La parte contraproducente de un éxito es que todo el mundo intenta reproducirlo a toda costa. El triunfo de las sagas fantásticas juveniles, y Crepúsculo y Harry Potter son claros referentes por el dinero que han amasado y la repercusión que han tenido, hace que los estudios se aseguren los derechos de docenas de novelas cortadas por patrones similares buscando que sus adaptaciones cinematográficas sean el inicio de longevas franquicias que den mucho dinero. Vampire Academy es, obviamente, uno de esos intentos. Vampiros adolescentes, un colegio, dos chicas como protagonistas, romances, misterios... Lo típico. Ahora viene la parte mala, y eso es que todo es malo. Vampire Academy es una película mal planteada, mal escrita, mal hecha y mal acabada, donde lo peor de todo es un guión que va desde el batiburrillo de ideas inicial que provoca una sencillísima desconexión en el espectador hasta la idiotizante manía de subrayar lo obvio, por supuesto dejando la historia en un punto que siempre hace más interesante la película que estaría por venir y que, viendo el fracaso comercial y de crítica del filme, ya nunca llegará.
Vampire Academy sólo resiste el análisis realizado por parte del espectador ya ganado previamente, el que quiera ver exactamente lo que ofrece la película, una simplísima historia protagonizada por una princesa de los vampiros en el interior de una academia en la que conviven dos razas de estos seres para protegerse de una tercera, violenta y sanguinaria. Todo lo demás, humo. Personajes planos, construidos sobre tópicos y para los que se han buscado actores que encajan en ellos, un misterio que parece imposible que no se vea revelado ante los ojos de cualquier tipo de público ya desde el principio y que, en todo caso, se antoja bastante menor (más aún, de nuevo, ante el final que plantea la película para esa secuela que no veremos), unas escenas de acción terriblemente insuficientes y unos efectos visuales directamente pobres, y que en realidad habría que considerar inadmisibles en una producción de 30 millones de dólares sin grandes estrellas en su reparto.
Pero la base de todos los problemas está en lo que tendría que ser el pilar sobre el que todos los defectos quedaran más o menos ocultos: el guión. ¿Dónde está el interés de la historia si ya desde la rutinaria explicación del mundo en el que se va a desarrollar todo resulta tan intrascendente? Sin que quede claro de dónde sale esa manifestación de poderes de los que hace gala la protagonista o por qué es importante que haya familias nobles dentro de este organigrama vampírico que plantea, de repente aparece una reina que no se sabe qué papel juega, para después olvidarse por completo de esos vampiros malvados que al principio parecían capaces de desatar el apocalipsis y que después aparecen como por arte de magia cuando hace falta una escena en la que haya mínimo de acción. Eso es una muestra de la cantidad de incoherencias y situaciones inexplicadas que hay en el filme, un soso divertimento para adolescentes en el que ni siquiera destaca el atractivo sexual, visible o sugerido, de sus personajes. Así de plano es todo.
Y, por desgracia, así de aburrido. Siendo así de malo el guión, no hay nada en todo lo demás que sirva para rescatar la película que muestra un Hogwarts de tercera categoría, unas disputas de instituto a la hora de las de Chicas malas (no por casualidad dirigida también por Mark Waters), actrices desconocidas y no especialmente afortunadas para los papeles principales (Zoey Deutch y Lucy Fry) y el ya clásico recurso de buscar un par de nombres conocidos pero no de primera fila para intentar dar un poco de lustre al reparto (un Gabriel Byrne aburridísimo y una Olga Kurylenko sobreactuada). Vampire Academy está bastante cerca del desastre absoluto, porque a su deliberado carácter de entretenimiento (muy) pasajero une defectos bastante importantes. Consuela saber que se unirá a otros tantos intentos de crear franquicias tan fallidos como La brújula dorada, Soy el número cuatro, The Host, Cazadores de sombras y otros tantos. Lástima que no sirva para aprender, porque en el fondo éste es un cine que podría tener su espacio y que por desgracia sólo sirve para acumular severas críticas con todo merecimiento.
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