sábado, noviembre 08, 2008

'La lengua de las mariposas': la magia en la mirada de un niño

El cine español se ha ganado mi recelo en muchas ocasiones. Pretendidas obras maestras, aclamadas universalmente por la crítica de nuestro país, me parecen alejadas de la vida, de la realidad y del arte con demasiada frecuencia a pesar de todos los parabienes y premios que reciben. Pero de vez en cuando uno descubre una joya imperecedera. Y yo acabo de descubrir La lengua de las mariposas. Sí, ya sé que la película se estrenó en 1999. Y añado para mi propia vergüenza cinéfila que forma parte de mi videoteca desde hace mucho tiempo. Pero nunca había encontrado el momento de verla. Ahora la he visto. Y todavía la recuerdo, tengo sus imágenes grabadas en la memoria. Tengo su historia clavada en el alma. Mente y corazón se ponen de acuerdo en no demasiadas ocasiones. Y cuando una película te llega a ambos, no queda más remedio que reconocer que estás ante uno de esos títulos que perdurarán en el tiempo, de esos que merece la pena recomendar y enseñar a quienes no lo han visto. Un peliculón, en definitiva.

La esencia de La lengua de las mariposas está en la mirada de un niño, Manuel Lozano, que da vida a Moncho. Y digo da vida porque es lo que hace, darle vida a un personaje creado en un guión, un personaje que podría no haber emocionado tanto, pero que este chaval hizo suyo de una forma ejemplar. Dice tantas cosas su mirada que es imposible resumirlas aquí. Habría que estudiar todas y cada una de sus escenas, todos los descubrimientos que hace ese niño pequeño a lo largo de los 100 minutos que dura el filme. Pero puestos a elegir, hay dos momentos sencillamente inolvidables. El primero, el de la imagen, el final de la película, el descubrimiento de que todos llevamos dentro un odio que no entendemos, de que quien hoy es tu modelo mañana puede ser tu enemigo, de lo que una persona tiene que hacer para garantizar su supervivencia. De cosas que un niño no entiende pero se ve obligado a asumir.

El segundo, la conversación que mantiene con su profesor (Fernando Fernán-Gómez) sobre el cielo y el infierno. ¿Quién no se ha hecho esas preguntas alguna vez? ¿Quién no ha contrapuesto dos explicaciones contradictorias como las de su padre y su madre para temas tan trascedentales? Lozano ha seguido trabajando en cine y televisión, pero reconozco que no he visto nada más de lo que ha hecho tras debutar en La lengua de las mariposas. Quizá sea el momento de descubrir si ese niño que tanto era capaz de emocionar mantiene ese capacidad como adolescente. Y si la mantendrá como adulto. Lo consiga o no, su papel en La lengua de las mariposas quedará para siempre en el recuerdo.

Manuel Lozano logró el papel déspués de que su director, José Luis Cuerda, viera a cientos de niños. El realizador, que considera que en su película no hay "nada Cameron, nada Spielberg" (no comparto la rebaja que hace del cine de Spielberg, pero...), quizá no sepa que es posible que deba al propio Spielberg su elección del actor protagonista. Cuenta Cuerda que en el proceso de cásting Manuel Lozano le dijo "que sabía un método definitivo para defenderse del Tiranosaurio Rex. ¿Cuál era el método? 'Quedarse quieto', me ha dicho. 'Es que el Tiranosaurio Rex ataca al movimiento, ¿sabes?'. Yo no lo sabía". Y quizá Manuel Lozano lo sabía precisamente por haber visto Parque Jurásico, de Steven Spielberg, estrenada cinco años del estreno de La lengua de las mariposas.

La lengua de las mariposas no deja de ser un relato costumbrista de la España previa a la Guerra Civil. Algo que el cine español ha tratado en innumerables ocasiones y casi nunca con demasiado acierto, casi nunca para que perdurara de verdad en la memoria y en el corazón del espectador, quizá como un simple tributo a la Historia de nuestro país. Pero La lengua de las mariposas triunfa por su aparente sencillez (que no simplicidad, no confundir), por su acercamiento a la Historia a través de la mirada de un niño, lo que él ve de una situación diferente y conflictiva ("tu padre no le ha regalado un traje al maestro", le dice su madre; "pero si se lo ha regalado", le responde el crío), el fin de la República y el alzamiento que dio pie a la última guerra vivida en España.

Cuerda consigue algo inusual en una película de temática política: contar los hechos sin necesidad de demostrar revanchismo o parcialidad. No es una película para rojos. O no tiene por qué serlo. Lo que la película muestra es un pedazo de nuestra historia. Aquí no hay buenos ni malos. Aquí lo que se plasma es una situación como la que se vivió en cientos de pueblos de España. En la que tu mejor amigo, tu compañero de trabajo, tu hermano, de repente era detenido por traidor, por rojo, por anarquista. Y tú, para salvar tu propia vida y a tu familia, te veías obligado a disimular. A insultar. A denunciar. Y como toda película que se basa en la valentía del ser humano, en la toma de las decisiones más duras que se pueden tomar en una vida, La lengua de las mariposas conmueve. ¿Se puede pedir algo más?

Sólo ganó un Goya, para el recientemente desaparecido Rafael Azcona por su guión, adaptado de tres cuentos escritos por Manuel Rivas. Aquel fue el año de Todo sobre mi madre. Á mí Almodóvar no ha conseguido y probablemente nunca conseguirá conmoverme como lo ha hecho La lengua de las mariposas. Fernando Fernán-Gómez no logró el premio al mejor actor, porque lo ganó Paco Rabal por Goya en Burdeos. Manuel Lozano tampoco ganó el galardón al actor revelación, que se fue para Carlos Álvarez, por Solas. Aunque el cine español no supiera valorar La lengua de las mariposas, para mí es una de las películas clave de las últimas décadas. Y con el tiempo, no me cabe duda de que irá cobrando mucho más valor. Una obra de arte.

2 comentarios:

Juan Rodríguez Millán dijo...

Bebita, y con razón que se enfadó... Estoy contigo en lo que piensa Moncho. Me refería el odio de los demás.

Luis dijo...

Hace como un año la vi en el teatro, y la verdad, es que no me cansara esta historia tan bonita.

Para mí el acto del padre, no es de cobardía. La cobardía es ir tantos asesinos armados hasta las cejas. Lo otro son actos humanos, y alzar la voz es un acto de valentía, de pasión o incluso de insensatez.

Esto me recuerda justo ahora que se cumplen diez años del asesinato del seguidor de la Real Sociedad Aitor Zabaleta beti gogoran (siempre en nuestro recuerdo). Que esos cobardes, violentos, fueron en grupo, armados y a una persona que estaba ayudando a un niño de seis años, para que no le hicieran nada, pues le asesinaron, asestándole una puñalada. Mientras iba con la gente de una peña femenina de la Real (nada que ver con esos).

Esta semana con los homenajes, la familia ha dicho que esto ayudaba. Y esto me recuerda a las obras de Lorca, (muy a cuento si hablamos de esa época), en la que una madre maldecía los cuchillos, aunque ahora no recuerdo en cuál, perdonar.

Me apetecía hablar de esto. De que en ocasiones lo que parece, no es lo que es.

Un abrazo.