Hay quien dice que en cine está ya todo inventado. Sin ser eso cierto del todo, sí es verdad que hay clichés que se repiten una y otra vez. Eso, en realidad, no es lo que marca la frontera entre una buena y una mala película. Son of a Gun es de las buenas. No de las memorables, pero sí de las que tienen la dignidad de cumplir con esa función de entretener con solvencia. Eso no impide que su propuesta, debut en la dirección del también guionista del filmem Julius Avery, sea poco original. No lo es, da la impresión de que sí va a innovar aunque sea ligeramente con un arranque carcelario interesante, pero con el salto a la vida fuera de los muros de la prisión se va adentrando en terrenos cada vez más conocidos e irregulares. Eso sí, la película deja unas buenas escenas de acción, controladas pero competentes, y especialmente un buen reparto, encabezado por un Ewan McGregor que a veces da la impresión de que si se soltara algo más podría llegar a ser mejor actor de lo que suele mostrar.
Son of a Gun cuenta la historia de un chaval de 19 años al que encierran en prisión. Sólo seis meses, en realidad nunca se llega a decir la causa, pero le bastarán para meterse en problemas. Se los solucionará uno de los líderes de los presos, a cambio por supuesto de su ayuda cuando esté fuera. Así se entabla una curiosa relación con la que la película juega acertadamente, a medio cambio entre la del jefe y el subordinado, el padre y el hijo y unos socios al mismo nivel. Puede que, en realidad, no haya demasiada profundidad entre los personajes (a excepción de su última conversación, que quizá dice más de ellos que todo lo anterior), pero fluye bastante bien dentro de la historia de atracos y criminales que propone Avery. Y sí, todo eso forma parte de los tópicos en los que cae, pero resulta evidente que su director no ha querido correr demasiados riesgos, sólo hacer que todo funcione (o parezca funcionar, que de todo hay) para llegar a los mínimos exigibles.
Eso lo hace con bastante facilidad. Primero, porque deja que los actores se hagan con los personajes, respetando los clichés pero sin hacerlos demasiado evidentes, apostando por la solidez del grupo aunque se pueda destacar a sus tres protagonistas. A Ewan McGregor da gusto verle en este papel casi de antihéroe, con toques al mismo tiempo de mentor y de criminal, alejado de los toques de comedia que tanto le suelen gustar y abriéndole horizontes en los que no suele moverse, y la joven pareja protagonista, la que forman Brento Thwaites (protagonista de La señal) y Alicia Vikander (Ex Machina o El séptimo hijo) se desenvuelve bien en lo que les toca. En segundo lugar, Avery no rueda mal, especialmente cuando tiene que mostrar algo más que unos personajes hablando entre sí. Tiene una pieza de acción cumbre en la película, la escena del atraco en su conjunto, y la lleva con bastante nervio, dando la impresión de sacar algo más de lo que habría sido normal con los medios que tenía.
No hay que esperar nada rompedor en Son of a Gun, ni en la historia ni en la forma en que Avery la ha llevado a la pantalla, pero sí que hay que reconocer una solvencia más que interesante. Aún teniendo sus altibajos, que los tiene y quizá sean más de los que a su director le habrían gustado, la película nunca pierde el interés, funciona francamente bien en su introducción como drama carcelario y con cierta holgura a partir de ahí como aventura de ladrones que planean grandes robos para poder sostener el lujoso estilo de vida que es obligado mostrar para envidia del espectador. Tópica, sí, incluso en una resolución que, como suele ser habitual en el cine moderno, exige una gran benevolencia por parte del espectador. Pero es al mismo tiempo un thriller agradablemente entretenido en el que además se puede encontrar a un buen McGregor haciendo algo que para él sí parece diferente.
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