viernes, febrero 01, 2013

'El último desafío', cómo hacer de una mala película un divertimento impagable

El último desafío, el regreso de Arnold Schwarzenegger al cine tras sus años dedicados a la política, es una mala película en todos los términos académicamente aceptables de lo que es una película. Pero, qué cosas, gracias a la absoluta sinceridad de sus responsables ante lo que están haciendo (sin ínfulas de grandeza, ni parábolas sobre la violencia en la sociedad), se convierte en un divertimento impagable, en casi dos horas de sano e incomparable entretenimiento, en una auténtica experiencia casi imprescindible para todos aquellos que hayan crecido viendo películas de Schwarzenegger y de acción, para quienes le encontraran el punto gozoso a películas como Commando o Eraser, para quienes quieran disfrutar con una violencia descontrolada sin necesidad de hacerla pasar por una obra de autor y para todo aquel que esté dispuesto a disfrutar de este absoluto despropósito convertido en película con muchas ganas de pasarlo bien. Porque es una mala película, que a nadie le quepa la menor duda. Pero siendo mala, es buenísima. Ya, toda una paradoja. ¿Pero cómo explico si no lo bien que me lo he pasado?

Vayamos de nuevo al principio. El último desafío es, salvando su participación en la olvidable Los mercenarios 2 (y el cameo en Los mercenarios), el regreso de Arnie a un papel protagonista nada menos que desde Terminator 3, hace casi ya diez años. Esa situación es objeto de continuas autoreferencias en la película. Que si está viejo, que si necesita ayuda para levantarse, que si un "volveré" que parece obligatorio colar en un guión que vaya a decir Schwarzenegger, que si una referencia a los inmigrantes... Es muy divertido ver que Schwarzenegger sabe reírse de sí mismo, no sólo con esos detalles, sino también con la acción que él mismo protagoniza en la película. Si alguien duda del tono paródico que esconde El último desafío, por mucho que en su arranque quiera aparentar que es una película más o menos seria, no hay más que ver cómo acaba con uno de los malos, ya en la escena final, saltando con él por la ventana. Ahí explota toda la contención con la que se pueda ver la película para dar paso al gozo más absurdamente sincero.

Schwarzenegger interpreta a un sheriff de un pequeño pueblo de Arizona muy cercano a la frontera. Y en su oficina, casi como si fuera una versión paródica y contemporánea de Río Bravo (esa respuesta de Howard Hawks y John Wayne al que vieron como un sheriff cobarde en Solo ante el peligro), tiene tres ayudantes. Jerry (Zack Gilford) es torpe pero tiene aspiraciones en la lucha contra el crimen, Sarah (Jaimie Alexander) es la típica chica guapa del pueblo que ha decidido meterse a policía y Mike (Luis Guzmán) es el clásico hispano acomodado pero noble que piensa que jamás pasa nada en un pueblo como el suyo. Por otro lado, Gabriel Cortez (Eduardo Noriega) es un peligroso narcotraficante que tiene el plan perfecto para cruzar la frontera y eludir a la justicia, y John Bannister (Forest Whitaker) es un agente del FBI dispuesto a todo para impedir que se salga con la suya. Sobra decir por qué lugar intentará pasar dicha frontera y que viejo sheriff le plantará cara, con ayuda de otros dos tipos del pueblo, el chico malo ex de Sarah, Frank (Rodrigo Santoro) y el excéntrico amante de las armas Lewis Dinkum (Johnny Knoxville, salido de Jackass).

La película ofrece tantos momentos delirantes, destinados a provocar reacciones entre la carcajada y el asombro. Cuando llegue el primero y creáis que a los autores de la película se les ha ido la mano, no penséis que ahí acaba la cosa, no. En realidad, esa sensación estalla en los últimos 30 o 40 minutos de película, cuando salta por los aires la poca contención que ya estaba exhibiendo el surcoreano Kim Ji-woon, que debuta en Estados Unidos con este filme. Y, a pesar de ese festival de sinsentidos que tanta diversión ofrece, lo cierto es que la película muestra una interesante solvencia con la cámara y en la planificación de las escenas de acción. Es decir, que podría haber sido el esqueleto de algo más serio. Pero no es el caso, sobre todo porque no quiere serlo. El último desafío es exactamente lo que promete, violencia divertida, referencias continuas a Schwarzenegger y actores que se lo están pasando en grande. Por supuesto, empezando por el propio Arnie, pero pasando por un Eduardo Noriega que seguro que disfrutó llamando "abuelito" (y en castellano en versión original) a su oponente o un desatasímo Peter Stormare.

Puestos a buscar un referente cercano, El último desafío es al cine de Arnold Schwarzenegger lo que Furia ciega podría haber sido para Nicolas Cage si sólo recordáramos sus películas decentes. Pero mientras Arnie estaba jugando a la política, Nic estaba arruinándose y aceptando todos los papeles que le ofrecían sin pensar en lo risibles que pudieran ser. Y si aquella me entretuvo, ésta adquiere desde ya la categoría de película de culto. De esas, insisto, que sabes que son malas, de esas que puede que mucha gente no reconocerá hasta dentro de unos años que le ha proporcionado un disfrute impresionante durante casi dos horas. Y es que de vez en cuando no hay nada mejor que desconectar, dejarse arrastrar por una locura de éstas y olvidarse del mundo. Coches impresionantes, chicas guapas (incluso improbables agentes del FBI que corren tras los malos melena al viento), peleas imposibles, acrobacias impensables, una cuenta de muertos difícil de llevar y disparos, muchos disparos. Eso es lo que ofrece la película con la que Schwarzenegger nos dice que ha vuelto. No me atrevería a decir que en plena forma, porque no es así, pero ha vuelto con ganas de dar guerra. Y a mí me encanta que así sea.

2 comentarios:

Doctora dijo...

Es de agradecer que en el trailer dejen claro el estilo de la peli y no la vendan como algo que no es.

Desde luego no me ha llamado mucho la atención, pero supongo que la veré algún día. Hubiera preferido algo un pelín más serio, con algo parecido a "Vacaciones en el infierno" me valía, pero bueno.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Doctora, es uno de los motivos por los que acaba cayendo simpática la película, su sinceridad absoluta de principio a fin. A mí me llamó la atención por ser el regreso de Schwarzenneger a un papel protagonista, con eso lo tenía ya en el punto de mira, pero me lo acabé pasando mucho mejor de lo que esperaba y, seguramente, de lo que en realidad ofrece la película.