viernes, enero 18, 2013

'Django desencadenado', Tarantino desbocado

Cada vez que Quentin Tarantino estrena una película y escribo sobre ella, me siento en la obligación de recordar que no soy un fan de su cine, más bien al contrario. Lo hago porque le reconozco una fidelidad a su forma de pensar y de rodar. Entiendo que a quien le gustase cualquiera de sus películas anteriores, disfrutará con Django desencadenado. A mí no me gusta desde Reservoir Dogs y, la verdad, sin demasiado entusiasmo. No le encuentro la genialidad a sus diálogos, no le veo rompedor en los temas, no encuentro fondo en sus películas y no hallo disfrute en su discurso. Django desencadenado es un capítulo más en esa relación que mantengo con el director norteamericano. Desde esa visión, esta violenta transformación del spaghetti western no es más que una larguísima excusa de Tarantino para pasárselo bien rodeado de amigos, para traspasar todas las barreras imaginables y para saltarse las normas de lo verosímil incluso dentro de la irrealidad de su forma de ver el arte de producir películas.

Lo que parece difícil de justificar, mal endémico en el cine contemporáneo, es la duración de la película. 165 minutos, dos horas y tres cuartos, es algo a todas luces excesivo para la historia que Tarantino tiene entre manos. El descontrol en el guión y en la sala de montaje es algo muy habitual en él y que, salvedad hecha de los 247 minutos de Kill Bill que obligaron a cortarla en dos entregas, alcanza aquí su cúspide. Pero, claro, parece más bien fácil llegar a ese desmesurado metraje si se emplea media hora simplemente en presentar a los dos personajes protagonistas y una hora en que arranque la trama principal de la película. La capacidad de síntesis, y eso lo tendrán que reconocer incluso sus fans, no es el punto fuerte de Tarantino. Lo que el director tiene claro es que, ya que se pone a ello, mejor ofrecer lo más posible de cada una de las historias que toca. Esa máxima, que no tiene mucho de positiva, la cumple Django a rajatabla, consiguiendo que quien no comulgue con sus postulados atisbe numerosísimas irregularidades en su ritmo.

¿De qué va Django desencadenado? Es la historia de un esclavo, Django (Jamie Foxx), liberado por un cazador de recompensas, el doctor King Schultz (Christoph Waltz, en una reconversión amable de su personaje de Malditos bastardos... con un prólogo muy, muy parecido), que le propone sumarse a su forma de ganarse la vida durante el invierno para después ayudarle en la búsqueda de su esposa, Broomhilda (Kerry Washington), todavía esclava y propiedad de un importante esclavista del sur, Calvin Candie (Leonardo DiCaprio). Tarantino da a esta sencilla historia su habitual envoltorio de violencia y sangre, excediéndose en los límites de lo grotesco como suele ser habitual (ojo a lo que le sucede a un personaje tras pedirle Django a una esclava negra que se despida o a los disparos en el descontrolado tiroteo que actúa de falso clímax final). Da igual que sea una historia de artes marciales, de mafiosos de ciudad o de nazis de la Segunda Guerra Mundial, Tarantino es Tarantino y quiere hacer lo que se espera de Tarantino, por poca evolución que eso signifique en su forma de rodar. Eso sí, siempre con el revival de un actor caído en el olvido, en este caso Don Johnson.

