jueves, noviembre 27, 2008

¿Los mejores personajes de la historia del cine...?

Empire, que hace no demasiado nos ofreció un ránking de las 500 mejores películas de la historia del cine sigue con su tarea de publicar listas y esta vez nos sorprende con su clasificación de los 100 mejores personajes. Como todas las listas, ésta es bastante injusta, pero quizá en este caso podamos utilizar el adjetivo con más razón que nunca, puesto que, como primer defecto, es una lista demasiado basada en el cine más contemporáneo. Un total de 77 de los personajes forman parte de títulos realizados a partir de los años 80. Demasiado desprecio al cine clásico como para tomarla demasiado en serio.

Descubrir el personaje que encabeza el ránking hace que todavía me crea menos la lista. Según Empire, el mejor personaje jamás visto en la pantalla es Tyler Durden, el protagonista de El club de la lucha, de David Fincher. Brad Pitt tiene el mejor personaje de la Historia. Vamos, que no lo comparto. Lo dejo ahí para que nadie me acuse de ensañarme con Brad Pitt. Más injusto me parece teniendo en cuenta que la película me pareció bastante floja (a pesar de que es cierto que tiene una fama inmensa y una aureola de película de culto) y de lo peor de Fincher (un director que, por otra parte, me suele encantar). Y más, evidentemente, teniendo en cuenta que el segundo puesto es para el gran Darth Vader y el Joker de Heath Ledger en El Caballero Oscuro. Star Wars, por cierto, coloca nada menos que seis personajes entre los 100. Alguna satisfacción tenía que darme la lista, aunque no dejo de preguntarme cómo es posible que no esté R2-D2...

Uno de esos seis personajes de la saga de Lucas es el Han Solo de Harrison Ford, que es el único actor en colocar dos de sus personajes entre los diez más celebrados. ¿Le convierte eso en el mejor actor? Indudablemente no, pero lo que es innegable es que Ford le da un carisma inmenso a sus personajes. El otro que coloca, obviamente, es Indiana Jones. Clint Eastwood (su Hombre sin nombre y Harry Calahan), Jack Nicholson (sus papeles en El resplandor y Alguien voló sobre el nido del cuco) y ¡¡¡Hugo Weaving!!! (Matrix y V de vendetta, en la que encima ni siquiera muestra el rostro) también colocan dos personajes en la lista. Y eso sorprende más todavía pensando que Marlon Brando o Robert de Niro sólo colocan uno de sus personajes en la lista o que actores (¿actores...?) como Ben Stiller o Will Ferrel también están en el ránking.

Sólo hay diez personajes femeninos en la lista, y uno encima es un dibujo animado. ¿Dónde quedaron la Ilsa de Ingrid Bergman en Casablanca, la Gilda de Rita Hayworth en Gilda, la Catherine de Elizabeth Taylor en De repente, el último verano, la Kirsten de Lee Remick en Días de vino y rosas la Isabeau de Michelle Pfeiffer en Lady Halcón, la Lolita de Sue Lyon en la versión de Lolita de Kubrick, la Sugar de Marylin Monroe en Con faldas y a lo loco, Katharine Hepburn en el papel que quiera...? Es cierto que el cine es un mundo bastante machista, que las actrices que llegan a los 40 años se encuetran en un camino sin salida. Listas como ésta demuestran que es así, que las actrices no suelen tener buenos papeles, ni siquiera cuando son jóvenes, y, por algún motivo, no calan igual en el espectador. Y eso que hay montones de papeles femeninos que permanecen en nuestra memoria, más en el cine clásico que en el contemporáneo (y quizá por eso hay tanta ausencia).

Y puestos a pensar en nombres que faltan por aquí, se me ocurren decenas de personajes. El Robin Hood de Errol Flynn en Robin de los bosques, el Superman de Christopher Reeve en las cuatro películas sobre el superhéroe que protagonizó, el Harry Powell de Robert Mitchum en La noche del cazador, el C. C. Baxter de Jack Lemmon en El apartamento, el Oskar Schindler de Liam Neeson o el Amon Goeth de Ralph Fiennes en La lista de Schindler, el Roger O. Thornhill de Cary Grant en Con la muerte en los talones, el Little Bill Dagget de Gene Hackman en Sin perdón o el Popeye Doyle del mismo actor en French Connection, el Truman Burbank de Jim Carrey en El Show de Truman (¿cómo es posible que Carrey tenga en la lista a Ace Ventura y no a Truman?) o el Christof de Ed Harris en la misma película, el Jake La Motta de Robert de Niro en Toro Salvaje, el monstruo de Boris Karloff en Frankenstein, el Himmler de Charles Chaplin en El gran dictador...

