguna de las dos películas.

Tampoco me convencieron las adaptaciones de dos de los fenómenos editoriales del momento. Ni los Ángeles y demonios de Dan Brown ni el Harry Potter de turno (El misterio del príncipe) de J.K. Eowling. La primera puede que sea mejor que El código Da Vinci, pero me sigue pareciendo un relato mal hilvanado e interpretado con la pereza que da saber que la va a ver todo el mundo. El niño no tan niño mago no me ha capturado en ninguna de sus películas. Ésta la tengo entre las peores porque salí con la sensación de que nada me contaron a la espera de llegar al final (alargando un libro en dos películas).

El cómic mal adaptado clavó otra pica en Hollywood con Los sustitutos. El videojuego cutremente trasladado a la gran pantalla añadió también la suya con Street Fighter: La leyenda. Guy Ritchie no me captó para nada con la rutinaria Rock’n’rolla (ojalá mejore con su Sherlock Holmes). Lo de rodar cine con videocámara encuentra un nuevo y mal ejemplo en Paranormal activity (si por algo ha tardado dos años en llegar a España...). El cine épico se quedó frío en la Resistencia de Edward Zwick a pesar de tener algunos aciertos. En el cine infantil, Monstruos contra alienígenas se me quedó en un intento fallido de homenajear al cine de terror de los años 50. En la comedia absurda, te puedes reír un poco pero poco más con Nueva York para principiantes. Y Algo pasa en Hollywood no es la sátira que podría haber sido sobre el mundo de Hollywood, entre otras cosas porque Robert de Niro sigue languideciendo.

· La peor película del año: Transformers. La venganza de los caídos / Jennifer’s body
Este año van a ser dos. Y, curiosidades de la vida, comparten actriz protagonista. Y es que no es fácil decidirse sobre cuál de estos dos despropósitos es más despropósito. En condiciones normales me quedaría con Jennifer’s body porque es un filme que no hay por donde cogerlo. Ni teniéndole cariño a alguno de sus responsables, lo que no es mi caso. Pero como éste ha sido un fracaso en taquilla, lleva ya penitencia encima, y por eso mi mirada se va también a Transformers. La venganza de los caídos. Qué mala es. Qué subproducto multimillonario de pretendida ciencia ficción. Qué confusión tan pobre reina en cada plano, en cada frase, en cada actor. Es mala, de verdad. Y lo digo, aquí sí, sintiendo un gran cariño por la franquicia con la que crecí en los 80. Será por eso que me gustó tan poco esta adaptación.

· Ningún interés por verlas
Millenium y su secuela, estrenadas con rapidez, hechas casi en serie, no me llaman la atención. Por lo menos no hasta leer las novelas. Si es que las leo. Lo mismo me sucede con Luna Nueva. Crepúsculo, a simple vista, no es lo mío. Ni estúpidas adaptaciones de animación como Dragonball: Evolution, cuya serie matriz ni siquiera he visto. O el enésimo vehículo para las muecas de Jim Carrey, Cuento de Navidad. O la comedia con la que al parecer todo el mundo se ha reído, Resacón en Las Vegas. O ese despropósito llamado Anticristo del que tan mal me han hablado. O la secuela del Che. El argentino me aburrió y Guerrilla será indudablemente más de lo mismo.

Hay cine español destacado que tampoco está entre mis planes (aunque lo mismo caigo en alguna...). Almodóvar no es lo mío, llevo años constatándolo, y encima Los abrazos rotos cosechó disparidad de opiniones entre sus fieles. Mentiras y gordas es la típica comedia que no me atrae. Menos aún desde que su mejor baza para ser famosa fue la participación de la ministra de Cultura en su guión. REC 2... Si es que no me gustó REC, me pasé la película pensando “imbécil, tira la cámara y sal corriendo”. Y Spanish Movie... pues vete a saber. Lo mismo hasta me río. Pero la verdad es que lo dudo. Aunque hay que reconocer que en un país en el que nos molestamos por todo, tiene cierta valentía hacer una película paródica de todo.

