Sería absurdo esconder que Yo, Frankenstein es una película mala en muchos sentidos. Pero igualmente absurdo sería no reconocer cierta diversión culpable al verla. Es mala, de acuerdo. A ratos, bastante mala. Hay giros, explicaciones y diálogos que no se sostienen de ninguna de las maneras, y los personajes son cuadriculados. Pero tiene ritmo. O, por lo menos, mucha acción sin parada, lo que hace que sus 92 minutos se pasen bastante rápido, incluso admitiendo, de nuevo hay que volver a la premisa inicial, que estamos ante una película mala. En realidad, no deja de ser una vuelta de tuerca a las premisas de la saga Underworld (¡si hasta hereda a Bill Nighy como uno de los actores principales!), pero cambiando los hombres lobo y los vampiros por demonios y gárgolas, añadiendo una iconografía cristiana que tampoco es tan importante y colocando entre ambos bandos al monstruo de Frankenstein, rebautizado aquí como Adam. A pesar de sus 65 millones de dólares de presupuesto, su aspecto de serie B le da un ligero encanto.
Y es ahí por donde la película se va salvando de un gran ridículo, porque hay momentos en que lo bordea, destacando especialmente el momento en el que Adam (Aaron Eckhart) explica a una realmente asombrada reina de las gárgolas (Miranda Otto) cuál es el asombroso plan de los demonios liderados por Naberius. La guerra entre ambas facciones es, efectivamente, herencia absoluta de Underworld, también la estética de la película (trasladada de nuevo al presente, la única forma en la que parece que se quieren mover todos estos productos). No hay sorpresa alguna en este sentido, puesto que Kevin Grevioux, autor del cómic en que se basa Yo, Frankenstein, es a su vez cocreador de la saga protagonizada por Kate Beckinsale. Sí es más sorprendente que ésta sea la segunda película como realizador de Stuart Beattie, después del sorprendente éxito que supuso en Australia, su país de origen, la primera que dirigió, Mañana, cuando la guerra empiece, una cinta de aspecto, tono y preocupaciones diametralmente opuestos a esta.
En realidad, la película no está basada directamente en el cómic de Grevioux (que es también coautor del argumento junto a Beattie y se reserva el papel de productor y hasta un personaje en la cinta), sino que expande una misma idea que en las viñetas ha explorado de una forma diferente. La historia, de esta forma, no difiere mucho de otras propuestas similares, como la ya mencionada Underworld o la de Cazadores de sombras, por citar un par de ejemplos. Ni siquiera la presencia del monstruo de Frankenstein le da un cariz diferente a la película. Por mucho empeño que le ponga Aaron Eckhart, y por muchos intentos que haya en la historia de dar importancia a la ausencia de alma, a su turbio pasado o a la forma en la que fue creado, lo cierto es que no hay demasiado trabajo de composición del personaje. Ni de este ni del de nadie. Lo que importa es la acción y de eso hay muchísimo y variado en Yo, Frankenstein.
De hecho, eso acaba siendo la única razón de ser de la película y lo que salva el resultado final de la quema, siempre visto desde una perspectiva benévola. Y es que la acción no está mal resuelta. Incluso los efectos visuales, aunque están lejos de la perfección, le dan un toque simpático y relativamente atractivo al filme, aunque al final todo esté construido con bastantes agujeros (el principal, el más palpable, la idea de que demonios y gárgolas libran una batalla al margen de los humanos y constatar que al morir un integrante de cualquiera de los dos bandos se monta tal espectáculo de luz y sonido que parece imposible que no haya espectadores de las peleas dentro del plano). Mala, sin duda, pero probablemente una de esas malas que encontrará un público benevolente que llegará a disfrutarlas. Pese a todo y aún con el final abierto, parece difícil que Yo, Frankenstein corra la misma suerte que Underworld y sea el inicio de una saga.
2 comentarios:
Ha tardado en llegar, cuando fui a Londres en enero la anunciaban por todos lados.
Vi el trailer el otro día y sí tenía mala pinta. Al menos dices que no dura mucho.
Todo el mundo la pone a caer de un burro, y no he visto la saga de Underworld, pero lo que comentas me recuerda a Van Helsing, que sí, es mala, pero oye, siempre me entretiene.
De todas formas yo creo que Van Helsing era autoconsciente de que no era muy seria, en el trailer de Yo, Frankestein vi un tono un tanto chungo, demasiado grave todo.
Doctora, ha tardado mucho.. e incluso se ha retraso su estreno cuando ya tenía fecha allá por el mes de febrero si no recuerdo mal. Sí, se ha llevado palos, pero a mí me cayó de pie. Mala, sin duda, pero salí más descontento de la propia Underworld o de Van Helsing. Yo la vi de entretenimiento simplón, sin más trascendencia...
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