Hay un cierto olor a ya visto, y no solo en lo que se refiere al cine de Tarantino sino también en el de sus muchos seguidores e imitadores, y una llamativa ausencia de grandes personajes. El único que deja huella, aunque no precisamente por la épica sino porque es el único que parece encajar en el tono de burla generalizada en la que quiere convertir Tarantino la película, es Samuel L. Jackson, dando vida a un viejo cascarrabias que controla la hacienda de Candie (denominada Candyland). Lo demás, grandilocuentes fuegos de artificio, excesos sin control (partiendo de la misma base de que un esclavo se convierta, de repente y sin explicación, en el más certero cazarrecompensas) y un intento de modernizar el spaghetti western que, en realidad, falla desde su misma base. No estamos ante un spaghetti, ni ante una revisión del western. Tampoco ante una película con mensaje, por mucho que la esclavitud previa a la guerra civil norteamericana esté tan presente. No creo que Tarantino pretenda hacer eso. Simplemente ha encontrado un escenario distinto a los que ya ha usado y lo ha usado para colocar sus mismos diálogos cotidianos, sus momentos de inusitada y teóricamente desenfadada violencia y sus personajes de una pieza.

Django desencadenado, como cabía esperar, es un exceso de un Tarantino desbocado. Para bien y para mal, puro Tarantino. En mi caso, para mal.  Pero ya no es cuestión de no engancharme con sus características habituales, muy presentes en Django. Es que el descontrol se apodera de la película por los cuatro costados, incidiendo en lo que ya le sucedía a Malditos bastardos en sus peores momentos (aunque sea lo que más guste a sus seguidores). Este western tiene poca historia, demasiados desvíos narrativos que no aportan o son redundantes y vaivenes difíciles de explicar, lo que la convierte en una película innecesaria y extremadamente larga. Da la sensación de que a Tarantino le importan mucho más los detalles puntuales, las frases supuestamente ingeniosas, las escenas que rompan las convenciones de género o de narrativa, los cameos (incluyendo el de él mismo; tiene su gracia tanto para admiradores como para detractores su última escena en el filme) y todo aquello que tendría que formar una película, pero sin prestar tanta atención a la película en sí. La consigna a todo el que pasa por delante de la cámara parece ser que disfruten con el exceso. Yo no lo he disfrutado, pero imagino que el fan de Tarantino sí lo hará. Mejor para ellos.

6 comentarios:

Doctora dijo...

A mí me gustan "Pulp Fiction" y "Reservoir Dogs", pero francamente, después de ver "Jackie Brown" me desentendía bastante de Tarantino, y no he visto ninguna de Kill Bill entera ni la de los nazis.

Esta de Django pues bueno, puede tener alguna escena que me guste y algún diálogo curioso, pero es dar vueltas a lo mismo una y otra vez. Ya sólo le queda hacer una peli en la edad media o una de piratas.

Meg dijo...

Uy, aqui paso por encima casi sin leer, que voy a verla mañana :-) Un beso!!

Celia dijo...

La vi el sábado, y teniendo en cuenta que a mi me gusta tarantino.
Se me hizo eterna.
Cuando faltaba una hora para que terminara ya estaba deseando irme.
Así que me imagino lo que debe ser para alguien que no le guste.
Tengo la sensación de que esta como de "moda" que las películas duren mas de dos horas.
Y no lo entiendo.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Doctora, es justo eso, lo mismo otra vez cambiando el escenario. Leía a alguien en Twitter decir que si Tarantino hubiera dirigido 'Fuga de cerebros' sus fans le habría alabado igual. No sé si tanto, pero algo de eso hay...

Meg, pues nada, ya estoy esperando tu opinión, je, je...

Celia, muy interesante leerte teniendo en cuenta eso, que a ti sí te gusta Tarantino... Y sí, esa moda de las películas de entre dos horas y media y tres simplemente porque sí a mí también me mata...

VAN dijo...

La vi hace un par de días y a mí me gustó. Me parece muy entretenida, hay unos cuantos personajes geniales, como suele ocurrir con Tarantino. Si bien es cierto que me sobran un par de escenas y de excesos de ketchup, me pasó volando.

Meg dijo...

Uffff, discrepo, la disfruté de principio a fin, nuevamente una genialidad, tarantino en estado puro (que me encanta, de lo contrario no le daría ni la mitad de oportunidades que le has dado tú). Para mi lo mejor es Waltz, de oscar. Un beso!!