Hay tantos grandísimos personajes, tantos papeles que sus actores hicieron grandes, que ver algunos de los que aparecen en la lista causa tanto asombro como malestar, y lo mismo se puede decir de las ausencias. Seguro que todos encontramos un personaje que tenemos más que claro que debiera estar aquí. Y en los puestos altos. Ésta es la lista completa, con el nombre del personaje, el actor que le da vida y la película en la que aparece (en algunos casos, aparece citada uno de los varios títulos en los que tiene presencia, en la mayoría de las veces se trata de su primera aparición). Juzgad vosotros mismos.

1 - Tyler Durden (Brad Pitt / El club de la lucha)
2 - Darth Vader (Dave Prowse; James Earl Jones, voz / La guerra de las galaxias)
3 - El Joker (Heath Ledger / El Caballero Oscuro)
4 - Han Solo (Harrison Ford / La guerra de las galaxias)
5 - Hannibal Lecter (Anthony Hopkins / El silencio de los corderos)
6 - Indiana Jones (Harrison Ford / En busca del Arca perdida)
7 - El Nota (Jeff Bridges / El gran Lebowski)
8 - Jack Sparrow (Johnny Depp / Piratas del Caribe)
9 - Ellen Ripley (Sigournery Weaver / Alien)
10 - Vito Corleone (Marlon Brando / El padrino)
11 - James Bond (Sean Connery / Goldfinger)
12 - John McLane (Bruce Willis / Jungla de cristal)
13 - Gollum (Andy Serkis / Las dos torres)
14 - Terminator (Arnold Schwarzenegger / Terminator)
15 - Ferris Bueller (Matthew Broderick / Todo en un día)
16 - Neo (Keanu Reeves / Matrix)
17 - Hans Grubber (Alan Rickman / Jungla de cristal)
18 - Travis Bicle (Robert De Niro / Taxi Driver)
19 - Jules Winnfield (Samuel L. Jackson - Pulp Fiction)
20 - Forrest Gump (Tom Hanks / Forrest Gump)
21 - Michael Corleone (Al Pacino / El padrino II)
22 – Ellis Red Redding (Morgan Freeman / Cadena perpetua)
23 – Harry Calahan (Clint Eastwood / Harry el Sucio)
24 – Ash (Bruce Campbell / Posesión infernal)
25 - Yoda (Frank Oz / El Imperio contraataca)
26 - Ron Burgundy (Will Ferrel / El reportero)
27 - Tony Montana (Al Pacino / El precio del poder)
28 - Gandalf (Ian McKellen / La comunidad del Anillo)
29 - Daniel Plainview (Daniel Day-Lewis / Pozos de ambición)
30 - Jigsaw (Tobin Bell / Saw)
31 - Aragorn (Viggo Mortensen / La comunidad del Anillo)
32 - Jason Bourne (Matt Damon / El caso Bourne)
33 - Tequila (Chow Yun-Fat / Hard boiled)
34 - Rocky Balboa (Sylvester Stallone / Rocky)
35 - Máximo Décimo Meridio (Russell Crowe / Gladiator)
36 - Harry Potter (Daniel Radcliffe / Harry Potter y la piedra filosofal)
37 - Eduardo Manostijeras (Johnny Depp / Eduardo Manostijeras)
38 - Donnie Darko (Jake Gyllenhaal / Donnie Darko)
39 - Marty McFly (Michael J. Fox / Regreso al futuro)
40 - Patrick Bateman (Christian Bale / American Psycho)
41 - Mary Poppins (Julie Andrews / Mary Poppins)
42 - Alex Delarge (Malcolm McDowell / La naranja mecánica)
43 - El hombre sin nombre (Clint Eastwood / El bueno, el feo y el malo)
44 - Peter Wenkman (Bill Murray / Cazafantasmas)
45 - Amelie Poulan (Audrey Tatou / Amelie)
46 - Anton Chigurh (Javier Bardem / No es país para viejos)
47 - Blade (Wesley Snipes / Blade)
48 - Tony Stark (Robert Downey Jr. / Iron Man)
49 - Walter Sobchak (John Goodman / El gran Lebowski)
50 - Quint (Robert Shaw / Tiburón)
51 - Mal Reynolds (Nathan Fillion / Serenity)
52 - George Bailey (James Stewart / ¡Qué bello es vivir!)
53 - Luke (Paul Newman / La leyenda del indomable)
54 - Luke Skywalker (Mark Hammill / La guerra de las galaxias)
55 - Frank Drebin (Leslie Nielsen / Agárralo como puedas)
56 - Juno MacGuff (Ellen Page / Juno)
57 - Brick Tamland (Steve Carell / El reportero)
58 - Rick Blaine (Humphrey Bogart / Casablanca)
59 - Tommy Devito (Joe Pesci / Uno de los nuestros)
60 - Ace Ventura (Jim Carrey / Ace Ventura)
61 - R. P. McMurphy (Jack Nicholson / Alguien voló sobre el nido del cuco)
62 - Matilda (Natalie Portman / Leon, el profesional)
63 - Wall·E (Ben Burtt, voz / Wall·E)
64 - Withnail (Richard E. Grant / Withnail y yo)
65 - White Goodman (Ben Stiller / Cuestión de pelotas)
66 - La Novia (Uma Thurman / Kill Bill)
67 - Frank Booth (Dennis Hopper / Terciopelo azul)
68 - Napoleon Dynamite (John Heder / Napoleon Dynamite)
69 - Keyser Soez (Kevin Spacey / Sospechosos habituales)
70 - Atticus Finch (Gregory Peck / Matar a un ruiseñor)
71 - Serpiente Plissken (Kurt Russell / 1997: Escape de Nueva York)
72 - V (Hugo Weaving / V de vendetta)
73 - Jack Torrance (Jack Nicholson / El resplandor)
74 - E.T. (Debra Winger, voz / E.T. El extraterrestre)
75 - Marge Gunderson (Frances McDormand / Fargo)
76 - Dr. Emmett Brown (Christopher Lloyd / Regreso al futuro)
77 - Ed (Nick Frost / Zombis party)
78 - Axel Foley (Eddie Murphy / Superdetective en Hollywood)
79 - Boba Fett (Jeremy Bullock / El Imperio contraataca)
80 - Norman Bates (Anthony Perkins / Psicosis)
81 - Lobezno (Hugh Jackman / X-Men)
82 - Marv (Mickey Rourke / Sin City)
83 - Señor Rubio (Michael Madsen / Reservoir Dogs)
84 - Agente Smith (Hugo Weaving / Matrix)
85 - Vincenzo Coccotti (Christopher Walken / Amor a quemarropa)
86 - Roy Batty (Rutger Hauer / Blade Runner)
87 - Dracula (Christopher Lee / Dracula)
88 - Jessica Rabbit (Kathleen Turner, voz / ¿Quién engañó a Roger Rabbit?)
89 - Princesa Leia (Carrie Fisher / La guerra de las galaxias)
90 - La malvada Bruja del Oeste (Margaret Hamilton / El Mago de Oz)
91 - Escarlata O’Hara (Vivien Leigh / Lo que el viento se llevó)
92 - Randal Graves (Jeff Anderson / Clerks)
93 - Martin Q. Blanck (John Cussack / Un asesino algo especial)
94 - Buzz Lightyear (Tim Allen / Toy story)
95 - Freddy Kruegger (Robert Englund / Pesadilla en Elm Street)
96 - Ethan Edwards (John Wayne / Centauros del desierto)
97 - Clarice Starling (Jodie Foster / El silencio de los corderos)
98 - Charles Forster Kane (Orson Welles / Ciudadano Kane)
99 - HAL 9000 (Douglas Rain, voz / 2001: Una odisea del espacio)
100 - Martin Riggs (Mel Gibson / Arma letal)

martes, noviembre 25, 2008

¿'Irreversible'? Insoportable

A lo largo de toda mi vida, sólo he dejado a la mitad tres películas. Si mi memoria no falla, la primera fue The Doors, de Oliver Stone (el cóctel de sexo, drogas y rock and roll de la vida de Jim Morrison cayó en mis manos siendo demasiado joven; es la única a la que le daré otra oportunidad en el futuro); Remando al viento, de Gonzalo Suárez (tan pedante como aburrida); y Crash, de David Cronenberg (un rocambolesco e imposible cóctel entre suicidas al volante y locos del sexo; no confundir con el más moderno Crash de Paul Haggis, película que por cierto tampoco me entusiasma a pesar del fervor crítico que suscita...). Ayer estuve a punto de abandonar una película por cuarta vez. Estuve a punto de pulsar el botón de Stop y mandar Irreversible al limbo del olvido. No lo hice, pero no por falta de méritos. Quizá porque sólo dura 93 minutos. Quizá porque, en el fondo, quería ver cómo acababa (o empezaba) aquello. Quizá porque, en el fondo, me da pena despreciar el trabajo de un cineasta (¿cineasta?).

Irreversible es la historia de una violación contada al revés. Cada secuencia empieza donde acaba la que veremos a continuación. Es un continuo flashback. Siend la forma un simple artificio que no sé hasta que punto sirve a la historia (pero que da que hablar de una película siempre y, en ocasiones, camufla los numersos defectos de un filme, como sin duda intenta ser el caso), pero me preocupa mucho más el fondo. En Irreversible no hay una historia, no importan demasiado los personajes, todo gira en torno a una única secuencia, la de la violación del personaje de Monica Bellucci. Estoy acostumbrado a la violencia en el cine, e incluso la defiendo como medio para contar una historia. Pero lo de Irreversible no es violencia. Es sadismo. Es la recreación más pura en un acto execrable. Los algo más de diez minutos que dura ese escena son lo más vomitivo y despreciable que he visto jamás en una película. Suficiente sin duda para dejar de ver una película.

