Cuando se esfuerzan en decirme que voy a ver algo completamente novedoso, único y singular, lo que hacen en realidad los expertos de marketing y mentes sesudas detrás de trailers y posters de promoción es ponerme en alerta ante la posibilidad de que me estén dando, en realidad, gato por liebre. Chronicle era uno de esos casos. Y, sí, creo que me dan gato por liebre. No hay nada que reprochar a las buenas intenciones de un grupo de profesionales del cine que tienen que hacer su película con una cantidad de dinero irrisoria y salen airosos. De hecho, hay algún que otro momento más que notable. Pero no es una reinvención del cine de superhéroes, no es una película brillante en su conjunto y no sabe escapar de los tópicos inherentes al formato que escoge para contar su historia. Y, así, Chronicle, por mucho que haya sido un inesperado éxito de taquilla, se me queda como un producto tan visible como olvidable.
Chronicle es una esas películas pretendidamente realistas en las que uno de los protagonistas siempre lleva una cámara a cuestas para documentar lo que sucede. Vaya por delante que a mí esta clase de cine no me atrae lo más mínimo. Nunca me lo llego a creer, siempre tengo la impresión de que el guionista y el director tienen que confabularse para encontrar una explicación verosímil a que haya una cámara siempre presente y, por supuesto, no creo que nunca la encuentren. No me gusta El proyecto de la bruja de Blair, no me gusta Monstruoso, no me gusta REC. No me gusta Paranormal activity. Siempre estoy pensando en qué demonios hacen con la cámara en la mano cuando están corriendo por sus vidas o cuando están tratando asuntos que nadie querría ver grabados, no en la historia que me propone. Chronicle, además, se traiciona cuando menos puede hacerlo, es el clímax final, donde hay planos que sólo capta una cámara de cine. Si hay una apuesta, hay que morir con ella y ésta, ahí, no lo hace.
Eliminado de forma casi completa, aunque habrá gente que disfrute del envoltorio, el principal atractivo con el que se vende la historia, el resto tendría que ser muy bueno para convencer. Y algunas cosas sí lo son. Contando con un reparto cargado de caras desconocidas, lo cierto es que hay verosimilitud en el retrato de los tres adolescentes protagonistas (Dane DeHaan, Alex Russell y Michael B. Jordan), en el padre alcohólico del primero de ellos (Michael Kelly), e incluso en la chica de la que se enamora uno de los tres jóvenes (Ashely Hinshaw). Los efectos visuales, por sencillos que parezcan, funcionan a la perfección casi siempre, y eso es un gustazo en una modesta producción de corte fantástico. De hecho, tendría que ser una lección para muchas superproducciones hollywoodienses, empeñadas como están en usar siempre imágenes generadas por ordenador aunque no sea siempre la mejor solución para que la película sea creíble y aunque parezcan más dibujos animados que imágenes reales. Ahí está el punto fuerte de Chronicle, en que uno se puede creer lo que está viendo sin mayor dificultad.
Pero, insisto, no estamos ante nada nuevo. Es una historia iniciática de tres tipos que adquieren superpoderes de una forma que los responsables de la película no quieren explicar demasiado. Son tres chicos muy diferentes entre sí y que van al mismo instituto. Tres tipos a los que se ve venir con una claridad meridiana y con los que es fácil saber desde el principio qué roles va a desempañar cada uno. Son tópicos en sí mismos. Y aún así el guión gasta muchísimo tiempo de los apenas 84 minutos que dura la película en presentarnos a los personajes y en mostrarnos el aprendizaje de sus poderes. Demasiado tiempo que podría haberse condensado mucho mejor y haber conseguido una historia mucho más completa y satisfactoria. Claro que quizá para eso habría que haberse deshecho de las imágenes documentales y rodar una película más tradicional. Como no ha sido así, Chronicle se ve constreñida por la forma adoptada y por las limitaciones que eso le da al fondo, las de tener que explicar siempre qué cámara nos va a enseñar lo que quieren contar.
Chronicle no es una novedad, más allá de ser la primera película cámara en mano que lidia con el mundo de los superpoderes. Y tampoco tiene una narración redonda. Tiene momentos atractivos y su envoltorio puede pasar por original en algún momento aún sin serlo. Pero en realidad, como decía, no lo es tanto y no lo es sobre todo a nivel narrativo, porque bebe de muchos tópicos y utiliza arquetipos manidos a los que no aporta demasiado, tanto en las implicaciones más realistas de sus personajes como en las más fantasiosas. Y por eso se queda en producto tan entretenidillo como perecedero. Su mérito está en haber llamado la atención en un año que va a tener tres grandes blockbuster con envoltorio de superhéroe (Los Vengadores, El Caballero Oscuro. La leyenda renace y The Amazing Spider-Man) y en la buena voluntad que siempre se le presupone a quien no tiene un gran presupuesto para hacer una historia de fantasía. Pero no veo Chronicle como una película que perdure. Aún así, se puede disfrutar como lo que es.
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