· Lo que me queda por ver
Y sin tiempo para verlo todo, se quedan unas pocas películas de 2009 en el tintero, películas que quiero y voy a ver en algún momento pero que todavía no han tenido su oportunidad. Sobre todo se han quedado todavía en el tintero 2012, por aquello de ver a Roland Emmerich destruyendo el mundo por enésima vez (y sin demasiadas esperanzas de ver mucho más que lo que ya ofrecía el trailer) y Planet 51, que para eso es la película más cara de la Historia del cine español y una de las mejor vendidas (y, casualidades de la vida, tampoco tengo demasiadas esperanzas puestas más allá de un simple y pasajero entretenimiento).

Falta por ver The visitor y la, dicen, excepcional interpretación de Richard Jenkins. Falta El imaginario del Doctor Parnassus, por ser una película del irregular Terry Gilliam (a veces fascinante, a veces insoportable) y por ser el último trabajo del fallecido Heath Ledger, después de su brutal Joker en El Caballero Oscuro. Falta Donde viven los monstruos, la última paranoia de Spike Jonze. Falta Ninja Assassin, con pocas ganas pero porque V de Vendetta me gustó. Y falta La clase, por ver si en esa película, parece que hoy ya algo olvidada, hay tanto por rascar como decían algunos en su momentos.

martes, diciembre 22, 2009

10 PELÍCULAS... del uno al diez

Los números son parte de nuestra vida y el cine no es una excepción. Hagamos una particular cuenta del uno al diez a través de títulos de películas. Podrían haber sido otros muchos filmes, porque los números abundan en los títulos, pero estos son los escogidos.

1. Uno de los nuestros
Para muchos, una de las mejores películas de Martin Scorsese, aunque es difícil saber cuáles son las mejores en una filmografía tan impresionante, y pese a todo una de las que menos parece haber calado en la gente. Todo el mundo recuerda Taxi Driver, pero pocos tienen en la memoria escenas de Uno de los nuestros. Lo que sí es impresionante es ver cómo el trío formado por Robert De Niro (¿cuándo dejó de ser este actor inconmensurable...?), Ray Liotta y Joe Pesci componen uno de los grupos más inolvidables del cine de mafiosos. Violenta como ella sola, incluso en lo verbal (la palabra “joder” se pronuncia 296 veces en sus 146 minutos... y casi la mitad las dice el personaje de Pesci).

2. Dos hombres y un destino
Antes de El golpe, dos de las grandes estrellas del momento, Robert Redford y Paul Newman, se unieron para protagonizar un atípico western. Atípico por sus protagonistas, dos ladrones de bancos cuya historia no se refleja con absoluta fidelidad a los personajes reales, y también por su insólito, poético y hermosísimo final (absurdamente adelantado por el absurdo título en castellano de Butch Cassidy and the Sundance Kid). Maravilloso guión de William Goldman. Quien no haya visto la escena de la bicicleta bajo los acordes del Raindrops sep fallin’ on my head (canción ganadora del Oscar), tiene pendiente todo un clásico, recomendable para todo el mundo, le guste o no el western.

3. El tercer hombre
¿Qué no es inolvidable en esta película de Carol Reed? Sobresalen las actuaciones de Joseph Cotten y del gran Orson Welles, pero todos brillan de la mano del prodigioso guión de Graham Greene (mejor que la novela que escribió previamente con el libreto cinematográfico en la mente). Inolvidable la aparición de Welles en escena, saliendo de las sombras y arqueando la ceja. Pero también es inolvidable la música de cítara de Anton Karas. O el opresivo ambiente de la Viena dividida en cuarto sectores. O la escena y el diálogo en la noria. O ese inigualable plano secuencia final (que Scorsese homenajeó en Infiltrados). O el clímax en las alcantarillas. O todo. Qué obra de arte.

4. Los Cuatro Fantásticos
¿Cómo conseguir que naufrague y a la vez entretenga una adaptación de cómic? Ésta es la respuesta. Logra lo más difícil, y es conseguir que los personajes cobren vida (al menos la mayoría de ellos; el Doctor Muerte es una triste caricatura del villano original), pero después se queda a medio camino en casi todo. Le falta espectacularidad, le falta espíritu, le falta un guión a la altura (la batalla final tampoco hubiera estado mal mejorarla, pero fueron necesarios cambios de última hora porque Los Increíbles había llegado antes a los cines). Pero al final resulta que entretiene. Una de esas películas con la que no muchos cinéfilos confesarán haber disfrutado. Igual de mala y a la vez de entretenida que su secuela.

