lunes, septiembre 29, 2008

La última escena de Paul Newman

(NOTA: Si no habéis visto Camino a la perdición, recomiendo no ver el vídeo y no leer esta entrada; pido disculpas de antemano si alguien ha descubierto más de lo que quisiera, sabéis que no me gusta destripar películas, pero NECESITABA hablar de esta escena tras la muerte de Paul Newman)



Ya nunca más podré ver esta escena de Camino a la perdición sin lágrimas en los ojos. Cuando la vi por primera vez, allá por septiembre de 2002, me pareció hermosa, como toda la película de Sam Mendes, cuyo único defecto era ser algo predecible. Hoy sé que fue la última vez que se vio en pantalla grande a Paul Newman. Su última escena de muerte. Simplemente su última escena. Su última muestra del talento que hizo de él una leyenda. Y eso tiene hoy un valor incalculable que nadie cuando la vio entonces sabía que podía tener. Lloro porque nunca volveré a verle. Y lloro porque sé que lo que estoy viendo es mucho más que una película. Paul Newman hacía que fuera mucho más que eso.

Sam Mendes, sin saberlo, le brindó una despedida muy digna de alguien tan grande. Le regaló una escena preciosa, mágica, emotiva e inolvidable. Sin duda LA escena de Camino a la perdición. Michael Sullivan (un brillante Tom Hanks, y sin embargo eclipsado por la leyenda) toma la decisión más difícil de su vida. Para matar el hombre que ha asesinado a su mujer y a uno de sus hijos, tiene que acabar antes con quien ha sido un padre para él. Lo hace bajo la lluvia. De noche. En una escena planteada en torno a la figura de John Rooney (Paul Newman). La cámara gira a su alrededor mientras sus guardaespaldas van cayendo uno a uno por los disparos de Sullivan. No oímos los disparos. Sólo la prodigidosa música de Thomas Newman.

Rooney no se mueve. No hace falta. Sabe que va a morir, pero no así. No desde lejos. No por la espalda. Sullivan, después de haber acabado con los hombres de Rooney, se le acerca lentamente. Sólo cuando está junto a él, Rooney se da la vuelta para ver la cara del hombre que quiso como a un hijo y que será quien acabe con su vida. No parpadea, no gesticula, no habla, pero transmite nobleza, categoría y honor. Y sobre todo culpa. Porque sabe que son sus acciones las que le han conducido a este momento. Y sólo entonces habla: "Me alegro de que seas tú". El reconocimiento del padre al hijo. Sullivan dispara. Y para entonces ya tengo los ojos llenos de lágrimas. Paul Newman se ha ido para siempre.

No hay comentarios: