Viendo It Follows es bastante fácil sentir un deseo de homenaje a clásicos del género de terror como George A. Romero o, sobre todo, John Carpenter (por más cosas que la música, aunque sea lo más evidente). Pero se trata de un homenaje que resulta bastante más vacío de lo que pueda parecer y bastante más tramposo de lo que se debe aceptar. Si este tipo de cine de terror, que por otro lado realmente no consigue una sensación auténticamente aterradora, se sustenta en los aciertos de su propuesta, hay demasiados elementos discutibles y demasiadas trampas a las normas que impone para que se pueda tomar muy en serio. Y es una pena, porque David Robert Mitchell sabe rodar, de una forma pausada y clara para que se vea lo que se tiene que ver, pero hay un exceso de elementos inexplicables, incluso dentro del apreciable deseo de no resolver todo lo que pone sobre la mesa para no arruinar la fantasía.
Contar lo que plantea It Follows supone desvelar demasiado, especialmente sobre el primer tercio de la película. Basta con decir que la protagonista, interpretada por Maika Monroe, es perseguida lentamente por un horror que puede adoptar diversas formas y que sólo ella ve. Hay un referente poco citado a la hora de hablar de esta película que es un formidable episodio de Cuentos asombrosos que dirigió Martin Scorsese, Mirror, Mirror, en el que un escritor de terror, una especie de Stephen King, se ve acechado por una de sus creación, que lentamente se va a acercando para matarle pero que sólo ve en los espejos. La diferencia es que aquí se introducen matices sexuales que resultan algo extemporáneos, que en los años 80 habrían podido ser una metáfora sobre el sida pero que hoy en día casi parecen un recurso fácil para llamar la atención. El sexo vende, sin más.
Lo que sorprende de It Follows es que los elementos que quedan en el aire no se limitan sólo al origen del mal que se describe. Eso habría sido lógico, pero no es fácil asumir la gran cantidad de vacíos que hay en el filme, hasta el punto de que hay más de un personaje (y la película se sustenta sólo en seis) del que cabe preguntarse cuál es su papel en la trama más allá del relleno. La curiosidad por ver cómo se resuelve esta historia podría haber bastado para hacer de la película un aceptable relato de intriga sbrenatural (más que de terror, hay que insistir), pero cuando uno apuesta por una fantasía, hay que atenerse a las normas, dejarlas claras y no quebrarlas a conveniencia. It Follows se salta las suyas de una forma bastante absurda, dejando lo difuso en un terreno que roza lo absurdo, y sin que se pueda decir mucho más para no reventar algunas secuencias o detalles del planteamiento.
Dejando a un lado los agujeros del guión o del propio planteamiento, que pueden ser objeto de un extenso debate una vez vista la película, a Mitchell se le puede valorar positivamente por su arriesgada forma de buscar el desasosiego en el espectador. Arriesgada precisamente porque no es la más común en el cine actual, y sí remite a directores como los mencionados. Pero eso no basta para que los personajes transmitan la empatía necesaria o para que la historia avance de una forma coherente. De hecho, no lo hace, y por eso acaba cayendo cual castillo de naipes, quedando únicamente un par de escenas impactantes como tarjeta de visita de su director pero sin que se tenga la sensación de estar ante un título verdaderamente terrorífico como claramente se pretendía. Y lo peor es que, cuanto más se piensa, más incoherente parece todo el conjunto.
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