El fantástico juvenil no es un género nada fácil, y más después de que los años 80 ofrecieran tal torrente de creatividad y talento que empequeñeció a todo lo que se estrenó desde entonces y sigue empequeñeciendo a títulos contemporáneos, que estrenados entonces podrían incluir haber recibido la etiqueta de pequeño clásico. Y a veces da la impresión de que es un género que no tiene ya tan fácil encontrar su público, cosa que de vez en cuando desmiente la taquilla. Cuando se estrenó Percy Jackson y el ladrón del rayo no dejó de parecer una peliculita entretenida y simpática, nada del otro mundo, que logró unos muy buenos resultados económicos (226 millones en todo el mundo, por los 95 de su presupuesto), así que la secuela parecía inevitable. Estar basado en una serie de libros garantiza material para seguir produciendo filmes de Percy Jackson. El segundo, Percy Jackson y el mar de los monstruos, vuelve a repetir simpatía y simpleza, mejorando en algunos aspectos a su predecesora y confirmándose como una agradable aventura juvenil sin demasiadas pretensiones.
Lo bueno de una película como Percy Jackson y el mar de los monstruos, más después de haber visto ya la primera entrega, es que es tan sincera en su planteamiento que acaba por entretener con bastante facilidad. Sin duda, no todo el mundo disfrutará de la misma manera del habitual reparto juvenil (bien sobre todo Logan Lorman y Alexandra Dadario, por encima del afortunadamente recortado papel del secundario cómico Brandon T. Jackson) con el consabido toque de veteranía (con todo el cariño y el respeto a esta película, Stanley Tucci da la sensación de aceptar ya todo lo que le ofrecen), de unos logrados pero muy digitales efectos visuales y del tono aventurero amable que propone. Pero, aún así, todo funciona con bastante corrección, desde el más oscuro prólogo hasta el final de sus muy bien ajustados 106 minutos, en los que el 3D nuevamente vuelve a mostrarse como una moda pensada para sacar más dinero de la taquilla... y parece que funciona, porque este segundo Percy Jackson, estrenado el 7 de agosto en Estados Unidos, ya supera en recaudación a su presupuesto.
El gran pero de la película está en que, si bien la primera de la saga aguantaba de forma individual y tenía un cierre más o menos claro, ésta se sustenta demasiado en el deseo de querer ser una saga, pecado que afecta a tantos títulos que ya es otra moda más (y que dejó colgadas, por ejemplo, sagas como Eragon, Soy el número cuatro o La brújula dorada). Muchas referencias a la película con la que arrancó y sobre todo un final muy abierto... que en realidad es casi más apetecible que el largo prólogo a una historia más larga en que se convierte la segunda entrada (una sensación similar a la que, aunque de otra forma, dejaba la escena postcréditos de Lobezno inmortal). El otro problema de Percy Jackson y el mar de los monstruos es uno en el que suele caer con facilidad la ficción contemporánea. Tal es el deseo de mostrar las heroicidades del protagonista de la película que acaba por minimizar la gran amenaza que se quiere construir durante todo el filme y en especial en una gran secuencia animada que, desde otro tono y un color diferente, recuerda a aquella otra secuencia animada de la primera parte de Harry Potter y las reliquias de la muerte.
Lo que se agradece de Percy Jackson es que, con el acostumbrado toque cómico, sí hay un respeto a la mitología en la que se basa. No importa que se trate de una película juvenil, no es idiotizante. En sencilla y en ocasiones incluso simple, pero se deja ver con agrado. Incluso es una película que presta atención al desarrollo de los personajes, aunque sea una de las esferas en las que se hace con sencillez y tocando algunos tópicos moralizantes, pero al menos evidencia que no está todo puesto en mostrar protagonistas adolescentes (notable, por cierto, la conjunción del reparto, de edades más diferentes de lo que parece y que siguen encajando en sus personajes) y en unos aparentes efectos visuales. Hay una historia, hay unos personajes y, sobre todo, hay una puerta abierta a la próxima secuela, que, insisto, apetece por el escenario con el que deja el final de Percy Jackson y el mar de los monstruos. Y no destacar un detalle más sería imperdonable: ojo al pequeño papel de Nathan Fillion y su memorable chiste privado sobre las series de televisión.
2 comentarios:
No he visto la primera, ni siquiera he visto las últimas pelis de Harry Potter, así que no me llama mucho.
Me sorprendió cuando me enteré de que iban a hacer segunda parte de esto, porque pensaba que en su día la primera fue un fracaso. Por los trailers me parece una copia son gracia de Harry Potter, y está muy reciente todavía.
Doctora, sí, encaja en esa línea, franquicia juvenil con elegido de por medio e historia de fantasía. Esta me gustó más que la primera, pero entiendo la sensación que describes.
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