miércoles, agosto 19, 2009

'G.I.Joe': Asombrosamente entretenida

Después de ver el fiasco que ha supuesto lo que ha hecho Michael Bay con cada una de las dos partes de Transformers (para mí, porque tiene legión de seguidores), después de saber que el director iba a ser Stephen Sommers (quien, de nuevo para mí, convirtió La momia en un cuento cómico para niños; ah, si Boris Karloff levantara la cabeza...), después de conocer el reparto, ver las primeras imágenes y saber que los productores iban a esconder la película de la crítica evitando los pases de prensa, todo apuntaba a un nuevo fiasco. A un nuevo destrozo de una franquicia de figuras de acción y dibujos animados con la que tantos hemos crecido. Y, ante mi más sincero asombro y contra todo pronóstico, resulta que G. I. Joe es una película de lo más entretenida.

Como película es más bien mala, no nos vamos a engañar: tiene unos diálogos horrendos, un desarrollo de personaje tan limitado como de costumbre, una inagotable colección de tópicos y una dirección algo atropellada. Pero cumple con creces lo prometido: es un sanísimo y honesto entretenimiento, un espectáculo de inofensiva destrucción y personajes arquetípicos que funciona realmente bien. Como referente, me viene a la cabeza Los 4 Fantásticos y su secuela, de las que un crítico llegó a decir que eran la basura más entretenida del verano. Aquí elevadas a la enésima potencia en acción, eso sí. Sólo en la secuencia de París (asombrosamente trepidante, pero algo demasiado digital) se ha llegado a decir que se destrozan más de un centenar de coches. Cada uno de ellos se ve en pantalla.

G. I. Joe no ofrece nada nuevo, ni para los amantes de la franquicia (más allá de la ilusión que pueda hacer verla en imagen real) ni para los aficionados al cine de acción. Es eso, una película de acción pura y dura, sin tomarse en serio a sí misma (pero sin caer en el ridículo como sí sucedía en Transformers), con un público objetivo centrado en adolescentes ansiosos de ver en la pantalla movimiento, tipos duros y mujeres atractivas, y nostálgicos de la serie de dibujos animados de los años 80. Los productores se han tomado una molestia absurda, la de convertir a los Joes en un cuerpo de élite de carácter internacional (Global Integrated Joint Operating Entity, significan las siglas en esta versión) y no sólo norteamericano (se supone que para no despertar animadversión en algunas partes del mundo), cuando la mayoría de sus componentes son precisamente estadounidenses. Absurdo, pero es el mundo políticamente correcto en el que vivimos.

¿Cuál es el éxito entonces, que es lo que hace de G. I. Joe una película digna de verse? Para empezar, que no es un producto adulto pero tampoco una ridiculez insultante, como tantos otros títulos que llegan a la cartelera procedentes de mundos similares a éste. El principal peligro que se corre al basarse en una franquicia así es el que tenía la serie de dibujos animados para ser tomada en serio: la historia se centra en un cuerpo militar de élite que se enfrenta al mayor grupo terrorista del mundo, pero no hay sangre, siempre se ve el paracaídas tras la explosión de un avión, la violencia es de juguete, y no muere nadie porque tiene que salir en el siguiente episodio. G. I. Joe no cae en esa trampa, la violencia es salvajemente irreal, pero encaja en este universo de ciencia ficción ("un futuro no demasiado lejano"), en esta aventura trepidante (aún más gracias a la dinámica partitura de un Alan Silvestri que con Van Helsing, Beowulf y ésta ha recuperado el pulso narrativo que tenía en los años 80, con títulos como Regreso al futuro o Depredador).

Los viejos aficionados de la saga echarán en falta algo de imaginación en los diseños de los personajes. Si algo caracterizaba al universo de G. I. Joe es que todos y cada uno de los miembros del equipo eran únicos y llevaban su propia vestimenta. Aquí todos visten el consabido traje de látex negro que casi todos los héroes de acción han llevado desde el Batman de Tim Burton. Pero esos mismos aficionados disfrutarán con los vehículos que aparecen en la película o con algunos momentos muy reconocibles, en especial las peleas entre Sombra y Ojos de Serpiente (que en la versión doblada han decidido dejar con sus nombres originales, Storm Shadow y Snake Eyes; este segundo no tiene diálogo alguno, como el personaje original, y está interpretado por Ray Park, el Darth Maul de Star Wars) y la Baronesa y Scarlett (de su rodaje salieron heridas tanto Sienna Miller como Rachel Nichols, la primera en su muñeca y la segunda con algunas quemaduras).

