Aún a riesgo de que confirmar las altas expectativas que ya había puestas en X-Men. Días del futuro pasado implique después una ligera decepción en algún aficionado, procede arrancar estas líneas con una firme aseveración: la película es espléndida. Bryan Singer no podía regresar de una mejor manera a la franquicia que él inició y que, también es importante recordarlo, dio inicio con su primera película al reinado de madurez de las adaptaciones de cómic en el cine contemporáneo (aunque se suele dar ese papel equivocadamente al Spider-Man de Sam Raimi). ¿El secreto? Cuidar con mimo tanto la parte visual como la que atañe al relato, al escenario y a los personajes, haber encontrado una forma adecuada de trasladar a la gran pantalla una de las historias más emblemáticas del cómic (con muchísimos cambios) y hacerlo dando valor a toda la franquicia cinematográfica de los mutantes de Marvel, tanto al inmediato precedente de Primera Generación como a la trilogía anterior (sí, la trilogía, incluyendo la denostada tercer parte).
Singer, con más acierto que Matthew Vaughan en Primera Generación, sabe encontrar el papel perfecto para casi todos los personajes que aparecen en pantalla en los dos escenarios temporales que abarca, como muestran el Hombre de Hielo, Tormenta o Kitty Pride en el futuro y Mercurio (espléndida la forma en la que Singer muestra su poder) en el presente. Quizá lo más decepcionante sea el Bishop de Omar Sy. Y se podría decir que el enorme carisma de los personajes principales hace el resto, pero la película no se detiene ahí. El guión es meticuloso. Es, por un lado, una espléndida adaptación (subráyese lo de adaptación) de la historia del mismo título que se publicó en los años 70. Es, al mismo tiempo, una historia original en muchos aspectos, que enriquece lo visto en las películas previas y el propio referente de viñetas con estilo, dándole una épica mayor a todo. Y además, teniendo en cuenta todo lo anterior, es un filme que encaja perfectamente en el fascinante contexto histórico que había planteado Primera generación, reconstruyendo la historia norteamericana de la segunda mitad del siglo XX como sólo la ficción popular puede hacerlo.
Conviene haber visto al menos esa Primera generación para entender mejor algunos de los detalles explicados en la película, pero todo fluye con tanta naturalidad no es imprescindible, síntoma de lo bien construida que está la película. La parte más fantástica y de ciencia ficción del relato, entretenidísima, es nueva y cerrada, pero el triángulo que se forma entre Xavier (James McAvoy en el presente, Patrick Stewart en el futuro), Magneto (un siempre fascinante Michael Fassbender e Ian McKellen respectivamente) y Mística (Jennifer Lawerence, más convincente que en la primera película) es heredado y es bueno saber qué sucedió en la anterior película. ¿Imprescindible? Se traza tan bien su relación que no hace falta. Y el mencionado trabajo del reparto, en el que es imposible no destacar al Lobezno de Hugh Jaman, completa la tarea con facilidad. Singer lleva la película al terreno de los personajes (impresionante la discusión en el avión) y del trasfondo político y social, esencia imperecedera de los X-Men en el cómic, sabiendo que todo ha de concluir en un gran clímax final, construido con mucho acierto y con espléndidos efectos visuales.
Ese final termina de confirmar que estamos ante una película modélica en muchos aspectos, que espanta cualquier fantasma de agotamiento por el hecho de ser la quinta de una serie que recibió nueva vida en la anterior y que ahora, fusionando ambos universos abre incontables posibilidades. Singer abrió la saga con inteligencia y ahora ha sabido añadirle épica. Quizá con menos emoción de la que sí conseguía el clímax de Primera generación, pero con un gran sentido del cine espectáculo. X-Men. Días del futuro pasado evidencia además dos verdades del cine moderno. La primera es que se publican como si fueran noticias demasiadas tonterías, rumores que nadie contrasta pero que Internet expande de forma imparable, y que una vez vista la película se demuestran absolutamente falsos. Y la segunda, que una escena postcréditos tiene que hacerse como la hace Singer aquí,. No hay mejor forma de coronar un espléndido filme de superhéroes... y de mucho más que de superhéroes. Altamente recomendable para fans y como puerta de entrada a una forma de entender el cine como espectáculo.
3 comentarios:
Quiero verla. Quiero verla quiero verla. No fui ayer porque ir a estrenos me pone de los nervios, todo lleno de críos chillando y eso. Pero la veré.
p.d. Hace unos días vi la de Cruise y Blunt, me quedé a ver los créditos, y los chicos de la limpieza me miraron con desdén y resoplaron durante un rato. Cualquier día de éstos me ves en las noticias tirándoles cosas a los de los cines.
Justamente la vi ayer. Muy entretenida: mucha acción, buen argumento... Aunque hay alguna cosa que no me terminó de convencer.
La escena que enseñan tras los créditos no me supo a poco.
Key, je, je, je, comprendo perfectamente esas sensaciones a evitar... ¡Pero ya estás tardando! Uf, esas miradas incómodas... Claro, es lo que pasa por poner cada sesión con cinco minutos de diferencia... Un horror.
Bea, a mí me falta un pelín de emoción para que sea redonda, pero es algo que a Singer le pasa mucho. La escena postcréditos a mí me pareció tan sencilla como sugerente. ¡Y una forma espléndida de poner sobre aviso de lo que nos viene en la próxima película!
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