jueves, septiembre 11, 2008
Un placer haber cogido 'El tren de las 3:10'
El tren de las 3:10, una espléndida película que casi nadie verá en España, que muy pocos han visto incluso en Estados Unidos, y que no se quedará en la memoria más que de los pocos que decidimos pasar dos horas de nuestra vida con ella. Y es que es una muy buena película. Con una duración adecuada, dos actores con gancho en taquilla, un muy buen guión... ¿Qué falla? Pues, por lo visto, sólo una cosa. Es un western. Lo que hace décadas era una virtud, ahora es un problema, salvo que la Academia decida apostar por un título de este género, como sucedió con Bailando con lobos o Sin perdón (y de eso ya ha llovido la friolera de 16 años). Sobre eso vuelvo luego para analizar el contexto de esta película. Porque lo importante ahora es dejar claro que es un placer ver filmes así hoy en día.
Por encima de todo, El tren de las 3:10 es un bellísimo duelo interpretativo, de esos que tanto gustan en Hollywood y de esos que a veces tanto cuesta apreciar por aquí. Russell Crowe es uno de los mejores actores del momento, hay veces que incluso me atrevería a decir que el mejor. Es capaz de meterse en la piel de todo tipo de personajes sin repetirse. Aquí borda a su ladrón cínico y realiza algunas de las mejores escenas de su carrera. Mucho decir, sin duda. Pero es que Crowe, aunque algunos prefieran no verlo y quieran quedarse con su imagen de tipo problemático, es un genio. Aquí da vida a un ladrón de diligencias, capturado por un descuido (un descuido con forma de mujer, claro...). Pero no le importa porque sabe que pronto volverá a ser libre.
Christian Bale ofrece una contrapartida magnífica con un personaje poderoso en matices y en ambigüedades, que es capaz de sorprender hasta el final. Interpreta a un ranchero que pasa por un mal momento. Tiene una pierna inútil por una herida de guerra, las deudas le acosan y decide sumarse a la caravana que llevará al ladrón a prisión (más concretamente al tren que le llevará a prisión) por 200 dólares. El primer cara a cara entre Bale y Crowe, en el salón, es prodigioso (cómo le gustan a Crowe estas escenas, todavía en la memoria el que mantiene con Denzel Washington en American Gangster). Los actores inicialmente pensados para sus papeles eran Tom Cruise y Eric Bana. Aunque ambos me gustan, aplaudo los quiebros del destino que acabaron por ofrecernos a Crowe y Bale.
Ellos dos encabezan un reparto muy solvente y muy adecuado (que también incluye a Peter Fonda), dirigido por un sorprendente James Mangold. No he visto Copland, que para muchos es su mejor película, pero sí le he visto en su faceta más dramática, en la aburrida y televisiva Inocencia interrumpida (la película por la que Angelina Jolie ganó un más que discutible Oscar a la mejor actriz secundaria) y la correcta pero algo fría En la cuerda floja (curioso que también sacara una estatuilla para una de sus intérpretes femeninas, Reese Witherspoon, éste merecidísimo). A priori, no hubiera pensando en él como un buen director de género en general o de western en particular. Pero filma de forma espléndida, clásica pero adecuada a los tiempos, prestando atención a los pequeños detalles que hacen de El tren de las 3:10 una hermosa experiencia.
Y en esos detalles, además de las cuidadas interpretaciones, hay que destacar todo el entorno en el que se desarrolla la acción. La ambientación es sencillamente perfecta; la fotografía es la única posible para hacer creíble la historia; y la música sencillamente una obra maestra (Marco Belltrami, su autor, estuvo nominado al Oscar; quizá fue la gran sorpresa del quinteto nominado, porque es un compositor muy acostumbrado a la acción y el terror, géneros musicalmente opuestos al western). Además, regula muy bien el ritmo de toda la película, hasta el punto de convertir el climax en todo un homenaje a Solo ante el peligro por el uso del tiempo real (diez minutos transcurren entre el momento en que las campanas tocan las tres de la tarde y la llegada del tren).
Insisto: ¿qué falla? Es triste decir que falla un género que la gente ya no es capaz de entender. Ahí están todas sus claves: cowboys, ladrones, sheriffs, caballos e incluso indios (espléndida secuencia la del combate entre el personaje de Russell Crowe y tres apaches). A veces da rabia que un género que en los últimos años ha dejado tantas buenas películas, en relación a los pocos títulos que se producen, no logre la difusión que merece. Antaño era un valor añadido. Hoy una rémora. ¿Por qué un espectador se sienta ante una película con una mentalidad diferente por el mero hecho de tratarse de un título de género? Difícil respuesta tiene esa pregunta, pero parece obvio que el espectador serio (o el crítico snob) no tiene en la misma consideración un western o una película de fantasía que un drama.
Toda esta reflexión podría ser algo forazada si no fuera por el momento en el que llega la película. Nada menos que con un año de retraso con respecto a su estreno en Estados Unidos, donde se pudo ver el 21 de agosto de 2007. Un año. Incomprensible. Es sencillamente inaudito este maltrato a una buena película y es difícil de creer que la única razón sea que se trata de un western. Los estudios han dado ya por sentado que ese género no interes a las nuevas generaciones. Por eso, en el fondo, me ha hecho ilusión ver en la sala a tres chavales de entre doce y catorce años. A pesar de la era tecnológica en la que vivimos, a pesar del bombardeo del cine de acción y efectos especiales, supongo que todavía quedan críos a los que les gustaba jugar a indios y vaqueros. Ojalá hayan disfrutado de la película y ojalá eso les lleve a bucear dentro de algún tiempo en los clásicos del género. Lo veo complicado, pero ojalá sea así.
El tren de las 3:10 es un remake de una película que protagonizó Glenn Ford allá por el año 1958. Aunque tiene fama (admito que no la he visto), no es uno de los iconos clásicos del género. Dicen que la diferencia está, sobre todo, en el segundo acto, mucho más largo en la película actual, que se detiene en el proceso de llevar al ladrón interpretado por Crowe al famoso tren que le llevará a prisión. Al margen del original, lo que sí está claro es que El tren de las 3:10 es una película magnífica, de una factura técnica inmejorable, con dos (más en realidad) actores en un estado de gracia prodigioso y que muchos no tomarán en serio por ser un western. Allá ellos. Se pierden una muy estimable película.
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1 comentario:
La decadencia del western yo la achaco más a prejuicios ideológicos que a otra cosa. Para ciertas personas es una manifestación del imperialismo yanqui y la opresión a los nativos americanos etcétera etcétera. Para mí, el western es un género como cualquier otro, capaz de dar alguna de las mejores películas de la historia del cine (sin ir más lejos, "Sin perdón", o "Centauros del desierto", que estoy a punto de ver).
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