Hay dos problemas que El único superviviente no consigue resolver. El primero, que quiere ser de forma descarada una especie de actualización de Black Hawk derribado. Y emular lo que ofreció la mejor película de guerra moderna (indudablemente por su aspecto bélico, porque ninguna otra cinta ha sido capaz de introducir al espectador en un conflicto contemporáneo con semejante fuerza) es prácticamente imposible. Más si es Peter Berg el que tiene que alcanzar lo que hace un autor tan discutible como se quiera pero con semejante dominio del arte de la dirección. El segundo, que ésta es claramente una película de homenaje, a los Navy Seals como cuerpo y a los protagonistas de esta historia, precedida del tan temido cartel de "basada en hechos reales". Y eso comporta peajes importantes. Dos problemas que no supera, pero, aún así, una buena muestra de cine bélico actual con dos partes claramente diferenciadas, la que busca la empatía por los personajes y la que se centra en la guerra como concepto.
El caso es que en ambas hay momentos muy conseguidos, aún con sus defectos. La primera mitad tiene el grave problema de comenzar con un prólogo hecho con imágenes de archivo que más parece un anuncio de reclutamiento para los Seals creado por el Gobierno norteamericano. Y el patriotismo probablemente venda, pero también es cierto que puedo retrotraer al público fuera de los Estados Unidos. Lo que sigue, aún con música fanfárrica y triunfalista que provoca un efecto parecido, merece la pena, porque humaniza al soldado, hace que el espectador pueda conectar con personajes que, en teoría, están emocionalmente muy lejos. Quizá nada nuevo sobre el horizonte, pero sí muy efectivo. Para quien piense que esta es sólo una película bélica, sí se puede indicar que el primer disparo no suena hasta la hora de película. Después la guerra se apodera de la película, pero hasta entonces lo que se busca es la construcción de los personajes.
Con acierto, además, aunque sin tanta profundidad como seguramente hubiera querido Berg. Al director de películas como La sombra del reino (claro referente en su filmografía para El único superviviente), Hancock o la infumable Battleship se le escapa algo el filme por todo lo que comporta que quiera ser un homenaje. En la segunda mitad, y aunque mejora el algo escaso resultado de la mencionada La sombra del reino, Black Hawk derribado se antoja un referente demasiado elevado para lo que ésta consigue. En cualquier caso, es apreciable el esfuerzo de Berg, de su reparto (correcto Mark Wahlberg, inquietante Ben Foster, escaso Eric Bana) y de su equipo. El único superviviente ofrece un buen espectáculo bélico, muy bien rodado a pesar de algún que otro exceso, crudo y directo, quizá demasiado evidente en algunos momentos pero muy efectivo casi siempre.
Casi da la impresión con estas líneas de que hay más aspectos negativos que positivos en El único superviviente y en realidad no es así. La conexión con los personajes es buena y la acción bélica está bien rodada, lo que, además, supone para Berg una redención de la confusa Battleship, porque los efectos visuales están muy conseguidos y la presencia de helicópteros en dichas escenas forma parte de lo mejor que ofrece el filme. Alargar la primera hora viene a ser un intento de mejorar el único defecto que tenía Black Hawk derribado, la difícil individualización de los personajes. Aquí es obvio que se quiere conseguir esa sensación, y a pesar de que se trata de un hecho real y de que eso sea lo que en definitiva marca la historia, por eso el número de protagonistas es menor y por eso se incide tanto en aspectos personales de cada uno de ellos. Funciona razonablemente bien durante las dos horas que dura, aunque es verdad que podría haber sido mucho mejor película. Pero, como decía más arriba, Peter Berg no es Ridley Scott.
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