La irrupción en el cine de Duncan Jones es una de las mejores noticias que ha tenido la ciencia ficción en años. Moon obligó a mirar hacia este director al que muchos le colocaron otra etiqueta, la de "hijo de" (Davd Bowie en este caso), antes de ver su trabajo. Pero él empezó desde abajo, con una producción modesta y terriblemente imaginativa. Código fuente es su segundo largometraje y el primero que hace ya insertado en la maquinaria de Hollywood. Y es una continuación fluída del cine que le gusta hacer a Jones. Trata temas similares, tiene una construcción temática y argumental en línea con su primera película, aunque ahora cuente con actores conocidos y con un aspecto, digamos, más comercial. Código fuente es un muy buen thriller de ciencia ficción, con algún que otro altibajo pero con mucho que recordar en su interior. Y, sobre todo, es la garantía de que la tercera película de Duncan Jones merecerá la misma atención que las dos primeras. Se lo ha ganado con estos dos notables y muy entretenidos ejercicios cinematográficos que ya nos ha dejado.
Volvemos a estar ante una de esas películas de las que conviene tener muy poca información antes de sentarse ante la pantalla. Caemos constantemente (distribuidoras y medios de comunicación los primeros) en el error de adelantar sucesos de los argumentos de las películas y con eso lo único que conseguimos es machacar la sensación de sorpresa, tan buscada como necesaria en la construcción de una película. Por el bien del espectador, es mejor ni siquiera ver el trailer, porque el arte de construirlos pasa por un momento radicalmente nefasto, en el que su labor es la de destripar la historia, con el único cuidado de no mostrar el final (ni que eso fuera lo más importante en el cine), más que la de convencer al espectador de que pague una entrada. No sé si es el caso de Código fuente, porque no he visto el trailer, pero imagino que sí, que avazará demasiado sobre la película. Eso mata el suspense, mata la intriga, pero también mata la narración del cineasta. Y aquí esa narración es muy poderosa, porque Duncan Jones sabe en todo momento lo que hace. Sabe dónde colocar la cámara, sí, pero sobre todo sabe lo que quiere contar en cada escena.
Eso, que ya había quedado demostrado en Moon, le convierte en un cineasta de primer nivel, aunque muchos desprecien los envoltorios de ciencia ficción en que hasta ahora se ha desenvuelto y le renieguen su condición de cine puro. Código fuente es una historia de ciencia ficción, sí, eso es indudable, pero por encima del género al que aparenta pertenecer se trata de una película de relfexión humana. Como Moon, por cierto. Tenemos a un personaje condenado a comprenderse y con él Jones coloca a los espectadores en la tesitura de decidir qué haríamos nosotros en su lugar, cómo lo haríamos, qué riesgos (personales y sociales, que no físicos, aunque también la historia habla de ellos) estaríamos dispuestos a correr por conseguir algo. Y es una película que habla sobre la fe (no religiosa; quizá encajaría más el término "confianza", pero "fe" le da un toque más profundo, que es el que en realidad quiere darle Duncan) como motor de nuestras acciones. Todo eso, contenido en el guión original de Ben Ripley (si esto lo escribe alguien que ha guionizado dos entregas videográficas de Species, ¿quién dijo que Hollywood no tiene ideas?), se eleva a un estadio mayor gracias a Jones.
A Jones y a sus actores. Fantástico cásting, acertado en todos sus niveles. Jake Gyllenhaal sabe darle a cada papel lo que necesita, es más camaleónico de lo que aparenta y entiende las motivaciones de este personaje. Mueve y conmueve, lo que es mucho decir. Michelle Monaghan será para algunos sólo la chica bonita de la película. Pero no lo es. Sí es muy fotogénica (y de eso se vale Jones con maestría para construir diálogos entre su película y el espectador), pero bajo la apariencia de un papel más secundario, tiene una capacidad de mover la historia muy convincente. Y entre ambos hay una química magnífica. Como también con Vera Fermiga (que ya apuntaba muy alto desde que la vi por primera vez en Infiltrados), que se suma al placer de ver (y escuchar en versión original, por favor) a un apasionate Jeffrey Wright (secundario en La joven del agua o los dos últimos James Bond (Casino Royale y Quantum of solace). Ellos, como el director, entienden que la película se mueve en parámetros mucho más profundos que una entrenida película de ciencia ficción. En sus miradas, en sus gestos, también en sus palabras, se encuentra el eco de lo que quiere contar en realidad la película.
Quizá el guión adolece de una mejor y mayor motivación en el villano que mueve la historia, pero eso acaba siendo lo de menos en Código fuente. A Duncan Jones, además, hay que agradecerle que entienda perfectamente el lenguaje cinematográfico. Cuenta lo que quiere contar y no lo alarga innecesariamente ni por hacer alardes del espectáculo que presenta. Las suyas, con mayor o menor grandilocuencia visual, son historias intimistas. Esta lo es. Código fuente va sobre amor y sobre fe. Y dura 93 minutos. No tenía por qué durar más. Pero si ponemos alguna pelea a cámara lenta, más planos de explosiones, y escenas repetitivas y redundantes, nos vamos a las dos horas sin ningún problema. Como en demasiadas películas actuales. Y el tempo narrativo Duncan Jones lo domina, porque dos películas con esa elegancia narrativa ya no son casualidad. y hacen que el nombre de este director figure ya en el de los tipos que se han ganado un reconocimiento. Ya tengo ganas de saber cuál será su tercera película, porque si profundiza en este particular y personal universo que está creando tiene que ser otra pequeña maravilla. Como Moon. Como Código fuente.
5 comentarios:
Coincido completamente contigo. Preciosa película, aparentemente de ciencia ficción como dices, pero que en realidad trata sobre el ser humano. Y cuenta muchísimo en poco tiempo. Yo también tengo ganas de saber qué hará a continuación este hombre, está entre mis favoritos ya por estas dos películas.
Yo también la disfruté muchísimo; y lo que menos parecía al final era ciencia ficción, de la verosimilitud con la que ha articulado la trama.
Besos
Sonix, pues de momento no hay pistas ni en IMDB... A ver si alguien va soltando alguna noticia, que este tupo se ha ganado que le siga.
Jo, y lo hace con una naturalidad estupenda, ¿verdad...? Casi se te olvida que es una película de ciencia ficción y todo...
No he visto Moon, pero código fuente me encantó, para ser de ciencia ficción, que no es de mis géneros preferidos, me gustó bastante...
La pequeña Meg, pues dale una oportunidad a Moon, porque creo que consigue alfgo parecido: es ciencia ficción pero te olvidas pronto de eso y te metes en el dilma humano.
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