O era un desastre o era la bomba. Sin término medio, esas parecían ser las expectativas iniciales que despertaba Guardianes de la Galaxia. ¿Y qué ha sido? La bomba. Desternillante, imaginativa, bien rodada, con personajes carismáticos y realizando la necesaria expansión de Marvel hacia el espacio. Lo que ha conseguido James Gunn, además de sorprendente viendo su filmografía, es de un valor incalculable porque ha sabido encontrar un nuevo tono para el cine de Marvel, que sin bajarse de la brillantez (aunque fuera parcial) estaba algo retenido en el corsé que brindó Iron Man primero y Los Vengadores después como extensión. Guardianes de la Galaxia es una especie de Vengadores gamberro pasado por la batidora de la space opera y la comedia directa que se esperaba de Gunn. ¿La mejor película de Marvel? Probablemente no, aunque sobre gustos personales no hay nada que decir, pero sí parece justo calificarla como la más genuinamente divertida y entretenida.
¿Por qué? Porque no para. Desde que se establecen las reglas del juego en la secuencia de créditos iniciales (en aspectos como el humor, la música y el aspecto visual), ya no hay forma de bajarse del descomunal ritmo que Gunn imprime a la película como director y coguionista. Aunque la historia que cuenta es relativamente sencilla y la película elude meterse en charcos que no sepa manejar, lo cierto es que sí tiene una gran dificultad: la enorme cantidad de personajes que incluye, tanto protagonistas como secundarios y también en cuanto a nombres y rostros conocidos. Ese es el verdadero mérito de Guardianes, que nada parece escaso en este impresionante espectáculo de cómic y ciencia ficción, que tiene una medida perfecta (121 minutos) para satisfacer el ansia de diversión que despierta desde su arranque y para mantenerla de cada a una ya anunciada secuela. Y es que Guardianes es una de esas películas que demuestran que el entretenimiento en el cine no tiene por qué ser culpable. Éste es brillante.
Los Guardianes no son los personajes más conocidos del universo Marvel, pero eso no tiene que inquietar ni a los lectores de cómics ni a quienes apenas conocen de la editorial lo que el cine ya ha mostrado. Los personajes están tan bien introducidos que todo lo que hace falta saber está en la misma película. Y están tan bien descritos que es imposible no meterse de lleno en su aventura. Chris Pratt se convierte en una mezcla de Han Solo e Indiana Jones que comanda a un grupo de inadaptados que combinan la agilidad física de Gamorra (Zoe Saldana), la brutalidad de Drax (Dave Bautista) y la absoluta integración de dos personajes digitales terriblemente bien hechos, y no sólo en lo visual, como Groot y Rocket (éste, hallazgo salvaje de la película, exige verla en versión original para disfrutar con la voz de Bradley Cooper). El carácter de los personajes invita a dejar el peso del filme sobre ellos y, aunque es una decisión fácil, Gunn es inteligente y lo hace. Por eso funciona todo tan bien, porque respiran en un universo dibujado casi por completo en el ordenador (eso sí, el 3D es tan prescindible como de costumbre).
Guardianes de la Galaxia enseña el camino para que el blockbuster de Hollywood siga siendo apetecible para públicos de todo tipo, para aquellos que quieran algo más que acción estúpida y chistes groseros, aquellos que aprecien un trabajo de guión antes de recrear explosiones digitales, aquellos que sientan que en el cómic hay material para hacer un cine digno... y hasta para quienes no sepan nada de las viñetas y sólo quieran un par de horas de diversión. Eso es Guardianes de la Galaxia, una gran película de acción, humor y ciencia ficción, con el toque irreverente que se esperaba y con incontables escenas de acción francamente bien hechas, con una imaginería visual muy atractiva (y muy diurna, en contra de lo que suele suceder en estas películas) y musicalmente espléndida con esa mezcla de canciones clásicas y banda sonora épica. Lo que denota que sí es una auténtica película Marvel es el ya habitual cameo de Stan Lee y la escena postcréditos. De ésta, decir que es la más desternillante de todas... si se entiende la broma. Lástima no poder comentarlo más en profundidad porque es la guinda de este tan sabroso como irreverente pastel.
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