Suele haber cineastas que casi nadie se atreve a criticar (y no estoy hablando de los espectadores, claro, que de todo hay en el mundo). Directores que, aunque sus trabajos sean fracasos comerciales, parecen bendecidos por el fervor de la crítica y de los premios. Y si encima proceden de eso que se viene en llamar cine independiente, el elogio está asegurado hagan lo que hagan. Los hermanos Coen forman parte de ese grupo, desde que allá por 1984 hicieran Sangre fácil. A mí los Coen me parecían interesantes en sus inicios, pero desde 1998 (ya ha llovido toda una década aunque no lo parezca), desde El gran Lebowski, los veo sumidos en un letargo creativo impresionante (O Brother no me gustó demasiado, Ladykillers es una remake sencillamente horrible de la espléndida El quinteto de la muerte; no voy a perder el tiempo con Crueldad intolerable y sólo me falta por ver El hombre que nunca estuvo allí). La crítica parecía que les había abandonado, pero ha vuelto con más fuerza que nunca con No es país para viejos.
Y a mí no me queda más remedio que decir, por muy políticamente incorrecto que sea en el mundo de la crítica y ante el aluvión de premios cosechados, que No es país para viejos me parece una película del montón, aburridilla y exenta de talento en buena parte del metraje. Además, poco a poco, extiendo esa opinión a casi todo el cine de los Coen. Algo queda de los Coen de los inicios, pero no demasiado. Salí del cine con la sensación de que había visto una película algo intrascendente, realmente lenta (un ritmo innecesario y a veces incluso pretendidamente pedante), con un particular uso del tiempo que escamotea al espectador el enfrentamiento final entre perseguidor y perseguido, la escena más esperada y a la que, en realidad, conduce la historia (sí, un recurso narrativo como cualquier otro, pero incomprensible cuando la película ha alcanzado por fin el ritmo que requería).
Ese ritmo tan lento, a veces tan desesperantemente pausado (y que sin duda parece buscado; no es un error, es un planteamiento de los Coen), desemboca en un desarrollo predecible. Se pierde hasta el elemento de la sorpresa porque, cuando se entra en la lógica de la película, no queda más remedio que concluir que cada plano que se utiliza, cada elemento que aparece en la pantalla, está ahí puesto para explicarnos lo que no va a aparecer en la pantalla, para darnos las obvias respuestas a las preguntas que deja sin respuesta clara. Y así, cuando en apariencia se liquida el asunto principal que los Coen nos cuentan durante algo más de hora y media de película (disculpadme lo críptico de este texto, pero no quiero revelar nada de la trama), se da paso a un larguísimo epílogo que no parece siquiera pertenecer al mismo filme, especialmente por el fondo.
Sobra decir a estas alturas que esta es la película por la que Javier Bardem ha cosechado elogios sin fin y numerosos premios (cuando muchos leáis esto, es bastante probable que Bardem ya haya ganado también el Oscar al mejor actor secundario). Y confieso que no salgo de mi asombro. Bardem no está mal en la película, no es eso, a pesar de que es un actor que normalmente no me dice nada. Pero para hacer de psicópata violento... pone cara de psicópata violento. Es el camino más fácil para hacer el papel (no sólo es responsabilidad suya, sino también de los Coen). No me parece una actuación tan escalofriante como había leído. Tan acostumbrados estamos en el cine a ver psicópatas de lujo que el de Bardem no me asusta. Me aterroriza el Robert Mitchum de La noche del cazador o el Robert De Niro de Taxi Driver. Pero no el Bardem de No es país para viejos.
Y con tanto elogio a Bardem se han ocultado otros trabajos más meritorios que el del actor español. Tommy Lee Jones está tan espléndido como de costumbre (está nominado al Oscar por En el valle de Elah, pero también lo podría haber estado por ésta). Woody Harrelson crea un interesante asesino a sueldo que, por desgracia, no aparece demasiado en pantalla. Pero el mejor, en todo caso, es Josh Brolin. Después de verle en American Gangster, donde realiza un impresionante retrato de un policía corrupto, dije que era un actor a seguir. Y No es país para viejos me ratifica en esa impresión. Está espléndido. Ya estoy deseando verle como George W. Bush en la biografía que está preparando Oliver Stone de este nefasto presidente norteamericano.
Pero a pesar del buen trabajo general de los actores y de una lograda ambientación, No es país para viejos se me queda en un decepcionante ejercicio de estilo. De ritmo irregular, de historia anecdótica (y que se deja de lado en muchos momentos de la película; ¿un McGuffin de esos que tanto le gustaban a Hitchcock? A mí me parece más una falta de interés real por el fondo), de resolución fría y algo pedante. Como viene de un original literario, falta una lectura del mismo para comprobar la verdadera valía del trabajo de los Coen. Pero como película a mí no me ha entusiamado lo más mínimo. Y, como otras películas de los Coen, incluso algunas de las buenas, caerá en el olvido. Porque no soy capaz de acordarme de escenas de películas de estos singulares directores que sí me gustaron en su momento, como Fargo o Muerte entre las flores. Y eso, en el fondo, no puede ser bueno.
3 comentarios:
Tengo que confesar que no es una de mis peliculas favoritas de los Coen pero que si creo que es una buena película. Y también que decir que la dirección de la cinta está exenta de talento me parece equivocado y fácil. Me temo que no supiste hacer una lectura correcta del ritmo narrativo y mucho menos del ausente final que reivindicas. No hay final porque a nadie le importa realmente que le pase a nadie en este tiempo de perdida de valores, en el que el único que parece tenerlos es el personaje de Javier aunque sean unos valores muy particulares y desalmados. Por otra parte yo tengo una interpretación propia del final pero no puedo darla por no destripar la película a quien lo lea.
Tambien dices:
"Pero para hacer de psicópata violento... pone cara de psicópata violento"
Solo recuerdo una cara violenta en la pelicula por parte de Javier y es en la escena de la comisaría el resto es.. un psicopata, frio despiadado y que no distingue el bien del mal. Creo que el papel esta a la altura de los premios (eso si pierde mucho con el doblaje.
En resumen, un placer leer tu critica aunque no la comparta. Para gustos los colores pero se agradece leer algo argumentado y bien escrito.
R., bienvenido por aquí. Aunque no estemos de acuerdo (sobre todo por que no estemos de acuerdo), me ha encantado leer tu opinión. Estoy seguro, sólo con este comentario tuyo, que podríamos hablar muchísimo de cine y no sólo de esta película. Porque tú también razonas, y eso me encanta, es la base para poder debatir en condiciones.
Creo que los Coen toman algunas decisiones equivocadas que lastran la película, por eso hablaba de la falta de talento. Y con lo de cara de psicópata no hablaba sólo de la violencia (como bien dices, sólo aparece en la comisaría). Pero, como bien dices, para gustos los colores.
Espero que sigas apareciendo por aquí. Yo ya me he apuntado tu página para poder visitarla en cuanto tenga unos minutos.
Bueno Juan, yo estoy más de acuerdo contigo que con R. Ví la película la semana pasada, y la verdad es que no me gustó demasiado. Ví una película lenta, en algún momento se me hizo pesada, y cuando tiene un mayor ritmo, hay un desenlace que parece que no tiene demasiada relevancia, porque alguna escena pasa como inadeveritda. El final... pues eso, me llegó de sorpresa, sin pensarme que esa podría ser la última escena de la película....
Aunque eso sí, la interpretación de Bardem me gustó. A mi, me pareció que estuvo bien, representando eso, un asesino psicópata... pero después de ver y leer tantos alagos al actor, quizá me esperaba mucho más.
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