5. El quinteto de la muerte
Cuando cinco atracadores intentan dar el golpe a un banco a través de la habitación que le alquilado a una anciana viuda, todo es posible. Con Alec Guinness y Peter Sellers a la cabeza, lo único que se tiene asegurado es la carcajada. Una divertidísima comedia británica que triunfa porque mezcla humor negro, irónico, inteligente y el más puro gag. Muchos han querido ver en la película una metáfora sobre la caída del Imperio británico y, aunque nunca fue un tema presente en la escritura del guión, así lo confirmó en su momento su director, Alexander MacKendrick, que aquí alcanzó la gloria y cotas que nunca repitió. Y luego llegaron los hermanos Coen y realizaron un remake vergonzoso que el único humor que supone incorporar a la delirante y desternillante historia original fue el escatológico.

6. El sexto sentido
La película que lanzó al estrellato al director M. Night Shyamalan. Una preciosa historia de amor (sí, de amor) y suspense, condicionada por una sorpresa final que a estas alturas todo el mundo conocerá y que en su momento fue todo un bombazo. Y por eso mismo, es el momento de reivindicar nuevamente este drama sobrenatural, porque aún conociendo el desenlace es casi seguro el disfrute con este filme. Popularizó para siempre la frase de “en ocasiones veo muertos”. Bruce Willis convence (a pesar del tupé de esa escena) y el chaval Haley Joel Osment nos demuestra que el talento no tiene edad (¿o lo que tiene en algunos casos es fecha de caducidad?). Un pequeño clásico.

7. Seven
Qué difícil es revolucionar un género, pero justo eso es lo que hizo David Fincher con Seven. El thriller policiaco se estaba convirtiendo en algo rutinario y anodino hasta que apareció este John Doe que asesina basándose en los siete pecados capitales. Brillantes Kevin Spacey y Morgan Freeman (como si alguno de los dos pudiera estar mal...). Brad Pitt casi estropea la película, sobre todo en la tensa, enigmática y llena de suspense escena final. Fincher crea una atmósfera oscura y lluviosa ya imitada hasta la saciedad, rueda un guión espeluznante y preciso, sorprendente desde el primer hasta el último minuto. ¿Ya han pasado quince años desde que se estrenó...?

8. Alien. El octavo pasajero
Un escenario cerrado, siete seres humanos... y el octavo pasajero. En realidad tendría que ser el décimo, si contamos al gato y al ordenador de la nave, la mítica e inolvidable Nostromo. ¿Qué se puede decir que no se haya dicho ya de este clásico inmortal? Quizá que es la mejor película de Ridley Scott, con permiso de Blade Runner. Quizá que es más una historia de terror que de ciencia ficción, a pesar del envoltorio. Quizá que cuenta con el extraterrestre más intrigante y original que jamás se haya visto en una pantalla de cine (¿visto? Sólo al final...). Quizá que, puede que sin saberlo, creó a la heroína moderna de ficción en la piel de Sigourney Weaver. Quizá que quien no la haya visto todavía tiene ante sí un tesoro que me encantaría volver a descubrir por primera vez.

9. Nueve semanas y media
Todo un mito erótico del cine de los años 80. Cuando Kim Basinger se mostró al mundo, físico por delante, y cuando Mickey Rourke era una estrella, por mucho que eso pueda sorprender hoy en día (menos desde su regreso a la primera línea, aunque a mí El luchador me impresionara más bien poco). Lo que sí sorprende es que esta película del montón cobrara una fama inusitada en su momento y permitiera a Adrian Lyne hacer una y otra vez películas con el morbo como único argumento. Vale que la escena del striptease de Kim Basinger y la música de Joe Cocker se convirtieron en auténticos iconos eróticos, pero de ahí a pensar que ésta es una buena película, va un trecho. Un trecho inmenso. Pero es de esas que hay que ver, aunque sólo sea para criticarla. O compartirla.