Se abre el debate de la necesidad de mostrar ciertas cosas en pantalla. Y desde luego que ésto cuesta verlo. Muchísimo. Al espectador desde luego, aunque al director parece que en absoluto. Y lo digo porque en la primera parte de la película, hasta esa escena, los movimientos de cámara son mareantes, frenéticos, irreales y algo absurdos (cuánto daño ha hecho la steady-cam, que ha provocado que tantos directores se quieran vender como artistas sólo con mover la cámara sin ningún sentido). Es precisamente en esa escena cuando la cámara permanece por primera vez fija, vigilante, tratando de convertirnos a todos los espectadores en voyeurs involuntarios, deseosa de captar todos los detalles, incluso los más dolorosos, sádicos y deprimentes. Todos.

En esa primera parte de la película, sus responsables incluyeron un ruido de fondo en una frecuencia de 28 herzios, inaudible para el oído humano y muy similar a la que provoca un terremoto. Esa frecuencia es capaz de generar en las personas nauseas, vómitos y mareos. Esa, dicen, es la razón de que mucha gente se marchara de la proyección, algo que se convirtió en habitual. Tanto es así, que la revista Newsweek declaró que ésta era la película de la que más gente se había marchado en su año, 2002. No creo que tengan datos, pero lo que está claro es que recoge hechos ciertos. La gente se marchaba de los cines durante la proyección de esta película con cierta normalidad.

Por algún extraño motivo que yo no soy capaz de comprender, éste es un motivo de orgullo para los responsables de la película. No sólo incluyeron esa frecuencia en la cinta con el fin de provocar un malestar generalizado en los espectadores, sino que en el DVD francés se destaca que, de las 2.400 personas que vieron el filme en el Festival de Cannes, 200 salieron de la sala antes de que finalizara la proyección. En San Sebastián sucedió algo parecido. No concibo el cine como algo elitista, como algo que deba causar rechazo en el espectador, como algo que roce la nausea y lo enfermizo. A mí si me dicen que un elevado porcentaje de espectadores no ha sido capaz de aguantar lo que está viendo, me induce a no verlo. No soy tan morboso. Y, por tanto, no puedo valorar positivamente, nunca, jamás, una película como Irreversible.

Se me hace difícil entender cómo se puede hacer de una violación gráfica y explícitamente mostrada en la pantalla el eje de una película. Lo que vemos antes de la secuencia es un galimatías borroso, molesto y sin demasiado sentido. Lo que vemos después ya no importa después de haber asistido a semejante festival del horror. Y es después donde se puede ver cierto desarrollo (cierto, limitado y escaso para sostener una película) de los personajes, pero ya es supérfluo. Ya estoy fuera de la película, ya no tengo interés en el mundo que veo en la pantalla, sólo siento asco y perplejidad por la morbosa secuencia que he visto. Sin duda se habló mucho en su día de la película. Sin duda suscitó polémica. Pero es el morbo por el morbo. No hay cine en Irreversible. Sólo morbo. Y por desgracia vende. Yo he tardado seis años en caer en este morboso asunto. Ojalá no hubiera caído nunca. No es Irreversible. Es insoportable. En el sentido más amplio de la palabra.

miércoles, noviembre 19, 2008

Harry el Sucio, un icono tan vilipendiado como valorado

Ponéos en situación. Sois una banda de atracadores, que estáis a punto de dar un buen golpe en un banco de San Francisco. Suena la alarma justo cuando estáis a punto de salir de la oficina, armados hasta los dientes. Os espera un coche en la puerta. Pero un policía que andaba por allí, comiéndose un perrito caliente, os ve y os da el alto. Se produce un tiroteo. El coche pierde el control y se estrella. Uno de vosotros, que no ha podido subir a tiempo al coche, recibe un balazo en el brazo y queda tendido en el suelo. El rifle, muy cerquita. Pero llega el policía. Te apunta y te dice lo siguiente: "Sé lo que estás pensando. Si disparé las seis balas o solo cinco. La verdad es que con todo este ajetreo, yo también he perdido la cuenta. Pero siendo éste un Mágnum 44, el mejor revolver del mundo, capaz de volarte los sesos de un tiro, no crees que debieras pensar que eres afortunado. ¿Verdad que sí, vago?". Y aunque la traducción en el doblaje español es ésta y no termine de encajar del todo con lo que realmente dice el personaje, ese es Harry el Sucio.

Estamos hablando de una película de 1971, la primera de una saga de cinco entregas (Harry el fuerte, Harry el ejecutor, Impacto súbito y La lista negra), que generó muchísima controversia en su día. En primer lugar, porque su villano, Scorpio, estaba basado en uno de los asesinos de moda en Estados Unidos por aquellas fechas, el que tan magníficamente retrató David Fincher en Zodiac. De aquel psicópata real conserva los mensajes a través de la prensa en los que reivindica y anuncia nuevos crímenes y convierte en realidad el anuncio de Scorpio nunca materializado de secuestrar un autobús escolar. La controversia viene por el hecho de que la policía aún no había conseguido detener a Zodiac, nunca lo consiguió de hecho, pero Hollywood ya estaba haciendo películas sobre él. Pero sobre todo fue polémica por su violencia, física, visual y narrativa.

