Es bastante difícil evaluar Lo imposible como película. No está pensada como un producto cinematográfico más, sino como un torrente de sensaciones y sentimientos que apela directamente a la entrañas y al corazón. Es, por encima de todo, una película para llorar y emocionarse, un viaje de casi dos horas asistiendo a la dura lucha por la vida y por el reencuentro de una familia española (que hay que convertir en anglosajona por necesidades de la comercialidad) que fue víctima del tsunami que arrasó la costa tailandesa en 2004. Claramente, la sensibilidad está aquí por encima del cine, mero vehículo de las emociones que asaltan la pantalla. Y como el objetivo es emocional, insisto, se hace difícil pensar en Lo imposible simplemente como una película. Juan Antonio Bayona crea un entorno más que verosímil para esta historia basada en hechos reales, pero que nadie se engañe: la película no busca sostenerse en su impecable factura, sino que pivota en torno al momento en el que cada espectador se derrumbe emocionalmente con alguno de los personajes.
Juan Antonio Bayona debuto en el mundo del largometraje con El orfanato, una película de lograda atmósfera pero de cuantiosas trampas narrativas que acababan por arruinar, al menos parcialmente, sus méritos. Con las primeras noticias sobre Lo imposible cabía la sorpresa: un reparto internacional, un producto destinado a venderse masivamente en todo el mundo y un drama de temática universal para un director español que apuntaba maneras de realizador de género y que solo tenía una película a sus espaldas. Casi nada. Visto el resultado, Bayona sigue cayendo en algunas de las trampas que usaba en su primera película, solo que aquí cambia el escenario de las mismas. Son, en este caso, trampas emocionales, afectivas y casuales, pero trampas al fin y al cabo. Lo que sucede es que las trampas funcionan a la perfección y conducen la película exactamente por el camino por el que puede triunfar y de hecho triunfa.
Lo imposible conmueve. Muchísimo. Hace sufrir al espectador con la epopeya de este matrimonio y sus tres hijos. Eso lo consiguen Bayona con sus planos, mezclando con acierto los momentos más intimistas con vistas generales de la tragedia; Naomi Watts, Ewan McGregor y tres críos excepcionales (Tom Holland, Samuel Joslin y Oaklee Pendergast) con sus interpretaciones, cargadas de humanidad y sin fisuras; y la música de Fernando Vélazquez, que usa los instrumentos de cuerda con una precisión inequívoca para encontrar la lágrima. Pero volvamos a las trampas. No importa cuánto haya de real en la historia si el espectador duda de lo que está viendo. Y hay momentos que rozan la carambola hasta tal punto que se pisa la delgada línea de la credibilidad, combinados con golpes emocionales tan intensos y probablemente sinceros como, en el fondo, maniqueos y manipuladores. No tienen por qué ser términos negativos estos dos últimos, pero es evidente que la película conduce al espectador a un terreno prefijado.
Hay que agradecer a Bayona que no ofrezca una larga introducción y entienda que Lo imposible tenía una historia muy concreta que contar. No hace falta intimar demasiado con la familia protagonista antes de ver en pantalla el momento que todo el mundo está esperando, el tsunami, porque lo que viene a continuación da sobrados elementos de empatía. Si no lo hubiera hecho, su película habría clamado por más tijera en la sala de montaje. El tsunami es un momento espeluznante. Se ve de varias formas, pero la primera, breve e intensa, es memorable. Impacta aunque sean imágenes que, de una manera algo distinta, colocó Clint Eastwood al comienzo de la infravalorada Más allá de la vida (referencia que parece indispensable para entender la planificación de Bayona). Y si un mérito destaca en Lo imposible es que ese momento llamado a permanecer en la retina, colocado al comienzo del filme, no devora el resto sino que ofrece el complemento perfecto. Se ha visto lo que es, y lo que sigue es la vivencia de lo que supone sufrirlo.
