
Pues qué queréis que os diga, me ha entretenido. De crío vi las cinco películas anteriores. Hace poco volví a ver la primera y me reafirmo en que es una gran película. He crecido con Rocky (y con otros muchos personajes) y, aunque las películas sean malas, se le acaba cogiendo cariño al personaje. Rocky Balboa aumenta ese cariño, porque añade la sensación, la certeza, de que ya no volveremos a ver al personaje. La saga se ha acabado y yo he visto su final en el cine. Eso me ha alegrado el día, porque durante el combate final, la enésima pelea que Rocky no va a poder ganar pero que acaba disputando como si fuera la última de su vida (y en este caso lo es), me di cuenta de que estaba ansioso por conocer el desenlace, por saber si Rocky gana o no, la misma emoción que sentí viendo Rocky por primera vez.
Los títulos de crédito están acompañados por imágenes de personas anónimas emulando al boxeador, subiendo las famosas escaleras de Filadelfia que hemos visto una y otra vez con la música de Bill Conti. Eso añade más nostalgia todavía y demuestra lo grande que es la leyenda de Rocky, un personaje al que todo el mundo conoce.
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