Stephen Sommers es un director previsible, que adora mover la cámara aunque no tenga ningún sentido, pero aquí consigue la difícil tarea de no marear en casi ninguna de las magníficamente coreografiadas secuencias de acción (de largo, la mejor es la de París, aunque también es intensa y coherente la del asalto de los villanos a la base de los Joes). Y en la sala de montaje logra dar coherencia a un climax final que se mueve en cinco o seis escenarios paralelos. Del reparto, además de disfrutar con los movimientos de Ray Park, hay que hablar de un Dennis Quaid que se lo pasó tan bien (quizá porque aceptó el papel gracias a que su hijo es fan de G. I. Joe) que vio cómo se incorporaban nuevas escenas para su personaje, el General Hawk, y de una Sienna Miller que lo que más hace ante la cámara es desfilar (descoloca esta actriz, capaz de películas como Interview y que a veces se queda en pantalla como una simple modelo de colonia).

Son dos horas a medio camino entre el cine de acción más contemporánea, la diversión más absurda e incoherente, y la nostalgia que siempre produce un mito de los años 80. Para pasar un gran rato sin prejuicios ni complejos.

domingo, agosto 09, 2009

Pixar, gracias por la aventura de 'Up'

Hace un año se estrenó Wall·E, la enésima obra maestra de Pixar. Y entonces ya dije que el estudio que hizo competencia a la mismísima Disney y acabó fusionada con ella tenía un don: no hace películas de animación, hace cine por encima de todo y la animación es su herramienta. Eso hace que cada nuevo título deje una sensación contradictoria. Por un lado, uno piensa que Pixar ha alcanzando su cumbre, que ya no volverá a hacer un peliculón como el anterior. Como Toy Story, como su secuela, como Monstruos S.A., como Buscando a Nemo, como Los Increíbles o como la mencionada Wall·E. Pero, por otro lado, uno piensa que, si tienen la capacidad de hacer buen cine, ¿por qué no repetir con otra fresca y original genialidad? Suele triunfar más la primera corriente, y se generaliza la idea de que el nuevo Pixar no puede ser tan bueno como el anterior, y más cuando corren tantos riesgos como ahora. Y todavía no sé cómo lo hacen, pero lo consiguen. Se superan película a película. Hilan obra maestra tras obra maestra y traspasan con una facilidad asombrosa límites que parecían vedados al cine de animación. Eso es Up.

Con Up la sorpresa ha sido aún mayor de lo esperado, porque lo que esperaba ver, lo que anunciaban los trailers, era una comedia desenfrenada. Esperaba ver el mismo tono humorístico de Buscando a Nemo, para mí la más divertida de todas las películas de Pixar. Y no, no tiene nada que ver. Por descontado que hay risas, muchísimas (¿son los animadores los únicos capaces de conseguir hoy en día comedia de primera y con buen gusto?). Pero Up es, por encima de todo, una historia de amor. Los diez primeros minutos de la película son un cursillo acelerado de cinematografía y animación. Sin diálogos, sólo con la música de ese genio que es Michael Giacchino, pasamos por delante de toda una vida en común de una pareja, asomándonos a temas que el espectador jamás esperaría encontrar en el cine de animación (como el aborto o la muerte)... porque el cine de animación actual sigue empeñado en tratar a los niños como idiotas. Todos, salvo Pixar. Y por eso Pixar reina. El toque de genialidad es que la historia de amor se sigue desarrollando a lo largo de toda la película con sólo uno de sus dos protagonistas. Sencillamente maravilloso.

También es Up una historia de amistad, entre el anciano protagonista y el pequeño explorador que busca la última distinción que le falta (quizá esta relación sea lo más predecible de toda la película, pero es igualmente encantadora gracias a que los personajes están trazados con maestría, sin forzar situaciones, sin recurrir a estereotipos facilones). Y una historia de aventuras, de lugares exóticos y desconocidos, con un malo a la altura, con un desenlace magníficamente coreografiado. Por supuesto que, como buena película de animación, es una comedia. Y es una comedia que marca distancia con la comedia moderna y para niños. No hay escatología, no hay chistes fáciles. Hay genialidades, tiene un humor tan inteligente y a la vez tan sencillo que lo captan espectadores de todas las edades. Porque si algo tiene Pixar es que hiptoniza a los más pequeños, les cautiva, les hace estar pendientes de la pantalla, y no de las palomitas, del baño o de lo que les espera a la salida del cine. Lo vi con Wall·E y lo he corroborado con Up. Y todavía no salgo de mi asombro.

