El poder de los actores es innegable en el cine. Una cara popular vende más entradas por sí misma que una buena película. Y un buen reparto puede convertirse en la mejor razón para ver un filme. Sucede en Agosto, una cinta que parte de una obra ganadora del premio Pullitzer y que, aún así, tiene su mejor razón de ser en un espléndido reparto. Eso es, obviamente, porque los nombres que lo conforman son muy buenos pero también porque John Wells (que debutó en el mundo del largometraje con la desinflada The Company Men) no está a la altura y se limita a dejar que sus actores campen a sus anchas por la pantalla con un guión que deja algunas lagunas pero con unos diálogos a ratos sensacionales. Aún viéndose a la legua el origen teatral de la historia, el resultado es satisfactorio. No tan grande como podría haber sido en manos de otro autor, porque Wells se limita en muchas ocasiones a colocar sin más su cámara y no domina el montaje tanto como lo necesitaba la película, pero sus actores hacen que la cinta valga la pena con creces.
Viene a ser una vergüenza que quienes se dedican a dar premios en el arranque del año hayan decidido considerar a Julia Robert como secundaria de Meryl Streep, en un nuevo triunfo del márketing por encima del cine como arte, pero que eso al menos no engañe a nadie. Ambas son las protagonistas absolutas. Y ambas están sensacionales. Cada vez que Meryl Streep aparece en un filme me siento pensando lo mismo. Es sólo una actriz. Es sólo una mujer. No puede haber siempre gestos, miradas o diálogos que me parezcan descomunales. Y casi siempre salgo pensando que su leyenda se queda incluso corta. Hasta dejándose llevar en la sobreactuación como aquí, porque hay pocas actrices que sepan transmitir tanto con cada palabra que pronuncian. Julia Roberts ha sido la novia de América durante un par de décadas, el tiempo hábil que le da Hollywood a una actriz antes de cumplir una máxima de la que, curiosamente, hace uso la película, la de que siempre habrá una más joven. En Agosto ya no es la novia de América y encuentra como base de su personaje una amargura que nunca antes había mostrado.
La película es, en realidad, una historia sencilla sobre una familia que se va destruyendo poco a poco y en un intervalo de tiempo muy escaso, tras un dramático suceso que les obliga a todos a convivir (una mujer, sus tres hijas y las parejas de dos de ellas, la única nieta, su hermana y su marido, y el hijo de éstos; a veces da la impresión de que Wells y la guionista Tracy Letts no saben qué hacer con tantos) hace que salga lo peor de cada uno de sus integrantes, a veces por voluntad propia, a veces por hartazgo y a veces por las circunstancias de la vida. Porque Agosto, en realidad, va sobre miserias humanas. Buscar un atisbo de felicidad en la película es complejo, porque además el final, tan demoledor como probablemente innecesario en la trama, es el golpe definitivo a esa felicidad. El único atisbo de esperanza que había en esta familia queda aniquilado. Y perdura la sensación de haber asistido a un dramático escenario familiar durante dos horas de las que dejan un nudo en el estómago pero a las que les falta algo para ser grandes de verdad.
Lo que queda, no obstante, no es menor, porque está basado en dos pilares esenciales, el ya mencionado reparto (donde no hay que menospreciar a los nombres menos populares, como Julianne Nicholson o Margo Martindale) y unos diálogos cortantes y brutales. Entre ambos elementos hacen que la tensión se pueda cortar en un cuchillo en numerosas escenas, casi en toda la película. Y además del disfrute que proporcionan Streep y Roberts, queda la sutil interpretación de un gran Chris Cooper (que desemboca en una furia sensacional; lástima que la película no siga progresando en su personaje, aunque también es verdad que él no era el centro de atención inicial), una muestra de la camaleónica capacidad de Benedict Cumberbatch, una de las mejores broncas de pareja que se recuerdan protagonizada por Roberts y Ewan McGregor y, sobre todo, la sensacional secuencia en la que se juntan todos los personajes en torno a una mesa, bendición incluida de la comida y con devastadores consecuencias para todos.
4 comentarios:
Fui a ver El Médico, (hacía mil años que no iba al cine), vi el trailer de esta peli, y me dejó con muchas ganas.
Antes quiero ver "La ladrona de libros",.. (hacía tiempo que no se me acumulaba más de una peli que quisiera ver... qué bien!)
Besos!
Saramaga, a mí me convenció más 'Agosto' que 'La ladrona de libros' (subo la crítica el martes). Ya sabes que en estos meses se acumulan las oscarizables, así que más trabajo...
Me fascino, me encanto y tengo ganas de volver a verla!
jejeje
Celia, ese es uno de los puntos fuertes, que dan ganas de volver a verla sabiendo ya cómo se resuelve todo, ¿verdad...?
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