Ver hoy en día El último tango en París es muy distinto de verla cuando se estrenó, a comienzos de los años 70. En su momento, la película de Bernardo Bertolucci generó una polémica inmensa por sus escenas de sexo explícito. La Conferencia Católica de Estados Unidos incluyó la película en su listado de títulos condenados. En Italia, fue prohibida e incluso un juzgado llegó a ordenar que todas las copias de la cinta fueran confiscadas y quemadas. En aquel país no se estrenó hasta 1987. El montaje original era de nada menos que cuatro horas. Pese a todo, no hay escenas inéditas en el DVD, nada más que el trailer como contenido adicional. Una lástima, sería interesante saber que rodó Bertolucci en las dos horas que se han perdido.
La trama de la película es de lo más sencilla. Un hombre de cuarenta y tantos años, deseperado por el suicidio de su mujer, y una mujer de 20 años, desatan su pasión sexual en un piso parisino. La única regla que impone él es no revelar sus nombres dentro de ese pequeño universo de cuatro paredes en el que se producen los encuentros. Fuera de ese piso, él es un hombre amargado que se tiene que cruzar con la madre de su fallecida esposa, con el amante que ésta tenía y con la particular clientela del hotel que dirige. Ella es la novia de un joven y más que peculiar cineasta, que quiere convertirla en la estrella de una película experimental.
Hoy en día la película sigue teniendo buena parte de la fuerza de aquellos años, aunque para muchos ha envejecido mal. Lo que está claro es que gran parte del escándalo que pudo generar en su estreno se ha perdido con el paso del tiempo. Eso sí, quien sólo haya visto en El último tango en París un intento de generar controversia o de filmar escenas de sexo, se ha perdido muchos detalles de la película, sobre todo la interpretación de un genial Marlon Brando. Es cierto que el sexo es el motor de la historia. Tanto es así que el origen de la película es, precisamente, una fantasía sexual del propio Bertolucci, quien quiso incluso que el sexo de la película fuera real, pero Brando se negó.
Además de esa negativa, el actor, uno de los mejores de todos los tiempos, con una voz impresionante y una presencia imponente, se inventó buena parte de los diálogos que tiene en la película, sobre todo los que pronuncia en inglés (merece la pena ver la cinta en versión original, para escuchar el contraste de los diálogos en inglés y en francés). El largo monólogo ante el cadáver de su esposa (la mejor escena de la película, a la que corresponde la fotografía), invención de Brando. El actor entendía que la mayoría de los diálogos que había escrito el director no se adaptaban bien a su personaje y años después incluso confesó que no entendía las indicaciones de Bertolucci. Así que se puede decir que en buena medida El último tanto en París es fruto de la genialidad de un intérprete irrepetible. Tanto, que no dudó incluso en improvisar escenas. Una de las más famosas, cuando usa mantequilla para el sexo anal, se hizo improvisando. María Schneider no sabía lo que Brando iba a hacer y la leyenda de Hollywood cuenta que sus lágrimas en esas tomas eran más que reales.
Una película muy interesante de ver, con escenas poderosas, con diálogos intensos. Quien sólo busque escenas de sexo, se equivoca de película. El último tango en París es una película de sexo y de amor, de locura y de redención, de deseos y arrepentimientos. Y la brutal escena final es buena muestra de ello, todo un golpe en el estómago que deja un poso de infinita tristeza.
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