10. Los diez mandamientos
Hubo un tiempo en el que el espectáculo en el cine tenía sólo un nombre: Cecil B. De Mille. ¿Película grandiosa y épica? Tenía que ser suya. Y así sólo él podía rodar la más ambiciosa versión de la historia de Moisés, después de haberla filmado él mismo, con menos medios y menos espectacularidad, más de tres décadas antes. Los diez mandamientos lo tiene absolutamente todo en sus casi cuatro horas de duración. Sobre todo un reparto brutal encabezado por Charlton Heston y Yul Brynner. Y unos efectos especiales que en su día eran el no va más. Hoy todo se haría por ordenador. Entonces requirió la mayor superproducción de la época. Cine con todo el sabor del Hollywood más clásico. Cine del que ya no se hace ni se hará nunca más, porque el ordenador ya lo hace todo.

lunes, diciembre 14, 2009

SAGAS: Star Wars

Si hablamos de sagas en el cine, casi todo el mundo pensará en la misma: Star Wars. De hecho, el término cobró sentido cuando George Lucas emprendió la creación de todo un universo que aún hoy, más de treinta años después de su nacimiento, sigue creciendo y expandiéndose aunque la franquicia cinematográfica ya haya finalizado como tal (dentro de esta saga no cuenta la película de animación Clone Wars). Hay gente que la critica sin piedad, pero su influencia en la Historia del cine es incuestionable. Por todo lo que aportó y por todos aquellos a los que inspiró. Estamos hablando de un universo único, de un cine de escapismo que cambió la forma de ver películas en los años 70 y que revolucionó la industria en muchos sentidos. Desde el merchandising hasta los efectos especiales. Y, sobre todo, el sentido de aventura que Hollywood había perdido. Habrá quien no lo comparta, pero para mí son joyas imprescindibles de ver.

· STAR WARS: UNA NUEVA ESPERANZA (1977)
Lo que George Lucas hizo con Star Wars es colocar los mitos de toda la vida en el espacio: el príncipe valiente, la hermosa princesa, el anciano mentor, el amigo descarado, los secundarios cómicos, las batallas épicas, el malvado tirano. Nada de ciencia ficción científica, como predominaba entonces en Hollyood. Ciencia ficción aventurera, de la que no se hacía. Con unas imágenes nunca vistas hasta ese momento (eso hoy no lo aprecia casi nadie, porque casi nadie ve el cine en perspectiva). Con uno de los finales más emocionantes y entretenidos de la Historia del cine se cierra un espectáculo magnífico, intenso, irreprochable, carismático y con un guión a la altura. Mirad a los personajes: son iconos perfectamente desarrollados. Y eso está en el guión, por mucho que se disfrute arremetiendo contra Lucas y por mucho que no sea un guionista tan brillante. La imagen triunfó (¿quién no recuerda las ensaimadas de Leia, el Halcón Milenario o el casco de Darth Vader?) y el sonido también (y no sólo habló de la inigualable música de John Williams, sino también del universo de efectos sonoros creado por Ben Burtt).

· EL IMPERIO CONTRAATACA (1980)
Si hubiera un manual para realizar secuelas, tendría que poner en su portada una foto de El Imperio contraataca. Todo crece, en cantidad y sobre todo en calidad. Darth Vader ya era grande, pero aquí se convierte en el mejor villano de la Historia. El descaro de Han Solo le hace ser aún más legendario. Yoda aumenta los mitos de la Fuerza y la convierte en inspiración hasta para la vida real. Hay más planetas, más espectaculares, las ensoñaciones crecen y la imaginación se dispara. La aventura de la primera película pasa a ser un drama que no pierde un ápice de entretenimiento. El guión de Lawrence Kasdan consigue todo eso. Lucas es un gran narrador, pero un modesto guionista que acertó con Star Wars y supo ceder la batuta a tiempo. Kasdan le da una épica a esta saga que quizá de otro modo no habría conseguido. ¿De verdad que la marcha impercial de John Williams no estaba en la primera película? Es magia pura. Como la escena del campo de asteroides. Como la de la carbonita. Como el duelo entre Luke y Vader. Como ese final abierto y oscuro. Dirige Irvin Kershner, pero la mano de Lucas es alargada. Es su saga.

