lunes, octubre 20, 2014

'Relatos salvajes', mala uva catártica

En estos tiempos tan políticamente correctos en los que vivimos, la incorrección casi siempre recibe una alabanza entusiasta. Eso le sucede a Relatos salvajes, una colección de seis relatos cortos que Damián Szifron reúne en un único largometraje. Las historias tienen como nexos de unión la venganza como tema y la mala uva catártica como sensación. Por supuesto, su incorrección hace que el recibimiento que ha tenido la película haya sido muy entusiasta, y en buena medida lo merece. Szifron estira los límites, saca todo el jugo a sus historias, a sus personajes (todos, con perdón, unos cabrones en mayor o menor medida), exprime los límites de lo admisible, de lo tolerable y de la tensión y llega a finales muy satisfactorios. Puede que, más allá de esas sensaciones mencionadas, falte algo de unidad entre los seis relatos, pero el gozo culpable y el nivel de identificación que se puede sentir con muchos de los personajes es tan grande que resulta difícil ponerle pegas a una película de humor negro y cínico tan sincera y culpablemente divertida.

Una misteriosa coincidencia en un avión, una camarera que encuentra una posibilidad de vengarse de un capo local que provocó una tragedia en su familia, un enfrentamiento en la carretera entre dos conductores, un experto artificiero a quien la vida se le tuerce por culpa de la grúa, una negociación para encontrar un culpable tras un accidente de tráfico y una boda que se derrumba sin previo aviso. Sin desvelar más detalles, esas son las seis situaciones en las que Szifron encuentra vías de escape, auténticas catarsis, respuestas cínicas a la realidad. Son, evidentemente, historias exageradas pero que tienen una percha visible y palpable en la realidad como que la identificación juegue un papel determinante en el éxito de Relatos salvaje. Porque, sí, son salvajes, pero también nacen de historias reales o, al menos, realistas. Y por eso se disfrutan. Por eso, cada vez que Szifron supera los límites, provoca una carcajada. Por eso toda la película funciona, porque en todos estos seis segmentos hay elementos muy destacables.

Volviendo a la cuestión de la unidad, es verdad que la hay temática, pero cada historia es tan personal que, en realidad, no se puede evitar una cierta desconexión. Eso sí, como buena antología que es, no cede en la diversión que propone. Y quizá sí se puede entender la unidad por el hecho, atípico, de que los seis segmentos cuenten con el mismo director. Estas títulos (En los límites de la realidad, Historias de Nueva York, las series televisivas Cuentos asombrosos o Alfred Hitchcock presenta, y un largo etcétera) suelen distinguirse por reunir a varios autores. Pero Szifron arriesga con estilos diferentes, con tonos incluso diferentes dentro del conjunto, y sale victorioso. Le funciona tan bien el ambiente casi noir del quinto de los relatos, La propuesta, como el toque cercano al spagueti western del tercero, El más fuerte; es tan creíble el misterio de la historia que abre el filme, Pasternak, como el crescendo en el hartazgo de la cuarta, Bombita; y es tan divertido el desmadre cínico del segundo corto, Las ratas, como el psicológico de la que cierra Relatos salvajes, Hasta que la muerte nos separe.

Lo que hace de la película de Szifron una experiencia gozosa no es, en realidad, el hecho de que traspase límites, aunque eso por supuesto ayuda a que la diversión sea más completa, sino la forma en que consigue cerrar todas y cada una de sus historias de formas muy diferentes, entendiendo las distintas claves de cada una, tanto narrativas como visuales. Eso también hace que no sea del todo fácil entender la película como un bloque sin fisuras pero habla de la versatilidad de un director que demuestra una espléndida lucidez y que saca lo mejor de un reparto argentino en el que el espectador español destacará fácilmente a Ricardo Darín o Leonardo Sbaraglia pero en el que deslumbran nombres menos conocidos como los de Rita Cortese (inquietante hasta el extremo), Óscar Martínez (quizá el personaje más excepcional de toda la película, el mejor desarrollado y el que representa lo mejor del hartazgo del que habla) o Érica Rivas (retrato perfecto de la quiebra emocional y psicológica, sobre todo con un monólogo sensacional en la azotea). Que sea algo diferente ayuda a disfrutar aún más esta película tan gamberra.

2 comentarios:

Óscar dijo...

Estupenda crítica y muy de acuerdo con ella como puedes ver en la de mi blog (http://tododesdemisofa.blogspot.com.es/2014/10/relatos-salvajes.html). Es cierto que quizás como espectadores no estemos demasiado acostumbrados a éste tipo de películas episódicas y menos aún a una que no tiene un nexo de unión claro al margen de la llamada al lado más salvaje de los humanos como ya se nos adelante en los títulos de crédito. Como dices por su propia rareza se aprecia aún más, además no contiene grandes altibajos en el nivel de las historias algo que no suele ocurrir en éste tipo de cine y hay un par que en mi opinión son muy sobresalientes (la de la boda y la de bombita). Una película muy recomendable para salirnos un poco de los estandars habituales del cine actual.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Óscar, sí que coincidimos casi por completo en la valoración, sí. Y es justo lo que dices, una película diferente que por eso y por su calidad ya se ha ganado el derecho a ser reivindicada. Así da gusto.