El emblema de la vertiente crítica con Harry el Sucio fue un artículo publicado en The New Yorker por Pauline Kael, un analista que nunca tuvo en buena estima a Eastwood, en enero de 1972: "Se trata de una visión imaginaria de derechas de este cuerpo de policía (el de San Francisco) considerado como un grupo enormemente debilitado por liberales ilusos. La idea subyacente en esta película es que durante un breve y glorioso periodo, la policía cuenta con alguien realista en su seno -y lo expulsa. (...) Se lleva al público a una identificación total con Harry y a que se sienta victorioso por el hecho de que los liberales no consigan pararle. (...) Si está de acuerdo con la película -y es difícil resistirse, porque se utilizan las técnicas de suspense más hábiles a niveles emocionales muy primitivos-, tendrá un único deseo, ver sufrir al maníaco. (...) Harry el Sucio sólo es evidentemente una película de género, pero el género de acción siempre ha encerrado un potencial fascista, que ha terminado por salir a la superficie. (...) Harry el Sucio es una película profundamente inmoral".

Aunque con los años los responsables de la película (Eastwood y su director, Don Siegel) negaron que la filme tuviera interés político, lo cierto es que planteaba (si no por primera vez, sí desde luego una de las primeras en hacerlo) la sobreprotección de los delincuentes por encima incluso de sus víctimas, algo que en aquellos tiempos se estaba convirtiendo en un problema serio en Estados Unidos. Harry el Sucio dio voz a muchos norteamericanos que pensaban que un criminal estaba más protegido por la Ley que una víctima, que veían a sus agentes de la ley limitados por esas mismas leyes que deberían garantizar la seguridad de las personas. Eso lo plantea Harry el Sucio sin dar demasiadas soluciones reales o realistas. ¿Desde un punto de vista fascista, como llega a decir Kael? Quizá es mucho decir, pero tampoco se puede negar que los vigilantes cinematográficos (o de cualquier género de ficción) tienen un punto antidemocrático. Se saltan las leyes para garantizar su cumplimiento en un escenario inexistente. No es una crítica social, pero sí tiene un marco realista que puede generar debate.

El final de la película (que no voy a contar), que tampoco gustó a Kael al entenderlo como un desprecio "al iluso sistema legal", era, en realidad, un calco del final de Solo ante el peligro, una película unánimente aclamada desde su estreno años antes. Quizá la clave para entender la diferencia entre lo que Kael llama "liberales ilusos" y los "fascistas" como Harry el Sucio esté en otro diálogo de la película. "No quiero más dificultades como las que tuvo en el distrito Fillmore hace un año, ¿entendido? Esa es mi política", le dice el alcalde, tras pedirle que actúe como correo para pagar el rescate que pide Scorpio. "Sí, pero cuando un hombre acosa a una mujer con la intención de violarla, yo mato al hombre. Esa es mi política" le responde Harry. ¿Con intención? ¿Y cómo está seguro de ello?", pregunta de nuevo el alcalde. "Cuando un hombre desnudo persigue a una mujer con un cuchillo en la mano, imagino que no está recaudando fondos para la Cruz Roja", sentencia nuestro detective.

Harry Callahan es un icono, vilipendiado en su día por la crítica y alabado por buena parte del público, que ha ido ganando prestigio con los años. Hoy es indudable que este personaje está detrás de la mayoría de los detectives más famosos del cine de acción más moderno, desde el Martin Riggs de Mel Gibson en Arma Letal (la escena en la que el detective Riggs soluciona un intento de suicidio sólo se puede entender como un homenaje a la película de Don Siegel) hasta el John McClane de la saga Jungla de cristal (el juego Simon dice de su tercera parte recuerda mucho a cómo Scorpio intenta comprobar que el detective Callahan actúa solo). Harry el sucio es, sin duda, un policiaco de referencia de los años 70, uno de los thrillers más celebrados y notables de su época y un filme que no ha perdido con los años ni un ápice de su interés. Una gozada.

Y no, pese a la creencia popular no es en Harry el Sucio donde dice la frase que más fama y leyenda ha dado al personaje, aquella de "vamos, alégrame el día". Eso quedó para Impacto súbito.

miércoles, noviembre 12, 2008

'Atrapado en el tiempo': un delirante estudio sobre la naturaleza humana

Atrapado en el tiempo es una de esas películas que llaman la atención de poca gente a priori pero que pocos olvidan después de verla. Admitámoslo, es delirante pensar que pueda tener interés una película que cuenta las peripecias de un hombre del tiempo de una televisión local, malhumorado y gruñón (Bill Murray), cuando va a cubrir en un pueblecito americano la celebración del día de la marmota, para vivir una y otra vez ese mismo día, sin posibilidad alguna de salir de él por motivos absolutamente desconocidos. Lo dicho, delirante. Pero según pasa el metraje, uno se da cuenta de que es una película que explora la propia naturaleza del ser humano, porque da una respuesta a muchos de los interrogantes que cualquier de nosotros podría hacerse en esa situación. ¿Qué harías si tuvieras siempre el mismo día por delante sin que lo que hagas tenga consecuencia alguna al día siguiente?

