viernes, noviembre 30, 2012

'El origen de los Guardianes', una fábula trepidante

Parece sencillo establecer un paralelismo entre El origen de los Guardianes y Los Vengadores. O La Liga de los Hombres Extraordinarios. Es esta versión en dibujos animados de la serie de libros escritos por William Joyce la película de superhéroes de la fantasía tradicional. ¿Acaso no son superhéroes a su manera los Guardianes? ¿Y en qué otro mundo que no sea en el de la fábula tienen cabida Santa Claus, el Hada de los Dientes, el Creador de Sueños, el Conejo de Pascua y Jack Escarcha? Pues ahí está la mezcla que ofrece esta película. Una mezcla que funciona gracias a un ritmo trepidante, un humor bien servido y un diseño magnífico, preciosista y cargado de detalle, aunque a veces excesivamente exagerada en sus movimientos de cámara. En cualquier caso, y gracias a su desbordante imaginación, esta es una película para niños y para adultos, con las clásicas lecciones morales del cine de dibujos animados para los más pequeños y un acabado de gran factura para que la película entretenga también a los mayores.

Dreamworks ha encontrado un buen camino en la fantasía y la ciencia ficción. Monstruos contra alienígenas (la más floja de todas), Cómo entrenar a tu dragón, Megamind y, ahora, El origen de los Guardianes, siendo películas completamente diferentes entre sí, marcan un terreno en el que la productora se mueve muy a gusto. Más que en la agotada fórmula de Shrek o el dominio del reino animal de Madagascar o Kung-Fu Panda. Son estos títulos de fantasía filmes que conjugan con acierto la magia de la historia con el deslumbre visual, con un ritmo alto y en ocasiones trepidante, aptas para los más pequeños, con algún toque siniestro que evite caer en la ñoñería más lacrimógena o manipuladora y aspectos que puedan apreciar los adultos. El origen de los Guardianes es, en ese sentido, un muy buen producto, entretenido y de gran acabado visual, aunque, obviamente, está aún muchos peldaños por debajo de la excelencia en animación de Pixar.

Nada más ver a los protagonistas, surge una duda. Santa Claus, el Hada de los Dientes, el Creador de Sueños, el Conejo de Pascua y Jack Escarcha son conceptos anglosajones. El primero encuentra una traslación sencilla en Papá Noel, y el Conejo puede tener cierta aceptación, pero es complicado que niños españoles encuentren una identificación rápida y directa para el Sandman original o, sobre todo, el Hada de los Dientes, porque en España hay otro personaje que se ocupa de su tarea. Ese problema queda de alguna manera solventado con un gag sencillamente espectacular con el Hada como protagonista. Y es que el humor, un acierto enorme, se convierte rápidamente en la baza que puede suplir la falta de conocimiento que los niños puedan tener de los héroes de la película. Las pequeñas hadas, los yetis y los duendes son el motor de las risas, los protagonistas de los momentos más divertidos, sin que eso impida que el Hada, el Conejo, Santa Claus o el Creador de Sueños tengan también sus escenas cómicas.

Aunque es una película muy efectiva y notable, no tiene El origen de los Guardianes una estructura especialmente rompedora ni es innovadora en exceso. Los más críticos quizá verán que las inevitables lecciones morales proceden de otras películas de corte similar. Pero eso no merma en absoluto la capacidad de entretenimiento y disfrute emocional y visual que encierran sus 97 minutos (conviene esperar a que pasen los primeros créditos finales para ver pequeños y divertidísimos epílogos). La atmósfera es, sin duda, el gran logro de la película. Se respira magia y el villano, el Coco (más concretamente podría haber sido el Hombre del Saco, Boogeyman en el original), es tan aterrador como permite serlo una película de dibujos animados. El aspecto visual de la película, desde lo más luminoso y detallista a lo más oscuro y amenazante, es formidable. Y como la atmósfera funciona, es un detalle muy agradecido que no se haya recurrido a voces de famosos que se carguen esa sensación.

El origen de los Guardianes encuentra su aspecto cinematográfico más flojo en la obsesión de convertir parte, al menos solo parte, de las escenas de acción en confusas montañas rusas en las que es difícil seguir el movimiento de los personajes. Salvando ese detalle, nada chirría y todo divierte. Los personajes están construidos con sensatez a partir de los conceptos más tradicionales (siempre teniendo en cuenta que son anglosajones), y se mueven con soltura en el difícil equilibrio entre el respeto a las tradiciones y la necesaria adaptación a una historia de fantasía moderna. Y con eso se consigue una aventura espléndida, que no aburre en ningún momento, que despierta numerosas risas, que ofrece planos e imágenes deslumbrantes y que, aunque sea durante hora y media, llega a hacer que el espectador se sienta como alguno de los niños que aparecen en la película, felices de disfrutar con la fantasía. Y es que nunca hay que dejar de creer, porque de vez en cuando uno se encuentra con películas tan recomendables como esta para seguir haciendo que la magia esté en nuestras vidas.

1 comentario:

Juan Rodríguez Millán dijo...

C., ¿y por qué me va a chocar...? Como aventura infantil, a mí me ha encantado. Ya me dirás qué te parece...