Había quien no veía claro el negocio de Up. Pensaron que un anciano no engancharía a los más pequeños, que no era un protagonista adecuado para una película de animación. Creían que apostar por una gran historia y un guión magnífico, por una obra de calidad, no mejoraba la tradición de hacer la misma película de siempre, con los mismos animales, con los secundarios cómicos de siempre, con los mismos chistes fáciles. Y Up, como casi todo lo que hace Pixar, se revela como un auténtico prodigio, como una rara especie (tan como el pájaro Kevin de la película o como los perros parlantes) dentro de un cine que no termina de darse cuenta de que en el talento se puede confiar por encima de todo. Y en Up hay mucho talento, muchísimo, desde su prológo hasta el álbum con el que se cierra la película en los títulos de créditos (homenaje a Star Wars incluído), pasando por unos diálogos certeros, un guión lleno de ritmo, escenas de acción perfectas y un desarrollo de personajes que supera a buena parte del cine moderno.

Siendo sinceros, yo también habría dudado si fuera un ejecutivo de un gran estudio y alguien me dice que quiere hacer una película sobre un anciano que un buen día decide llevarse su casa volando gracias a cientos de globos a un lugar exótico en el que su mujer y él siempre soñaron vivir, y que hace ese viaje con un niño polizón, un ave zancuda y un perro que habla. Pero si a continuación me dicen que es un producto Pixar, cierro los ojos y salto al vacío. Algún día Pixar se equivocará (Cars para mí es su título más flojo), pero para cuando llegue ese día ya nos habrá dejado un puñado de obras maestras inolvidables. Up es otra más. Si ya fue duro ver que Wall·E se quedara fuera de las nominadas al Oscar a la mejor película (no de animación, sino en la categoría general), este año sería aún más difícil de explicar, ya que cambian las normas y serán diez las nominadas.

En el viejo álbum que aparece en la película, descubrimos casi al final una frase que describe a la perfección lo que desprende la película. "Gracias por la aventura. Ahora empieza otra nueva". Gracias, Pixar, por esta aventura. Ya estoy deseando ver la nueva, la próxima, la que de nuevo me volverá a hacer sentir que es imposible mejorar lo anterior y nuevamente me volverá a emocionar y entusiasmar. Gracias de verdad. Porque por esto es por lo que merece la pena pagar una entrada.

lunes, agosto 03, 2009

SAGAS: Alien

Ya es oficial que habrá un nuevo Alien y también es oficial que su director no será otro que Ridley Scott. La noticia, magnífica y de gran trascendencia, apenas ha tenido difusión en España, lo que sorprende por aquello de tratarse de un icono de la ciencia ficción de los últimos 30 años, pero da a entender lo bajo que ha caído la saga de este ser estraterrestre, el asesino perfecto que nos descubrió el cine hace ahora tres décadas. Aprovechando la noticia y que hace un par de meses se cumplió la tercera década desde su estreno (a España llegó el 26 de septiembre de 1979), es buen momento para hacer un repaso a toda la saga.

· ALIEN (1979)
Un clásico con mayúsculas, y no sólo del género. Porque, para empezar, ¿de qué género es Alien? La tentación lógica es hablar de ciencia ficción, pero en realidad es una película de terror. En realidad, es puro cine. Del grande. Del que permanece en la memoria. Ridley Scott hizo maravillas escondiendo (como mandan los cánones del género) la criatura diseñada por H. R. Giger y haciéndonos temer por su aparición tras cualquier esquina de la mítica nave Nostromo. Apenas siete personajes, una criatura aparentemente indestructible y un gato formaron una de las tripulaciones más conocidas del cine contemporáneo. La genialidad narrativa de Scott, un reparto excepcional encabezado por Sigourney Weaver (que convirtió a Ripley en todo un icono del cine), una tensa música de Jerry Goldsmith y una imaginería visual pocas veces superada convierten a Alien en una referencia indispensable, en dos horas inolvidables y a las que hay que volver cada cierto tiempo con el mismo cariño y la misma reverencia de la primera vez.

· ALIENS. EL REGRESO (1986)
Si existe la secuela perfecta, es ésta y como tal debiera figurar en los manuales de cine, por la forma y por el fondo. James Cameron recogió un peliculón e hizo otro... que en realidad no tenía nada que ver con la anterior. Si Ridley Scott apostó por el terror, él lo hizo por el cine bélico, manteniendo el escenario de ciencia ficción y profundizando, como está mandado, en los personajes. Cogió la historia en un punto cercano al final de la primera entrega y expandió el universo con respecto a la película original. La incorporación de la reina Alien es una genialidad, como también la de Bishop, el personaje interpretado por Lance Henriksen o la niña Newt, una superviviente del ataque de los aliens. Tanto como la portentosa banda sonora que compuso James Horner. O el impresionante final, uno de los más emocionantes de la década, con un inolvidable duelo de titanes entre la mujer y la reina Alien. En realidad, todo. Para muchos, la mejor de la saga. Yo me sigo quedando con la primera. Aliens fue una de las primeras películas en tener un Director's cut.