La respuesta que ofrece Atrapado en el tiempo (¿por qué demonios no se tradujo literalmente el título original, El día de la marmota) es completa y compleja. No ofrece sólo un camino, sino que explora casi todos los posibles a través de escenas cortas y secuencias algo más prolongadas, jugando con maestría con el tiempo cinematográfico, con la elipsis y con el montaje. Desde la faceta altruista que le lleva a prevenir todos los males que suceden en Punxsatawney (que así se llama el pueblo, aunque en realidad la película está rodada en Woodstock), hasta la egoísta que le lleva a tratar de ligarse como sea a cualquier mujer del pueblo primero y después a la productora que le acompaña en el viaje (Rita, Andy McDowell), de quien se va enamorando poco a poco. Esta historia de amor, por cierto, no figuraba tan extensamente en el guión original. Lo único que se esquivó intencionadamente es la faceta violenta. Al protagonista no le da por matar a nadie, aún sabiendo que no tendrá consecuencias.

Después de vista, es difícil imaginarse Atrapado en el tiempo sin Bill Murray (un tipo que, al margen de la calidad de sus películas, admito que siempre me ha caído bien y eso siempre predispone favorablemente para ver un título como éste). Pero no fue la primera opción de su director, Harold Ramis (fue chocante ver tras la cámara a uno de los protagonistas de Cazafantasmas). En un momento dado habló con Tom Hanks para ofrecerle el papel. Y Tom Hanks no lo vio claro. El motivo es muy sencillo: la imagen que todo el mundo tiene de Tom Hanks es de buena persona, mientras que Phil tenía que parecer un tipo amargado, sobrepasado por los acontecimientos que le rodean en algunas ocasiones, imprevisible en otras, pero siempre divertido. Bill Murray ofrece todo eso y mucho más en el que se ha convertido en el papel de su vida. Y eso que tuvo muchas discusiones con el director, porque él quería un acercamiento más filosófico a la historia y Ramis apostaba por algo más cómico.

El envoltorio de comedia no oculta, en todo caso, una de las propuestas fantásticas (¿no lo es estar atrapado en un día que odias durante años y años...?) más arriesgadas de las últimas décadas, una película magnífica y entrañable, divertida y emocionante. Y, sobre todo, un título que, como decía más arriba, perdura en la memoria de quien la ve. Es así porque triunfa en todos los terrenos, en el dramático y en el cómico. El espectador está deseando ver los progresos del protagonista, ver qué se va a inventar para ese día repetido y cómo va a emplear los conocimientos adquiridos en el mismo día que ya ha vivido. Y a todos nos pesa como una losa ese despertador que, invariablemente, a las seis de la mañana, nos despierta con los acordes del I got you babe.

Me encanta el repetido encuentro con ese viejo conocido insoportable (Ned, inolvidable la actuación de Stephen Tobolowsky), sus técnicas para aprender día tras día todo lo que le gusta a Rita para así poder conquistarla, sus intentos infructosos de acabar con su vida e incluso el momento en el que llega a la conclusión de que es un dios ("un dios, no El Dios, al menos no lo creo") por el simple hecho de que no puede morir. Es inolvidable su visita al psicoanalista. El doctor le cree cuando le cuenta que está atrapado en el día de la marmota y le pide seguir viéndole para solucionar el problema. "¿Le viene bien mañana?", le dice, provocando una nueva reacción desesperada y divertidísima. Cada escena es un lujo porque sorprende siempre. Una gozada de película, un pequeño gran clásico, una de las mejores comedias contemporáneas.

Si estáis tentados de felicitar a alguien por el día de la marmota, tenéis que esperar todavía un poco: es el 2 de febrero...

sábado, noviembre 08, 2008

'La lengua de las mariposas': la magia en la mirada de un niño

El cine español se ha ganado mi recelo en muchas ocasiones. Pretendidas obras maestras, aclamadas universalmente por la crítica de nuestro país, me parecen alejadas de la vida, de la realidad y del arte con demasiada frecuencia a pesar de todos los parabienes y premios que reciben. Pero de vez en cuando uno descubre una joya imperecedera. Y yo acabo de descubrir La lengua de las mariposas. Sí, ya sé que la película se estrenó en 1999. Y añado para mi propia vergüenza cinéfila que forma parte de mi videoteca desde hace mucho tiempo. Pero nunca había encontrado el momento de verla. Ahora la he visto. Y todavía la recuerdo, tengo sus imágenes grabadas en la memoria. Tengo su historia clavada en el alma. Mente y corazón se ponen de acuerdo en no demasiadas ocasiones. Y cuando una película te llega a ambos, no queda más remedio que reconocer que estás ante uno de esos títulos que perdurarán en el tiempo, de esos que merece la pena recomendar y enseñar a quienes no lo han visto. Un peliculón, en definitiva.

