domingo, abril 21, 2013

'On the Road', himno beat con alma menor

Siendo On the Road la adaptación de la novela de Jack Kerouac que narraba las aventuras de un grupo de amigos que cruzaron Estados Unidos en coche para vivir aventuras y su particular forma de entender la vida, no podía ser otra cosa que un himno beat. Y lo es con todas las consecuencias. Sexo, drogas y alcohol sazonan el viaje vital que Walter Salles lleva a la gran pantalla. Pero se le olvida el alma, que se queda en algo menor. Y el caso es que se intuyen cosas, se atisban momentos que podrían haber sido grandes, las interpretaciones son más que correctas y es obligado subir el nivel de los elogios al hablar de Garrett Hedlund, pero hay cierta sensación de vacío en el conjunto final, una acusada ausencia de implicación entre el espectador y los personajes y un ritmo tan lento que en ocasiones cede al aburrimiento. Y es una pena porque, insisto, mimbres hay. Salles rueda con inteligencia, pero no es capaz de dar al conjunto final la fuerza necesaria y, sobre todo, el alma que dio la aureola de mítico al libro original.

Es bastante probable que sea necesaria una cierta sintonía con los beats, o al menos un conocimiento básico de lo que representan, para asimilar y disfrutar lo que cuenta On the Road, sea el libro o la película. De lo contrario, existe el riesgo de considerarlo simplemente como la aventura alucinógena de dos amigos y la gente que les rodea en sus juergas sexuales, alcohólicas y de marihuana, y no prestarle así mucha más atención a partir de la segunda escena de excesos. Salvadas esas consideraciones y recordando que los personajes están basados en personas reales (el propio Kerouac entre ellos), On the Road, la película de Salles, se acerca mucho a un quiero y no puedo. Quiere, porque hay momentos logrados, un vértigo muy conseguido en las escenas festivas y un sosiego como contraste en las más familiares, además de un buen trabajo de dirección de actores.

Ahí, en el reparto, está lo mejor de On the Road. Y eso que es difícil quitarse de encima la impresión de que muchos actores han aceptado sus papeles en busca de un prestigio que sólo parece conseguirse en un cine de corte independiente. El que sale más triunfante en ese objetivo es Garrett Hedlund, que pasa de héroe de acción en Tron Legacy a clavar el retrato de Dean Moriarty, basado en Neal Cassady. Él es el motor de la película en todos los sentidos, narrativa, ideológica e incluso visualmente. Kirsten Stewart está lejos de quitarse la etiqueta de la chica de Crepúsculo, pero no desentona en el conjunto. Entre ambos, un Sam Riley, trasunto del propio Kerouac bajo el nombre de Sal Paradise, que convence por momentos y deja frío en otros, quizá porque su voz en off narrando el libro que está escribiendo no siempre termina de encajar bien en el conjunto final. Y los papeles de Kirsten Dunst, Viggo Mortensen, Steve Buscemi y, sobre todo, Amy Adams, son tan escasos que contribuyen a la sensación de desconcierto final que deja la película.

On the Road sufre con algunas incoherencias y con el abuso de las elipsis temporales, que dejan demasiados detalles en el tintero y obliga a una reconstrucción continua del cuadro por parte del espectador. Sufre con una historia errática, en la que no termina de quedar clara la importancia de cada uno de los personajes que desfila por la pantalla o si hay más objetivo que la descripción de un modo de ser, de unos años locos y de unos personajes sin más ambiciones que vivir la vida al límite. Es esa indefinición lo que termina por dejar On the Road como un filme más difuso y menos profundo de lo que le gustaría, de lento desarrollo y escenas que pueden parecer superfluas o reiterativas en demasiados casos, y que no termina de arrancar hasta sus momentos finales. Entonces sí se atisba lo que sí podría haber llegado a dar de sí la historia, pero es demasiado tarde como para que este himno beat ofrezca sólo un alma menor. Queda al menos el trabajo de Hedlund.

2 comentarios:

Juan Roures dijo...

Para mí esta película fue una gran decepción Todo el alma de la obra original se pierde en una adaptación confusa y sin sentido. Yo ni siquiera salvo al reparto, que está aceptable y ya (además, la presencia de Stewart no dice nada bueno). Un saludo.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Juan, puedo imaginar que la película decepcionará a casi todo el que haya leído el libro por lo que representa. Muy olvidable la adaptación, desde luego.