Frozen. El reino del hielo deja una conclusión clara y contundente: nadie hace cine Disney como Disney. Parece una obviedad y seguramente lo es, pero el drama llegó cuando Disney dejó de saberlo y se puso a hacer otras cosas durante unos años. Pero cuando el estudio ha decidido volver a sus orígenes no sólo se ha reencontrado a sí mismo sino que ha dado con la fórmula para convencer a los niños de hoy con lo de siempre, en realidad. Frozen es puro Disney: magia, princesas, diversión y canciones. Puro algodón de azúcar para los más pequeños, si se quiere. Pero un algodón de azúcar que nadie sabe hacer mejor que Disney. Enredados fue un claro aviso de las ganas de recuperar la esencia de su cine, sin duda actualizándolo a tiempos más modernos, pero sumando a su leyenda, no buscando nuevos caminos. Y Frozen es la confirmación definitiva y como tal hay que saludarla: Disney ha vuelto. Y ha vuelto exactamente con lo que tiene que ser, el mejor cine de fantasía para los más pequeños que se puede ver hoy en día.
Ese objetivo lo ha conseguido Disney siempre con tres pilares básicos, y Frozen los respeta con una facilidad apabullante. El primero es la historia. Sin un buen cuento de hadas, es imposible hacer una película como esta. Frozen lo tiene. Y lo que es mejor, lo adapta a las mil maravillas para que la historia sea a la vez tan clásica en algunos aspectos como moderna en otros. El segundo, los personajes, carismáticos y muy bien construidos y que cubran todas las necesidades de la película. No basta con que funcione el personaje principal, en este caso la princesa Anna, o su hermana mayor, Elsa, la reina que se pretende coronar durante la película, o los dos principales papeles masculinos, Hans, el príncipe extranjero que busca la mano de Anna, o Kristoff, un hombre de las montañas solitario que acaba embarcado en la aventura de la princesa sin comerlo ni beberlo. También los secundarios son importantes. Y sí, está el animal de siempre, en este caso un reno, Sven, pero sobre destaca Olaf, un muñeco de nieve con vida propia que se convierte, con facilidad, en uno de los mejores secundarios cómicos del Disney más reciente.
Y el tercer elemento esencial es el conjunto audiovisual, la luz y el color, la imagen y el sonido. No es que sea uno de los musicales más magníficamente conseguidos de Disney (o que el musical tenga el mismo tirón como género de hace unos años), pero tiene tan claro que el referente ha de ser La Bella y la Bestia y las composiciones con las que Alan Menken arrasaba año tras año en los Oscar, que es imposible no reconocer sus esfuerzos. Ojo, eso sí, al primer número musical, Do You Want to Build a Snowman?, absolutamente maravilloso y con una fuerza narrativa inmensa. En cuanto a la imagen, Disney ha entendido por fin que no necesita llegar a la prodigiosa excelencia en la animación de Pixar para superar a su ahora compañía hermana. Frozen es deslumbrante, en diseños y en animación, pero en lo segundo se nota algún peldaño por debajo, por ejemplo, de lo que se veía en Brave. Y no importa en absoluto porque el conjunto es precioso y divertido, con buenas escenas de acción, con mucho amor y con incontables elementos de la fantasía que hace las delicias de los más pequeños... y de los no tan pequeños.
Disney es lo que es y triunfa precisamente porque no engaña a nadie. Frozen es un paso más dentro de la mitología del estudio, uno agradecido porque es una de esas películas que sí se merece el calificativo instantáneo de clásico Disney que la compañía aplicaba por sistema a todos sus títulos cuando los sacaba en vídeo. Este lo es desde ya, porque todo lo bueno que tiene es muy bueno y los detalles mejorables casi pasan inadvertidos, siendo deliciosa para niños y para adultos. Dos detalles más para acabar. El primero, que no se puede llegar tarde a la sala, porque la película llega precedida de un corto portentoso y rebosante de imaginación, Get a Horse!, sobre el que casi es mejor no saber nada más que está protagonizado por Mickey Mouse 85 años después de su primera aparición en el cine. Y el segundo, que hay escena al final de los créditos, un pequeño guiño cómico que no es necesario para entender la película y que es muy poco premio para los valientes que consigan aguantar a los niños más pequeños durante más de cinco minutos leyendo rótulos.
2 comentarios:
Desde luego la estética y el diseño de varios personajes es similar a los de "Enredados", que me gustó, pero no acabó de llenarme.
No has mencionado al villano de la peli, y es algo fundamental en Disney, pero bueno, la veré, a ver si logro hacerlo en una sesión con pocos niños.
Doctora, a mí 'Enredados' me me gustó, pero no para llegar a la altura de clásico. Esta sí llega a eso. Y no hablo del malo porque... Bueno, es que mejor hay que verlo en la peli, porque en eso sí que no es un Disney tradicional, je, je... Suerte para esquivar a los peques.
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