· EL RETORNO DEL JEDI (1983)
Perdidos en las críticas al infantilismo de los ewoks, esos ositos peludos que ayudan a los héroes en la batalla final, muchos no se dieron cuenta del gran logro de esta película: un clímax de una hora de duración que no pierde nada de intensidad, gracias a un portentoso montaje que mezcla tres escenarios diferentes con precisión de cirujano. El combate final entre un Jedi dubitativo y un Sith más humano que nunca es la mejor escena de la trilogía (acompañado con la mejor música que contiene la saga que, sin embargo, no está entre las más populares). Como en El Imperio, todo es más grande que en la película anterior (tan grande como ver a Jabba por primera vez después de dos películas oyendo hablar de él), aunque en ésta no necesariamente mejor que en el anterior. La impresionante batalla final en la Estrella de la Muerte fue durante muchísimos años la escena de efectos especiales más espectacular y con más elementos jamás rodada, quizá hasta que los gráficos por ordenador llegaron al cine. Ahora dirige Richard Marquand, pero sigue siendo una película de Lucas. Un final perfecto para una trilogía que no es perfecta, pero sí un claro exponente de cómo se debe hacer espectáculo en el cine.

· LA AMENAZA FANTASMA (1999)
La misma falta de perspectiva con la que hoy se ve la primera Star Wars le pasó factura a La amenaza fantasma, aunque aquí con algo más de razón. En conjunto, y sin duda, la más floja de todas las entregas, pero al mismo tiempo una introducción necesaria. La falta de concrección en algunos momentos, la ausencia de personajes carismáticos a la manera de Han Solo o el tono perdido de algunos actores entre pantallas azules y verdes restan eficacia a esta reintroudcción en el universo de Star Wars. Pero merece la pena por la intensa carrera de vainas, por el magnífico combate final de sables de luz, por las imágenes de Coruscant, por la prodigiosa integración del mundo real y el mundo digital, por Liam Neeson en su enésimo papel de maestro, por un magnífico villano que aparece, aterroriza, muerde y tiene un papel crucial en el desenlace. Vale, Jar Jar Binks es el primer peersonaje digital, pero también es cansino como él solo. ¿Y no lo eran también los ewoks? Pese a todo, el mismo tipo de película, pero con efectos digitales. Muchos no entendieron ese salto. Lo que decía, la perspectiva es necesaria para ver el cine, y más cuando es un cine tan tecnológico como éste.

· EL ATAQUE DE LOS CLONES (2002)
Lucas eleva el listón. Consciente de que La amenaza fantasma decepcionó a muchos, subió la intensidad en todos los niveles. En el plano romántico trazó una gran historia con Anakin y Padme (con la Plaza de España de Sevilla como fondo inicial), pero se le olvidó sumarle diálogos tan grandes como los de Han y Leia. Hayden Christensen y Natalie Portman tienen momentos increíbles y otros indiferentes, por los diálogos y por los efectos especiales. Anakin comienza a sumergirse en el Lado Oscuro y eso impresiona. Yoda por fin pelea, y aunque muchos prefirieron tomarse la escena como comedia, es fascinante. Casi tanto como ver al gran Christopher Lee entrando en los mitos de Star Wars (casi al mismo tiempo que entraba en los de El Señor de los Anillos). Ver a tantos caballeros Jedi juntos es el sueño de cualquier aficionado a la saga. Ver cómo se gestaba la creación del ejército imperial también. Un Star Wars intenso, plagado de grandes momentos. No sólo es una mejora con respecto a la primera, es retomar el esplendor de la trilogía original en casi todos los aspectos. Eso sí, insisto, cómo lastra no tener diálogos a la altura. Lucas debió dejar el libreto a otro.

