Las aventuras de Tadeo Jones fue una magnífica carta de presentación para Enrique Gato que venía a demostrar algo que, en realidad, ya es totalmente conocido y que no se sabe muy bien por qué hay que seguir demostrando: que en España hay mucho talento para hacer animación. Tadeo Jones era una simpática historia juvenil de una notable factura, y sus muchos aciertos y un sabor de boca casi inmejorable justifican que la firma de Gato sea un aliciente para ver cualquier película que firme. Atrapa la bandera, no obstante, supone un ligero paso atrás en su conjunto. La película, a pesar de que tiene una animación bastante mejorada y un grado de imaginación bastante parecido al de su anterior filme, no engancha de la misma manera, quizá porque tiene una excesiva pretensión de buscar referentes, modelos o públicos objetivos, y eso provoca algunas lagunas en una narración que no es tan ágil como la de Tadeo Jones.
Esto último viene motivado por algo que, en realidad, no se le puede criticar a Gato. Su apuesta es por el mercado internacional, como ya lo era en Tadeo Jones, y eso quiere decir que Estados Unidos está en la mente del director y de su equipo. La película, por muy española que sea, es una continua referencia a ideales norteamericanos, a sus formas de pensar y narrar. Sus chistes, los que no dependen del doblaje, están pensados para que no haya referentes que no se puedan entender allí. Y la misma historia, centrada en una saga familiar que ha hecho carrera en la NASA, incide también en ese aspecto. Lo que aleja la sensación de que Atrapa la bandera es una película española es, probablemente, lo mismo que hace que pueda tener más oportunidades fuera de nuestras fronteras. En realidad no hace que sea mejor o peor película, pero sí deja la sensación de que el márketing manda.
Lo mismo sucede con las muy anunciadas presencias de la onmipresente Michelle Jenner y el muy de moda Dani Rovira en el reparto de doblaje español o el cierre de la película con una canción de Auryn, algo que se ha comido un poco la espontaneidad del cine de Gato. En Atrapa la bandera no hay mucho que se salga de los planes más previsibles, ni la presencia de minorías, ni de personajes arquetípicos, ni incluso del contradictorio uso de los personajes femeninos (conservador y tradicional para la madre de familia, aventurero y pionero para la chiquilla que acompaña al protagonista), y quizá por eso resulta más difícil entrar en la película que en Tadeo Jones. Es verdad que hay una imaginativa puesta en escena y que la historia familiar convence, pero por el camino surgen algunas dudas como el uso de algunos personajes secundarios, la insistencia en repetir algunos chistes o incluso un desarrollo demasiado previsible o incluso incoherente (la talla de los trajes espaciales).
La película no termina mal (con escena entre los créditos incluida), y la acción de su último tercio potencia sus grandes virtudes, que están en el paso adelante que se da en la animación con respecto a Tadeo Jones. Eso es capitalizar de forma adecuada un éxito en el que no todo el mundo confiaba. Los planos espaciales, las naves mezclando además el clasicismo del vehículo de la NASA y la ciencia ficción más aventurera que representa el villano de la historia, son lo mejor que tiene que ofrecer el filme. La historia no está a la misma altura porque bucea en tópicos y moralinas muy vistas. Aceptables, de hecho, si se quiere tomar Atrapa la bandera como un producto independiente, pero demasiado vistas en cuanto se le añade un contexto. Funciona bien, y destacan algunas bromas (como la presencia nada velada de cierto director de cine clásico), pero no es especialmente satisfactoria viendo lo que se hace en nuestros días y lo que el mismo Gato hizo en su anterior película, que gana claramente en la comparación.
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