Gusta que el thriller se haya instalado en el cine español con absoluta cotidianidad. Y gusta que los intentos traten de aprovechar diferentes escenarios y temáticas. Tres 60 intenta ciertas acrobacias, y aunque en algún momento da la sensación de que pueden salir relativamente bien, el final hace que la película sea más endeble de lo que parece durante el entretenimiento que sí puede ofrecer en sus poco más de 100 minutos. Eso sí, siempre y cuando no se esté constantemente buscando las cosquillas al guión, porque siendo así se encuentran con suma facilidad. Lo complejo es que para argumentar este juicio hay que revelar el final y en estas líneas esa posibilidad ni se plantea, pero sí se puede decir que parece evidente que deja en entredicho buena parte del andamiaje ideológico y argumental de la película y que lo hace, además, sin el necesario desarrollo. Ahí, quizá, estaba la posibilidad de que la película tuviera la profundidad que falta en muchos thrillers, pero una elipsis se la lleva por delante.
Las dos primeras imágenes que deja la película son confusas. La primera, suferos en San Sebastián con música pop-rock de fondo. La segunda, unos títulos de crédito y música de suspense a cargo del efectivo Roque Baños. ¿Con cuál quedarse? La apuesta es por el thriller, pero a veces puede parecer lo contrario por la juventud de los protagonistas, el por lo visto necesario romance (con el más que obligatorio desnudo femenino que sigue inalterablemente presente en el cine español aunque aquí tarde en salir) y el tono de humor que desprende un personaje secundario que aparece y desaparece a conveniencia, incluso se bromea sobre eso en el guión. Va en esa línea que los dos actores protagonistas debuten aquí en el mundo del largometraje procedentes de la televisión o la presencia del surf, mucho más marginal de lo que pudiera parecer y casi en el fondo una excusa para justificar el precioso escenario y algún que otro patrocinio publicitario que parece haber recibido el filme.
Es de agradecer que haya un esfuerzo de crear una atmósfera atractiva con el tema escogido como telón de fondo (el tráfico de órganos), e incluso es correcto el macguffin que impulsa la historia, pero hay demasiada ingenuidad en la unión de las piezas del puzzle, la casualidad está demasiado presente y todo parece muy fácil. Incluso secuencias que prometen bastante y que generan la tensión que requiere un thriller, como la de la suite del hotel o la abadía, se solventan con demasiada sencillez, restándoles trascendencia y, sobre todo, efecto en el patio de butacas, donde no se llega a sentir el nerviosismo que tendría que provocar la empatía con los personajes. Rául Mérida y Sara Sálamo son una agradable pareja protagonista, pero navegan en un guión (obra de Luiso Berdejo, coautor de Insensibles) que no termina de establecer relaciones personales demasiado consistentes y que va introduciendo y olvidando personajes con demasiada facilidad, hasta el punto de que los únicos que cobran entidad son los alivios cómicos, el joven Guillermo Estrella (hermano pequeño del protagonista) y Adam Jezierski (su mejor amigo).
Tres 60 es, en conjunto, demasiado endeble. No lleva mal del todo el visionado, pero la reflexión rebaja bastante la nota final. Está rodado con bastante eficacia y no se puede decir que los actores desentonen (aunque la "colaboración especial" de Geraldine Chaplin corra el riesgo de generar perplejidad en el espectador), pero no termina de alzar el vuelo de una forma contundente y que enganche al espectador por las entrañas o por el corazón, algo que parece esencial en una película de género. Y aquí, por desgracia, lo evidente es muy evidente y lo que no lo es no termina de desarrollarse con tanta eficacia. Está por encima de ser una película fallida, pero no parce alcanzar los objetivos que se propone, algo que quizá con algo más de arrojo sí podría haber conseguido. Y ahí sí me refiero a ese giro final, que casi parece el punto de partida de una película que podría llegar más lejos que ésta.
2 comentarios:
No soy fan del cine español, en absoluto. Me parece que falta mucho, muchísimo. Sobre todo, porque el dinero de las producciones lo consigue gente que... en fin... eso...
Pero, dicho esto, he de comentar que cada vez me decepcionan más los guiones de las películas. Hace unos días, vi La trama (Broken City) con Russell Crowe, Mark Wahlberg y Catherine Zeta-Jones (igual la has reseñado aquí, pero no creo que destripases nada porque sueles ser bastante respetuoso).
¡Qué horror de guión! Me pasé la película intentando entender las motivaciones y "supuestas suposiciones" de los personajes, mientras me quejaba indignada.
Ahora, me convenció mucho Crowe...
Así que, si los americanos, con sus presupuestos y los años de cine estupendo a su favor, hacen esto... ¿a qué van a aspirar aquí los que NECESITAN sacar a una mujer desnuda sí o sí?
BkindZanks, ya... Es que ahora parece que los guiones se hacen con patrones, estudios de mercados, fórmulas que dicen que funcionan... El de La trama (sí que la comenté por aquí, luego busco el enlace) tenía fallos por todas partes, pero qué me vas a contar de Russell Crowe, un actor al que adoro... La necesidad de desnudar a una actriz es algo que no llegaré a comprender nunca... Es que da igual de qué va la película, oye...
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