No es nuevo el fenómeno cinematográfico de las adaptaciones de libros juveniles de éxito en los que el nombre del escritor es más importante que el del director. Tras Bajo la misma estrella, Ciudades de papel es la siguiente película basada en un libro de John Green mucho más que el segundo trabajo de Jake Schreier, que ya se había encargado de la sugerente Un amigo para Frank. En cualquier caso, el resultado es una agradable historia sobre el salto de la adolescencia a la madurez, sobre la idealización de los amores juveniles y más sobre la amistad que sobre las cuestiones del corazón, por mucho que su arranque, su cartel y hasta su sinopsis haga creer lo contrario. Y precisamente por eso, la película tarda en arrancar, porque los dos amigos de Quentin, el protagonista, tardar en alcanzar los roles que hacen que la historia sea tan simpática. Ese es quizá el único defecto claro que tiene el filme, del que se sale con cierta sensación de que no había capacidad para sorprender en su tramo final pero con muy buen sabor de boca.
Ciudades de papel tiene dos partes asimétricas. En la primera, Quentin (Nat Wolff) cuenta su historia en primera persona, cómo se enamoró de su vecina Margo (Cara Delavigne) cuando llegó al barrio siendo niños y como la adolescencia les separó, siendo ella más rebelde y él mucho más cabal. De repente, ambos se vuelven a acercar y viven una noche volcada en las sensaciones de la chica, en su locura, en su ansia de vivir el momento. Tras la primera media hora, la cinta entra en su segunda parte, en la que el protagonismo lo comparte Quentin con sus dos grandes amigos, y se transforma el tema central del filme, convirtiéndose en una aventura a medio camino entre la road movie y la reflexión sobre el fin de una era, la de los años de instituto. Del ritmo frenético de esa primera media hora a una transición personal, la que experimenta el propio Quentin, mucho más progresiva. Y es interesante la forma en la que esas dos formas de ver la vida se enfrentan, se adaptan e incluso se contagian sin llegar a chocar en ningún momento.
Para mostrar ese contraste, Schreier maneja bastante bien a sus actores. Consigue que haya química entre Wolff y Delavigne, pero también acaba logrando que los tres amigos (se suman al grupo los jóvenes actores Justice Smith y Austin Abrams) muestran una enorme familiaridad. De hecho, los momentos más divertidos y simpáticos están en ese segundo tramo de la película, y se acentúan cuanto más y mejor conocemos al grupo, haciendo olvidar lo que tarda en arrancar la historia por ese lado. Se puede achacar a la película que no hay en realidad gran capacidad de sorpresa y que se ve a la legua qué va a suceder con cada personaje, incluso con la aventura que emprende Quentin, que no se sale casi ni un milímetro del único final posible que se puede intuir desde muchos minutos antes. Previsible pero efectivo, y al final eso es lo que cuenta, porque precisamente por la condición original que exhibe la película, la de "basada en el libro de John Green" lo que cabe esperar es una historia más simpática que realmente novedosa.
Y eso lo consigue. Aunque tenga sus defectos, aunque haya aspectos que no estén explicadas con demasiada brillantez, lo agradable y lo divertido supera con creces a cualquier elemento que pueda chirriar. Incluso sabe adentrarse en temáticas que quizá puedan sorprender a espectadores algo más adultos del público objetivo que debería tener este filme. No es, desde luego, la reinvención de nada, pero encaja bastante bien en este universo juvenil creado por Green, bien adaptado por los guionistas de los dos filmes que beben de sus novelas, Scott Neustadster y Michael H. Weber, y con un reparto que da el aire de realidad necesario para que el resultado final no sea tan prefabricado como cabría tener de un producto tan fácilmente encasillable a priori como este. Pero Ciudades de papel se escapa de los terrenos más anticipables en muchos aspectos precisamente por la simpatía que desborda la historia y la forma en la que se cuenta en el filme, que acaba ofreciendo así un buen rato, probablemente mejor de lo esperado.
Para promocionar la película, el equipo de Ciudades de papel estuvo en Madrid. Tuvimos la ocasión de entrevistar a Nat Wolff para Cine y Comedia, y en este enlace podéis leer ese encuentro de forma completa.
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