X-Men orígenes: Lobezno fue una de las más decepcionantes muestras del actual cine de superhéroes que copa la cartelera mundial desde hace algunos años. Su fracaso fue notable, porque su protagonista era un personaje ya establecido con éxito en la trilogía de X-Men que inició Bryan Singer con la figura de Hugh Jackman. Su anunciada secuela se convirtió de repente en un nuevo punto de partida que pudiera hacer olvidar aquella. Y, efectivamente, su arranque entronca con X-Men. La decisión final, reivindicable final de la trilogía original del universo mutante. Eso es el primer acierto de Lobezno inmortal. También lo es llevar a Logan a Japón, un escenario muy adecuado para el personaje. Esas decisiones hacen que la esperanza crezca durante una primera mitad del filme bastante interesante, aunque se desinflan algo en la segunda, mucho más convencional y previsible. Aún así, Lobezno inmortal es una más que decente aventura superheroica, que sigue con relativa fidelidad el original en viñetas pero que tiene un problema no menor: la escena postcréditos emociona mucho más que todo el filme.
Dejemos aparcada esa escena por un momento, tampoco voy a desvelar el contenido porque en este pequeño rincón de Internet se considera perjudicial el spoiler, y centrémonos en las dos horas que llegan antes de eso. No era difícil superar el resultado de X-Men orígenes: Lobezno y eso lo hace con bastante solvencia Lobezno inmortal. Su historia es mucho más interesante que aquella, y encuentra referentes mucho más adecuados en el cómic que su predecesora. ¿Hace falta conocer el cómic para disfrutarla? No, en absoluto. ¿Y las películas anteriores? Conviene por el tono continuista con el personaje, pero en realidad basta con saber cómo acabó la La decisión final, aunque el detalle importante para comprender el estado anímico y vital de Logan se relata en el tramo intermedio de la cinta. Basta con asumir el enorme carisma que desprende Hugh Jackman como Logan. El papel siempre ha sido suyo, y su presencia sigue siendo imponente, y aunque ya cuente con 45 años sigue teniendo cuerpo y planta de superhéroe. Cuando el guión acompaña dándole frases propias de Lobezno, no hay ninguna fisura en su trabajo. Y aquí tiene varios de esos momentos.
Lo que se le escapa a Mangold (un director capaz de lo mejor, El tren de las 3:10, y de lo peor, Noche y día) es la parte final de la película. El arranque, en cambio, es más que correcto. Encuentra el perfil de héroe torturado de inicio y debilitado en la historia que tanto gusta en los últimos años y consigue esquivar la saturación que puede provocar esa vía tan explorada, y que hace pocas semanas se vio otra vez en El Hombre de Acero. Hace que el personaje se desenvuelva con acierto en el escenario japonés, y que los personajes secundarios queden relativamente bien integrados en la historia. Sobre todo los de Mariko y Yukio, nombres que sonarán a los aficionados al cómic como el amor japonés de Logan y su aliada, esta segunda mucho más compleja en la historieta que en el filme, donde queda, y dicho en el mejor de los sentidos, casi como un personaje de videojuego. Las desconocidas y hasta ahora más modelos que actrices Tao Okamoto y Rila Fukushima se encargan respectivamente de esos personajes.
Puede que a Lobezno inmoral le pese la incontenible escalada de espectacularidad que aumentó en este tipo de cine con Los Vengadores y, sobre todo, El Hombre de Acero (habría que asumir esta segunda entrega de las aventuras de Logan en solitario como la constatación definitiva de que el cine de superhéroes no sigue un modelo único... y que el grado de espectacularidad no debe ser el mismo), o puede que sea que en su clímax es donde se acumulan los mayores clichés del relato, pero el último acto sabe a poco. No por Logan, porque es ahí donde se le en su mayor esplendor, pero sí porque sabe a oportunidad perdida, por motivos que es mejor no desvelar para no arruinar el desarrollo de la película. Sí se puede decir que entre las decepciones está el muy poco aprovechado personaje de Viper, interpretada por Svetlana Khodchenkova, y que queda simplemente como la excusa argumental para que Lobezno vea mermado su factor curativo. Mucho más se podría haber hecho con ella, pero también con todos los personajes masculinos que rodean a Logan, planos o no demasiado bien explicados.
Lobezno inmortal deriva en un pequeño aunque entretenido batiburrillo de temas, imágenes y protagonistas, previsible en su desenlace y con algunas ideas muy interesantes en su desarrollo, producto de haber sabido situar a Logan en un escenario muy adecuado, incluso cuando la película se convierte en un llamativo team-up de Lobezno con Yukio (que también se había explorado, de una forma distinta, en la serie anime de Lobezno, en 2010). Tiene escenas de acción entretenidas y bien rodadas (destaca la del tren) y el buen sabor de boca que deja permite pensar que su final abierto permitiría hacer una secuela directa. Pero, claro, entonces aparece la escena postcréditos y las sensaciones cambian. Su impacto es inmenso y liga esta película con la próxima de la franquicia, X-Men: Days of Future Past, que marcará en 2014 el regreso de Bryan Singer a este universo. Y, sí, lo que pide debate, lo que genera emoción, lo que hace que el espectador se coloque en el filo de la butaca es esa escena. La película ya se ha olvidado. Insisto, es bastante correcta y supone la redención que Lobezno necesitaba tras su fallido título de X-Men orígenes. Pero es que esa escena postcréditos...
3 comentarios:
Nunca me han molado las aventuras japonesas de Lobezno, y francamente, por mucho que se hayan querido alejar de la primera peli, viendo el trailer parecen cortadas por el mismo patrón.
No me llama nada la atención esta peli (y que lo mejor sea una escena durante las letras finales ya es el colmo).
Espero que en la próxima peli de X Men consigan acertar con el tono dramático que precisa la historia, porque todas las pelis de X Men parecen un capítulo de la serie de dibujos.
No la he visto todavía, pero yo con Lobezno aviso desde ya que no soy objetiva :-) Un beso!
Doctora, creo que hay bastante diferencia con respecto a la primera que hicieron, y de hecho pasan olímpicamente de todo lo que sucede en ella. Y, sí, es un poco absurdo que lo mejo de la peli sea la esecna postcréditos, pero ya te digo que yo salí razonablemente satisfecho. Entretiene, que no es poco.
Meg, es que Hugh Jackman se ha hecho con el personaje de una manera formidable, probablemente sólo como Robert Downey Jr. se ha hecho con el de Iron Man... Ya me dirás...
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