En 1996, Jan de Bont se llevó críticas durísimas por la en el fondo tan entretenida como mala Twister, pero como a Hollywood siempre le han gustado las películas de catástrofes era sólo cuestión de tiempo que alguien se acordara de los tornados. En el ojo de la tormenta es la película en cuestión y Steven Quale su responsable, director que sólo tiene en su trayectoria Destino final 5 y que fue director de segundad unidad de James Cameron en Titanic y Avatar. Eso, en teoría, garantiza unas buenas secuencias de acción. Y eso es todo lo que se puede sacar de la película, unos cuantos planos atractivos de caos y destrucción provocados por los tornados. Y ya. El envoltorio de eso, traicionero a su propia esencia de ser una supuesta película documental íntegramente grabada con las cámaras que hay dentro de la historia, es una película pobremente escrita, con moralejas que aterran y con personajes planos, prácticamente existentes y sin ningún actor con el suficiente carisma como para que alguno destaque.
La comparación con Twister es lógica, pero hasta cierto punto injusta. Es lógica en lo temático, porque ambas son películas de tornados. Pero es injusta porque aquella se encaró de otra forma. La de Jan de Bont era un entretenimiento absurdo desde su planteamiento cuya fuerza estaba en encontrar actores conocidos o de carisma (Bill Paxton, Helen Hunt, Cary Elwes, Philop Seymour Hoffman) que daban algo de vidilla al conjunto. En el ojo del huracán apuesta únicamente por lo visual, por los efectos, por las escenas de tornados, por el agua, el viento y lo digital. Y hay que reconocerle a Quale exactamente eso que se esperaba, que lo rueda con eficacia y espectacularidad. Hay planos muy logrados, no marea y sí consigue llevar al espectador, como dice el título de la película, al ojo de la tormenta. Esa sensación, eso sí, consigue cargársela hacia el final con uno de esos momentos tan difíciles de entender cuando algo parece estar funcionando y que deja unos instantes de silencio que sólo se pueden llenar con algunas carcajadas no deseadas del público.
Viendo sólo eso, la película podría haberse sostenido como un sencillísimo entretenimiento estival. Pero se hunde por dos razones. La primera, que pretenda ser una película (otra) de cámara en mano. Con la excusa de un documental (que valdría) y de un proyecto escolar (que hace agujeros por todas partes), la mayor parte de la película se ve así, a través de cámaras domésticas y profesionales. Pero no toda. Una trampa absurda y que, además, queda en evidencia con los testimonios finales de la película, parte de la inevitable moralina de una cinta de estas características hollywoodienses. La segunda razón estriba precisamente ahí. La ceremonia de graduación no importa. Que al chaval que arranca como protagonista le guste una chica de su instituto, tampoco. Mucho menos que el director del documental sea un tirano cabreado porque no ha conseguido grabar un tornado en los últimos meses o que el subdirector del instituto tenga un problema con sus hijos. Nada importa porque, por supuesto, casi todo acaba bien. Incluso los imbéciles se convierten en buenas personas tras los tornados.
A Quale hay que agradecerle que haya dejado su película en 89 minutos, porque eso es lo que hace que la experiencia no llegue a tan mal puerto como podría haber ocurrido. No es una buena película, pero siendo ese el tiempo que uno pasa en la sala de cine la recreación digital de los tornados basta para sacar algo positivo, por mucho que no haya nada a su alrededor que haga justicia al viejo cine de catástrofes. En realidad, da la impresión de que el filme es un deseo de hacer na película con tornados simplemente porque la tecnología actual permite mejorar lo que se vio en Twister. Y eso se le puede conceder. Pero da que pensar que parezca que un tornado demuestra que llevar una navaja al instituto es algo bueno o sinónimo de madurez o que los más irresponsables e iletrados chalados que aparecen en la historia son unos de los que sacan algo en claro de la catástrofe. Olvidemos las moralinas y disfrutemos de los tornados, porque si no el cabreo parece garantizado.
1 comentario:
No fue una película que al público lo haya dejado sorprendido, debido a que el tema de catástrofes naturales en muchos filmes ya se ha visto. Ahora Into the Storm es una de las películas HBO que estan disponibles para ver con la familia y que valdría la pena verla sólo por los efectos.
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