· ALIEN 3 (1992)
Como en las películas anteriores, la tercera entrega contó con un director no demasiado importante en su momento pero que se ha acabado consolidando: David Fincher. La diferencia es que ésta es la primera película de Fincher, y Scott y Cameron ya habían dirigido alguna cosa de más o menos importancia. Fincher sólo videoclips y anuncios. Y sale airoso del trance, lo que no es poco, pero su película se vio muy disminuida por la intervención de los productores. El director's cut es mejor que la versión que se estrenó en cines y aporta mucha información interesante. En todo caso, las nuevas características que otorgan al Alien no son muy del gusto de la mayoría de los seguidores de la saga. A mí no me chirrían tanto, pero prefiero la versión original. Fincher, en todo caso, toma como modelo el Alien de Ridley Scott y captura por momentos una atmósfera intersante, opresiva y gótica. Sigourney Weaver cerró la saga de Ripley con un buen y simbólico final, aunque en un desaprovechado entorno de una cárcel enteramente poblada por hombres. Mejor de lo que muchos creen, pero bastante inferior a las dos anteriores.

· ALIEN RESURRECCIÓN (1997)
En los manuales de cine, ésto tiene que aparecer como el mejor ejemplo de la desgracia de una saga. Nada que ver con el original, ni en la forma ni en el fondo, una realización torpe (de Jean Pierre Jeunet, lo que quizá influye en mi negativa visión de Amelie...), un guión malo de solemnidad y un desarrollo de la franquicia que roza la locura, con la invención de un ser híbrido entre humano y alien que mueve a la carcajada. La presencia de planos imposibles, marca de fábrica del director, contribuye al despropósito tanto como el imposible y absurdo regreso de Ripley, que para eso estaba mejor donde se quedó en la tercera película. Tiene una secuencia fascinante, una persecución de los aliens a los humanos bajo el agua, pero el resto de la película es no ya una pérdida de tiempo, sino un motivo para salir muy, pero que muy cabreado del cine ante tanto despropósito génetico-cómico. Tanto fue así que han tenido que pasar doce años para que alguien piense en hacer otra película de la saga. Por algo será.

· ALIEN VS PREDATOR (2004)
El cómic ya había unido previamente las dos franquicias de ciencia ficción más populares de la Fox, así que era cuestión de tiempo ver algo parecido en el cine. Y el resultado fue de lo más decepcionante. Un galimatías demasiado centrado en los humanos, en lugar de focalizar la acción en lo que importaba a los fans de ambas sagas: los aliens y los depredadores. La historia es tan tópica que da cierta risa, y eso que el flashback que ofrece toda la información, a pesar de todo, es lo mejor de la película. Eso y una sola de las peleas entre una criatura de cada raza, la única de todo el metraje en la que el espectador puede seguir lo que está sucediendo sin necesidad de marearse o sentir que no se está enterando de nada. Una pérdida de tiempo que, sorprendentemente y a pesar de su carácter de serie B cutre y moderna, con actores desconocidos, recaudó bastante dinero. Pero no se ganó el cariño de nadie.

· ALIENS VS PREDATOR. REQUIEM (2007)
Cuando cabía pensar que la saga había tocado fondo, llegó esto. Sus responsables aseguraron que con esta, y dada la decepción de la anterior, querían satisfacer a los fans. Y creo que no es descabellado decir que la secuela es todavía peor que la original. Ya es decir. Un ejercicio de lamentable cine gore, más de serie Z que de serie B, que no duda en reírse de los personajes a los que quería hacer justicia y con unos diálogos tan absurdos que parecen escritos por niños de tres años. Lo mismo vista entre amigos, con grandes dosis de palomitas y muchísimo sentido del humor, es posible sacarle algo positivo, aunque la verdad es que lo dudo. Cuando le pusieron el subtítulo de Requiem, sabían lo que hacían: esto era el clarísimo fin de una saga de corto recorrido, la mezcla de aliens y depredadores, que no ha generado ni el más mínimo interés y que ha enterrado un poco más el prestigio de las dos sagas matrices. Depredador la asumirá ahora Robert Rodríguez desde la producción.