La esencia de La lengua de las mariposas está en la mirada de un niño, Manuel Lozano, que da vida a Moncho. Y digo da vida porque es lo que hace, darle vida a un personaje creado en un guión, un personaje que podría no haber emocionado tanto, pero que este chaval hizo suyo de una forma ejemplar. Dice tantas cosas su mirada que es imposible resumirlas aquí. Habría que estudiar todas y cada una de sus escenas, todos los descubrimientos que hace ese niño pequeño a lo largo de los 100 minutos que dura el filme. Pero puestos a elegir, hay dos momentos sencillamente inolvidables. El primero, el de la imagen, el final de la película, el descubrimiento de que todos llevamos dentro un odio que no entendemos, de que quien hoy es tu modelo mañana puede ser tu enemigo, de lo que una persona tiene que hacer para garantizar su supervivencia. De cosas que un niño no entiende pero se ve obligado a asumir.

El segundo, la conversación que mantiene con su profesor (Fernando Fernán-Gómez) sobre el cielo y el infierno. ¿Quién no se ha hecho esas preguntas alguna vez? ¿Quién no ha contrapuesto dos explicaciones contradictorias como las de su padre y su madre para temas tan trascedentales? Lozano ha seguido trabajando en cine y televisión, pero reconozco que no he visto nada más de lo que ha hecho tras debutar en La lengua de las mariposas. Quizá sea el momento de descubrir si ese niño que tanto era capaz de emocionar mantiene ese capacidad como adolescente. Y si la mantendrá como adulto. Lo consiga o no, su papel en La lengua de las mariposas quedará para siempre en el recuerdo.

Manuel Lozano logró el papel déspués de que su director, José Luis Cuerda, viera a cientos de niños. El realizador, que considera que en su película no hay "nada Cameron, nada Spielberg" (no comparto la rebaja que hace del cine de Spielberg, pero...), quizá no sepa que es posible que deba al propio Spielberg su elección del actor protagonista. Cuenta Cuerda que en el proceso de cásting Manuel Lozano le dijo "que sabía un método definitivo para defenderse del Tiranosaurio Rex. ¿Cuál era el método? 'Quedarse quieto', me ha dicho. 'Es que el Tiranosaurio Rex ataca al movimiento, ¿sabes?'. Yo no lo sabía". Y quizá Manuel Lozano lo sabía precisamente por haber visto Parque Jurásico, de Steven Spielberg, estrenada cinco años del estreno de La lengua de las mariposas.

La lengua de las mariposas no deja de ser un relato costumbrista de la España previa a la Guerra Civil. Algo que el cine español ha tratado en innumerables ocasiones y casi nunca con demasiado acierto, casi nunca para que perdurara de verdad en la memoria y en el corazón del espectador, quizá como un simple tributo a la Historia de nuestro país. Pero La lengua de las mariposas triunfa por su aparente sencillez (que no simplicidad, no confundir), por su acercamiento a la Historia a través de la mirada de un niño, lo que él ve de una situación diferente y conflictiva ("tu padre no le ha regalado un traje al maestro", le dice su madre; "pero si se lo ha regalado", le responde el crío), el fin de la República y el alzamiento que dio pie a la última guerra vivida en España.

Cuerda consigue algo inusual en una película de temática política: contar los hechos sin necesidad de demostrar revanchismo o parcialidad. No es una película para rojos. O no tiene por qué serlo. Lo que la película muestra es un pedazo de nuestra historia. Aquí no hay buenos ni malos. Aquí lo que se plasma es una situación como la que se vivió en cientos de pueblos de España. En la que tu mejor amigo, tu compañero de trabajo, tu hermano, de repente era detenido por traidor, por rojo, por anarquista. Y tú, para salvar tu propia vida y a tu familia, te veías obligado a disimular. A insultar. A denunciar. Y como toda película que se basa en la valentía del ser humano, en la toma de las decisiones más duras que se pueden tomar en una vida, La lengua de las mariposas conmueve. ¿Se puede pedir algo más?

