De un tiempo a esta parte, a George Lucas le llueven palos por todas partes. Cuando estaba en un semiretiro y se dedicaba a explotar sus compañías colaterales (las de efectos especiales, sonido y merchandising) no parecía molestar a nadie. Pero fue ponerse manos a la obra con su segunda trilogía de Star Wars, y todo el mundo empezó a darle: que si no era un buen guionista, que si como director de actores dejaba mucho que desear, que si había infantilizado su saga, que si el toque se había perdido, que si estaba traicionando a su propia creación, que si tenía que dedicarse a otras cosas (y se dedicó a Indiana Jones y, oh, sorpresa, le siguieron lloviendo palos)... Pues hete aquí que Star Wars vuelve a la gran pantalla y lo hace de una forma diferente, bajo una carcasa de animación por ordenador y sin George Lucas en la dirección... pero le siguen lloviendo palos a George Lucas.
Y, sin embargo, a mí no me queda más remedio que romper una y las lanzas que hagan falta en su favor. No es que las necesite, claro, porque es un multimillonario que sigue explorando la galaxia porque le apetece, pero creo que es de justicia. Otros hacen películas con mucho menos nivel, con menos dosis de entretenimiento, con menos toques de genialidad, y suelen encontrar una respuesta mucho más entusiasta. George Lucas no. Y no lo entiendo. Esta nueva película de Star Wars, séptima de la saga pero un tanto al margen de la misma, demuestra que la magia sigue viva. Es el preludio de una serie de animación que se podrá ver en televisión a partir del próximo otoño. Desde luego, la valoración, por su forma y por su fondo, tiene que producirse al margen de los seis episodios cinematográficos ya conocidos. Pero lo que está claro es que la valoración es positiva. Es Star Wars, es entretenida y viene a llenar un hueco que hasta ahora nadie cubría en la ciencia ficción.
Es Star Wars porque si está el nombre de George Lucas detrás no puede ser de otro modo. Es su creación y, por mucho que algunos fans puristas se rasguen las vestiduras, sólo él puede ofrecernos este espectáculo de forma coherente con lo que hemos visto en los últimos 30 años. Los personajes, los mundos y los efectos siguen fieles a los retratos que de ellos se hizo con anterioridad. Es Star Wars porque el deleite en las peleas de sables de luz es el mismo que cuando empuñaba el arma Hayden Christensen, Ewan McGregor o Christopher Lee. Es Star Wars porque todo suena como tiene que sonar. Y es Star Wars, aunque muchos no quieran compartir esa apreciación si no se hace con respecto a la trilogía original, porque es una película condenadamente entretenida a pesar de que, en el fondo, no tiene demasiado que contar en sí misma.
Y es que esta película es más importante en la forma que en el fondo. Como decía, es el preludio de una serie de televisión, y lo cierto es que la película tiene aspecto de que habría funcionado mejor como dos episodios independientes de esa serie que como película. Ese es el principal defecto que atesora The Clone Wars. Salvo la introducción del nuevo personaje, Ahsoka Tano, una joven padawan que Yoda le asigna a Anakinm y la forma en la que evoluciona el trato que se dan una y otro, lo cierto es que no hay mucho más que rascar de los personajes. En este sentido, no ayuda demasiado el reiterado uso y abuso de frases tópicas ("todo va según lo planeado" se escucha al menos en un par de ocasiones).
Es una pena, porque están casi todos los que protagonizaron la nueva trilogía, desde Anakin y Obi Wan, a Padme y Palpatine, pasando, por supuesto, por Yoda, R2-D2 o C-3PO (Anthony Daniels, como siempre, presta su voz al androide en la versión original; junto a él, repiten de la saga cinematográfica Christopher Lee como el Conde Dooku y Samuel L. Jackson en la brevísima aparición de Mace Windu). Para esta primera toma de contacto con este universo expandido, vemos a viejos conocidos, como Jabba el Hutt (y la sorprendente expansión de su familia; cabe recordar que en el Episodio I se veía a Gardulla la Hutt, su esposa...) o Asajj Ventress, la Sith que ya se pudo ver en la primera serie que se hizo de las Guerras Clon. Es como volver a ver a viejos amigos. Y eso siempre se agradece.
Decía también que viene a cubrir un hueco hasta ahora vacío en la ciencia ficción: la animación. Hace algunos años, hubo un intento de Fox por entrar en este terreno, pero Titán A.E., a pesar de ser una muy apreciable película, no consiguió respaldo de público o crítica. La animación parecía un terreno vedado a la ciencia ficción, salvo colateralmente (Wall·E es el mejor ejemplo) o con personajes cómicos en abundancia. Sin ser una grandiosa cinta, TMNT abrió ese camino. Ojalá el poder de la franquicia de Star Wars contribuya a seguir expandiéndolo para una vertiente que, siendo divertida (el humor siempre ha tenido un hueco en la historia de Star Wars, y aquí se da con más motivo por el público objetivo que siempre tendrá la animación), ofrezca también historias a la altura y nada infantilizadas.
La animación da unas posibilidades inmensas de crear mundos fantásticos que en imagen real costarían miles y miles de millones. The Clone Wars lo aprovecha al máximo para crear unas imágenes francamente buenas, y eso que el diseño de los personajes es como poco chocante. La animación por ordenador tiende al hiperrealismo, pero George Lucas no ha querido optar por esa vía. Dice que para tener personajes realistas habría hecho una película de imagen real. Y no le falta razón, pero ver caras como la de Obi-Wan, en la que el pelo no se mueve, choca bastante, casi tanto como escuchar el tradicional tema que John Williams inmortalizó en una nueva y diferente versión, distinta de la que conocemos. Suenan en algún momento variaciones de sus temas, pero se echa mucho de menos el tono general de la música de Williams.
La película no llega a las dos horas (tal y como se llegó a difundir por Internet, de lo cual me hice eco), pero sus 100 minutos sobrepasan la media de las películas de animación. Lo mejor que uno puede hacer ante una película como ésta, es sentarse cómodamente en la butaca y disfrutar. Al fin y al cabo, Star Wars es un emblema del escapismo cinematográfico. La saga ofrece mucho más que esta The Clone Wars, que también se queda por debajo de aquella imprescindible obra maestra de la animación que, bajo el mismo nombre, unió los Episodios II y III de la mano de Gendy Tartakovsky. Es probable incluso que la futura serie dé mucho más juego que esta película, pero aún así ofrece un rato tremendamente entretenido. Y eso no es poco en los tiempos que corren. ¿Que la gente prefiere seguir criticando a Lucas...? Allá ellos. Yo me limito a disfrutar de su legado.
2 comentarios:
Reconozco el valor de las pelis de este hombre por lo mucho que ha trabajado los efectos especiales (lo que no debe ser nada fácil). Pero no me llama mucho Star Wars, es que las películas de ciencia ficción no me las creo. No sé, me es imposible hacer un pacto de ficción con el director, empiezo a rayarme haciéndome preguntas y al final decido que no me gustan. XD Igual es que no tengo la imaginación necesaria para enfrentarme a una película de este tipo.
¡Un besito!
Cassandra, sin ese pacto desde luego es normal que no disfrutes del género. Y no lo digo como crítica, que conste. A mí, por ejemplo, me cuesta mucho meterme en películas de época.
Pero al final la ciencia ficción no es más que un envoltorio. Si la película está bien hecha, lo importante está debajo. Y Star Wars tiene bastante por debajo. No es esta entrega el mejor ejemplo, pero bueno...
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