· LA VENGANZA DE LOS SITH (2005)
Un magnífico final, en el que el único pero está en el desarrollo cronológico de la caída de Anakin al Lado Oscuro, a veces demasiado precipitado e inexplicado. Pero verlo le da una intensidad a esta película como no se había visto hasta ahora en el universo de Star Wars. La película es muy dura y violenta: Anakin en el templo Jedi con los aprendices más jóvenes o después en Mustafaar con los separatistas, la matanza de caballeros Jedi bajo los acordes del mejor Williams, Obi-Wan peleando a brazo partido con esa maravilla digital que es Grievous, Yoda asesinando a soldados clon. Pero no pierde nunca ese sentido de aventura que siempre caracterizó a Star Wars. El final, el nacimiento paralelo de Darth Vader por un lado y de sus mellizos por otro es sencillamente perfecto. Y el momento en que se cierra el casco de Vader y se escucha por primera vez la icónica respiración del mejor villano de la Historia es simplemente inolvidable. Muchas críticas tuvo, como toda la segunda trilogía (como la primera también, por cierto), pero es un entretenimiento de primer orden que supone la culminación a una saga universal. Y eso tiene mérito, aunque en conjunto este segunda trilogía sea un pelín inferior a la primera.

viernes, diciembre 04, 2009

Scarlett me descoloca

Scarlett Johansson me descoloca. Y no, no estoy hablando de los efectos que su atractivo físico puedan tener sobre mí, sino del efecto que ese atractivo físico y otras cosas tienen en la carrera de la actriz. Para hablar de ella, hay que hablar de un punto de inflexión: Lost in translation. Hasta ese momento, había hecho cine independiente de cierto prestigio (Ghost world; para mí prescindible totalmente, una sorpresa negativa con todo lo bueno que había oído de ella), cine de terror de serie B (Arac attack), películas comerciales que necesitaban de una niña (Causa justa, Solo en casa 3) y un papel de cierta relevancia con un director notable, Robert Redford (El hombre que susurraba a los caballos).

Con este currículum, no es de extrañar que Lost in translation se vendiera antes de su estreno, no con la participación de Scartlett, sino como la película en la que Bill Murray iba a sorprender a todo el mundo. Y lo hace, ya lo creo que lo hace, porque como casi todos los buenos cómicos esconde un gran actor. Pero cuando vi Lost in translation, y dado que a Bill Murray siempre le he tenido cierto cariño, para mí la sorpresa fue ese chiquilla de 19 años que se encontraba todavía más perdida que el hombre cincuentón que acaparaba los posters de la película. Nada de lo que le había visto hasta ese momento, ni siquiera dirigida por Robert Redford, me llevaba hasta ese personaje tan hermoso.

Pero aquí llegó la sorpresa. La aparición de Scarlett Johansson en Lost in traslation acaparó elogios, y no sólo por su categoría como actriz. Además de sus cualidades interpretativas, gustó, y mucho se escribió sobre ello, que una actriz alejada de los cánones de belleza estilizada (¿enfermiza?) que rigen en la sociedad actual se mostrara con semejante naturalidad. Pese a todo, Scarlett se convirtió en un sex symbol. No digo que no lo merezca ni que no lo parezca. Pero fue una sorpresa. Y ese sex symbol me temo que ha ido devorando a la actriz. Con esporádicos regresos a la categoría, como su papel en Match point. Pero el resto me tiene descolocado. ¿Es una buena actriz? ¿Es una cara bonita? ¿Es sólo un busto?

En A good woman no tiene registros y Helen Hunt se la merienda con una facilidad aplastante. Tiene aquí la misma cara que en La dalia negra o Las hermanas Bolena, inexpresiva y sin dotar de personalidad a sus personajes. En Scoop y Vicky Cristina Barcelona pasa por delante de la cámara como podría estar haciendo cualquier otra cosa, con un desinterés enorme. Como heroína de acción hasta ahora (y a la espera de su Viuda Negra en Iron Man 2, a la que pertenece la imagen) es un fracaso, porque en La isla sólo sabe poner cara de asombro y correr, y en The Spirit enseñar el escote junto a otras actrices que parecen hacer lo mismo, contribuyendo al fiasco absoluto que es la película.

¿Está devorando la maquinaria de imagen de Hollywood a quien podría haber sido una gran actriz? ¿Por qué parece que está más pendiente de su (según me han dicho poco interesante) carrera musical o de los anuncios que hace que de las películas que escoge? Supongo que sus próximos filmes definirán el futuro de Scarlett. En el horizonte sólo tiene Iron Man 2 y Los Vengadores. Ya veremos.