Sólo ganó un Goya, para el recientemente desaparecido Rafael Azcona por su guión, adaptado de tres cuentos escritos por Manuel Rivas. Aquel fue el año de Todo sobre mi madre. Á mí Almodóvar no ha conseguido y probablemente nunca conseguirá conmoverme como lo ha hecho La lengua de las mariposas. Fernando Fernán-Gómez no logró el premio al mejor actor, porque lo ganó Paco Rabal por Goya en Burdeos. Manuel Lozano tampoco ganó el galardón al actor revelación, que se fue para Carlos Álvarez, por Solas. Aunque el cine español no supiera valorar La lengua de las mariposas, para mí es una de las películas clave de las últimas décadas. Y con el tiempo, no me cabe duda de que irá cobrando mucho más valor. Una obra de arte.

lunes, noviembre 03, 2008

'Caótica Ana': El reposo no cambia el horrendo final

Me gusta el cine de Julio Medem. Me perdió con su documental La pelota vasca y me asustó la durísima crítica con la que fue recibida su última película, Caótica Ana. Por eso y por otras circunstancias, es una de esas películas que no pude ver cuando se estrenó. Ahora la he visto. Y, como me recomendaron, la he dejado reposar unos días antes de lanzarme a escribir sobre ella. Pero el reposo no ha cambiado ninguna de las sensaciones que me dejó al y tras verla. Es una película de Julio Medem, sin duda. Pero es Julio Medem, también guionista del filme, quien destroza todos los logros de la película en sus diez minutos finales, asombrosamente absurdos, que dejan una perplejidad enorme y una sensación de pena por no haber sabido cerrar una buena película. Más aún, por haber destrozado lo que había visto hasta entonces.

Medem suele ser un cineasta incomprendido, pero nunca había sido imcomprensible. Caótica Ana, hasta ese final, encaja a la perfección en el cine de Médem. Es la historia de un alma y una psique torturada, una mujer joven es la protagonista (siempre ha tenido el director buena mano para los personajes femeninos) y vive en un universo muy lejano de la realidad. El cine de Medem no se puede ver preguntándose cómo se ganan la vida los personajes, de qué comen, dónde están la familia y los amigos o porque el mundo real no les afecta. El cine de Medem siempre se ha movido en un universo muy personal, muy imaginativo, muy irreal, y Caótica Ana no es una excepción. La hipnosis y la reencarnación son temas nuevos, pero no están muy lejanos de la poesía de Los amantes del círculo polar el surrealismo de Tierra o la amnesia de La ardilla roja. Lo dicho, encaja. Por ahí no está el problema de la película.

Pero llega el final y rompe con todo lo anterior. En esos diez minutos finales, Medem se carga todas las bases del personaje que tanto esfuerzo ha gastado en construir. De esa Ana que sólo busca la libertad y su propia vida pasamos a una Ana en posiciones sumisas y en una vida que la anterior jamás tendría. De una Ana empática, pasamos a una Ana antipática. De un mundo de ensoñaciones e ilusiones, pasamos a otro escatológico y absurdo. No he conseguido encontrar ninguna explicación de Medem a ese final en las declaraciones que hizo para promocionar la película. Sólo he llegado a leer su confesión de que Caótica Ana es, en realidad, "una película política". Si esa es la explicación para ese final, sólo se puede decir que produce estupor por lo ingenuo y vacío que resulta.

Ana es una joven pintora (los cuadros que se ven en la película son los que pintó la hermana de Julio Medem, auténtico germen de la película, que murió hace algunos años en un accidente de tráfico) que vive en Ibiza con su padre, en una cueva y a la que una mecenas (Charlotte Rampling) se lleva a Madrid para lanzar su educación artística. Medem escogió a una actriz sin experiencia, Manuela Vellés, para darle todo el peso de la película. Y aprueba, aunque en algunas escenas se nota demasiado esa falta de pasado interpretativo. Como aprueba en general el reparto al completo (aunque Bebe no me termine de convencer como actriz), gracias a un muy buen director de actores como es Medem.

El director y guionista juega sobre el alambre con la concepción de lo masculino y lo femenino ("ellos, todos violadores; nosotras, todas putas", se llega a decir) que plasma en la película, pero no llega a ser irritante y encaja con el aspecto visual como lo temático encaja en la filmografía del realizador. Quizá sea por el juego entre diosa y bruja que plasma a través de los recuerdos de vidas pasadas que Ana ofrece a través de la hipnosis, quizá sea por el vaivén optimista y pesimista sobre las relaciones entre el hombre y la mujer que van plasmando las relaciones de los personajes de Manuel Vellés y Bebe a través de la película.

Si Medem tiene algo, es su capacidad para crear imágenes hipnóticas. Y eso lo tiene también en Caótica Ana. Es espléndida la secuencia en la que Ana se descubre en Madrid, en sus calles, rodeada de extraños (parafraseada más adelante en Nueva York, aunque con un efecto menos impactante) o el regreso de Ana para ver a su padre enfermo. Esa fuerza la mantiene Medem. El control sobre la película, no. El final acaba con toda la ilusión, con todo el magnetismo, con todo el interés (con esa cuenta atrás que engancha a lo largo de la película) que genera durante casi todo su metraje Caótica Ana. Todo eso se pierde con un final sencillamente horrendo.