Esta versión de Grandes esperanzas realizada Mike Newell demuestra, ante todo, poco riesgo y se ciñe a los parámetros que cabe esperar de una adaptación de un relato de Charles Dickens, lo que redunda en una película que se ve venir y, por tanto, no deslumbra. Alguna extravagancia visual, ceñidas en buena medida al personaje de Helena Bonham Carter y a los caballeros con lo que simpatiza poco el de Jeremy Irvine son los únicos saltos al vacío que acomete en una película que nunca encuentra el ritmo adecuado. Tanto es así que se mueve entre la contradicción que supone pedir a gritos más metraje para explicar las elipsis pero, al mismo tiempo, se hace excesivamente lenta. Hay ciertos toques de clase en el reparto que hacen más llevadera la película, especialmente Ralph Fiennes, pero el conjunto acaba resultado bastante predecible, no necesariamente en cuanto a su historia sino ante las expectativas que cabe tener sobre una película de este porte realizada en nuestros días.
La historia escrita por Dickens es sobradamente conocida, la del joven aprendiz del herrero que acaba convertido en un caballero en Londres por obra de un misterioso benefactor, y la película parece seguirla con enorme fidelidad. Quizá excesiva, ya que parece que lo único diferente está en el vestuario, muy modernizado, o en la señora Havisham (Bonham Carter), a la que, con la estética siniestra que presenta, casi se puede entender como extraída de una de las películas que ha hecho con su actual pareja, el realizador Tim Burton. Decía que es el gran riesgo que asume Mike Newell en la película, aunque esa consideración tendría que recaer en el propio filme. Newell ha formado en las dos últimas décadas una filmografía peculiar. La popular Cuatro bodas y un funeral, la interesante Donnie Brasco, los mejores minutos de la saga hasta entonces en Harry Potter y el cáliz de fuego (gracias, sobre todo a Ralph Fiennes, con el que repite aquí), y la aburrida aventura de Prince of Persia figuran en su trayectoria antes de esta adaptación de Dickens, siendo ésta un salto curioso desde el mencionado videojuego.
Su principal problema, por tanto, es que no hay mucho novedoso a lo que agarrarse o algo que haga esta versión superior a otras que hayan podido hacerse de la obra (es todavía muy conocida la modernizada que hizo Alfonso Cuarón en 1998 con Ethan Hawke, Gwyneth Paltrow y Robert De Niro). Y también que los actores protagonistas no aguantan el peso de la historia. Tanto Jeremy Irvine (protagonista del Caballo de batalla de Steven Spielberg) como Holliday Grainger (experta en papeles de época tras pasar por Jane Eyre o Bel Ami y tener pendiente de estreno Anna Karenina) son demasiado predecibles, demasiados ceñidos a la letra de la obra o a lo que se espera de ellos. Falta carisma, falta empatía. Y, al margen del juicio a los intérpretes, falta un ritmo mucho más adecuado para la película, que con sus 128 minutos llega a parecer excesivamente lenta pero que con sus elipsis pierden oportunidades de dar explicaciones más convincentes al relato.
También sorprende la forma en la que Mike Newell solventa visualmente los flashbacks, con una distorsión de la imagen que rompe con la estética clasicista que le está dando mayoritariamente a este historia de Dickens (y que, sobre el mismo autor, Roman Polanski sí capturó a la perfección en su versión de Oliver Twist). Fiennes sí aporta su habitual categoría, mucho más en su primera aparición que en la segunda, quizá también porque para cuando se produce esta última la película ya ha caído en un desarrollo que no termina de convencer. Grandes esperanzas se queda en un filme tibio que tiene elementos atractivos pero que está lejos de convertirse en una adaptación definitiva. Lo más destacado es, sin duda, la fotografía de John Mathieson, capaz de crear grandes ambientaciones tanto en escenarios cerrados como en las calles de Londres para hacer creer al espectador que realmente está en las calles de la City de aquella época. Lo demás, simplemente correcto.
2 comentarios:
He estado como 10 minutos sin saber qué personaje hacía Ralph Fiennes en la peli de Harry Potter. Le buscaba en mi mente y no le veía.
Yo es que creo que Helena Bonham Carter es así de gótica en la vida real y ya sólo acepta personajes de ese estilo.
La peli tiene pinta de tostoncillo por lo que cuentas.
Doctora, a mí es que Harry Potter no me convence, pero Ralph Fiennes me mantuvo interesado en la saga, así que tenía que decirlo, je, je... No diría que tostoncillo, pero le faltan un par de hervores...
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