Dentro de la frenética marcha que ha metido Steven Soderbergh a su carrera como director (precisamente cuando más habla de ponerle fin), Efectos secundarios es su mejor película. Mantiene la frialdad de sus últimos trabajos (Magic Mike, Indomable, Contagio), pero encuentra elementos interesantes en un guión que, una vez superados los vaivenes iniciales y la falta de definición sobre la película que quiere ser, coge fuerza y hace crecer a sus personajes. El final no está tan a la altura y se acerca más a lo complaciente de aquel decepcionante cierre de Traffic que a las cimas truculentas a las que apuntaba en la media hora final, pero el resultado esta vez no es malo. A eso contribuye un reparto adecuado y convincente, que hace olvidar algunas trampas de la primera mitad del filme y contribuye a dejar un thriller convincente que, eso sí, pierde gas cuanto más tiempo tiene el espectador para pensar en la película. Tampoco parece como para tirar los cohetes que ha tirado la crítica norteamericana ni un salto enorme, pero sin duda es una mejora en la filmografía reciente de un director, Soderbergh, al que sigo viendo sobrevalorado.
Soderbergh construye una historia de la que no es fácil hablar sin desvelar algunos de sus muchos giros, alguno intrascendente y alguno muy agudo. Basta con saber que la película se construye básicamente en torno a cuatro personajes, la pareja que forman Emily (Rooney Mara) y Martin (Channing Tatum), ella víctima de depresiones por el hecho de que su marido está en la cárcel, y dos psiquiatras, los doctores Jonathan Banks (Jude Law) y Victoria Siebert (Catherine Zeta-Jones), el primero de ellos tratando en esos momentos a Emily y la segunda como su doctora en el pasado. La película arranca pareciendo un drama personal, se desliza después por los derroteros de la crítica social (a la industria farmacéutica, muy presente en determinados momentos de la cinta) y acaba como una especie de thriller psicológico que promete mucho y acaba dando algo menos de lo presumible. Los mejores momentos están en las dos últimas partes, especialmente en la segunda, aunque destacar eso obliga a aceptar las trampas que Soderbergh va tendiendo en el primer tercio.
A diferencia de lo que sucedía con las anteriores películas de Soderbergh, esta sí se disfruta durante la proyección. Hay una historia que resolver, un misterio que desentrañar y un final al que llegar. Todo eso quedaba mucho más difuso en sus anteriores trabajos. Y aunque interesa, la frialdad del director aleja bastante (hay algo de esa metáfora en los planos con los que abre y cierra la película), una distancia que recortan los actores. Con un Chaning Tatum que no da mucho más de sí, ni como actor ni por el personaje que le ha tocado en suerte, Jude Law lleva el peso de la película, primero discretamente y a la sombra de la en ocasiones agradecida excentricidad de Rooney Mara (pero menos magnética de lo que estaba en el todavía único Millennium de David Fincher) y desde la mitad de la película ya con firmeza. Su personaje es el que mejor evoluciona porque es el que más lo hace en cámara, a la vista del público. En él no hay trampas. En el resto del andamiaje de la película, sí. Por eso, Jude Law se erige en lo mejor. La presencia de Catherine Zeta-Jones también es muy agradecida, porque encuentra el punto adecuado a cada una de sus escenas, aunque en la reflexión posterior a la película sea el personaje más criticable en el guión.
No comparto la difusión de spoilers, y eso complica las explicaciones sobre una película interesante a ratos e insulsa en otros. Interesante porque hay mimbres, porque hay escenas que enganchan, hay momentos que sí logran su objetivo. Pero insulsa porque las explicaciones que da Sodebergh con el guión de Scott Z. Burns (con el que ya trabajó en ¡El soplón! y Contagio, además de haber colaborado en El ultimátum de Bourne) son a menudo bastante atropelladas e inverosímiles. Por eso, digerir la película acaba por rebajar su efecto, porque sirve para asumir que hay detalles que no cuadran en el relato de la primera parte o en la explicación de la resolución. Incluso hay personajes que sirven para una cosa y la contraria, sin mediar escena alguna que diga por qué. Se agradece que Soderbergh no intente aquí hacer la película definitiva sobre nada y se embarque en una intriga de lejanas resonancias hitchcockianas que tardan en dejarse ver. Eso y las actuaciones salvan una película que se deja ver con cierto agrado pero cuyo argumento tiene toda la pinta de no resistir un segundo visionado.
2 comentarios:
Agradezco que no cuentes spoilers, porque aún no he visto la peli. Después de leer tu reseña y tras escuchar el otro día cómo hablaban de ella en la radio, me quedo con que no es mala película pero tampoco es una maravilla... y bueno, para mí está bien. Supongo que la veré, porque siento intriga por saber qué pasa.
Todocinemaniacos, creo que ya me habías dejado comentario antes... Ando escaso de tiempo, pero me intentaré pasar.
Sonix, es que contar spoilers me parece cada día más lamentable. No le veo el sentido en absoluto. Ya me contarás...
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