Lo imposible es tan dura como humana, tan realista como sensible, tan tramposa como correcta. Es, en cierto sentido, una contradicción, porque lo que en condiciones normales podría suponer un descenso a la sensiblería más descarada está rodado sin tacha y es difícil encontrarle un defecto visual al trabajo de Bayona. Sí que hay ciertos desequilibrios en el guión y explicaciones que se omiten dando protagonismo a una parte de la familia por encima de otra, lo que obliga a poner algún que otro pero a ese libreto. Pero el envoltorio es lujoso, Bayona mete de cabeza al espectador en esta odisea y apenas le deja respirar. Y como el objetivo de la película está en que quien vea la película lo pase mal, emocionalmente mal, no cabe duda de que Lo imposible, con todos los matices que se le quieran poner, triunfa. Sin llegar a los extremos, casi siempre con fines publicitarios, que hablan de gente que no pudo resistir la proyección en el Festival de Cine de San Sebastián, sí es cierto que la película remueve muchas cosas. Y es ahí donde funciona a la perfección.
6 comentarios:
¡Uff! Juan, tengo muchas ganas de ver esta película, pero después de leer tu reseña, no se , no se. Soy de los que se emocionan con facilidad con algunas películas, de los que las sufren aunque luego se sientan liberados, y por que lo que comentas en tu estupenda crítica y por imágenes que he visto, entre ellas parte de la conversación entre la protagonista real de la película y Naomi Watts, tengo la sensación de que lo voy a pasar realmente mal, o sea que no se si finalmente la veré.
Pero es verdad que tiene una pinta estupenda. Y a mi el orfanato me gustó mucho.
Un abrazo
Juan vengo del mundo de speddy leí tu comentario y decidí venir a conocer tu mundo blogero.
Me ha encantado, la critica, vi la película el jueves y sufri. Pensaba sufrir de pena y sufrí mas por ser aprensiva con la sangre y el dolor de los demás, y la primera parte de la película aunque esta hecho magistralmente, yo no lo pase francamente mal. El sufrir por empatía con el sufrimiento emocional ya lo esperaba estaba preparada después de ver a la verdadera protagonista llorar después de tantos años al preguntarle lo que le parecía la película.
Para mi que ella vea su historia contada fielmente y se "crea" la película. Me parece que es el mayor merito de ese director. Porque tiene que ser francamente difícil conseguirlo y el lo hizo.
Creo que es de esas pelis que no engañan a nadie, sólo viendo los carteles ya te haces una idea de cómo va la cosa.
No me apetece ver un dramón de este calibre ahora mismo, pero creo que a la hora de tratar un tema así es complicado para los guionistas y directores no acabar poniéndose un poco moñas.
¡Hola Juan! Como te comenté el sábado, ya he visto la película. Te dije que no iba a leer nada hasta después de verla y así he hecho. Yo tengo que decir que me ha encantado. Es cierto que en algún momento puede pecar de manipuladora pero también creo que es necesario porque al fin y al cabo, sabemos que esa familia sobrevivió. Yo tengo dos momentos grabados en la cabeza: el momento del hospital (vómito) y cuando el personaje de Ewan McGregor llama a su suegro y se rompe como un niño pequeño.
Coincido contigo en que las interpretaciones de los niños son asombrosas y yo aporto que a mí Naomí Watts me ha encantado una vez más.
No sé entré pensando en llorar y vaya sí lo hice. Creo que Bayona no engaña a nadie y que sabemos que hay momentos que nos vamos a encontrar alguna escena que seguro nos conmueve. La verdad que no tengo ningún pero :)
¡Muchos besos!
Mi despertador se murió y no llegué al pase de prensa en San Sebastián :'( Y me pica la curiosidad, porque en dicho pase se desmayaron tres (¡tres!) personas, y en pases sucesivos se desmayaron otras dos. Por lo que me contaron, McGregor estaba flipando.
La veré, pero no en el cine. No quiero ser la sexta desmayada.
José Vicente, creo que merece la pena verla, pero es evidente que con esta película se sufre. A mí me gustó mucho el estilo de El orfanato, pero como decía en la crítica le veo muchas trampas...
Celia, bienvenida, me alegro de que hayas venido por aquí, espero devolverte la visita en cuanto pueda. La verdad es que yo intenté llegar a la película sin saber gran cosa, conocía la historia de la protagonista (lo básico) pero poco más, y es verdad que tiene muchos méritos.
Doctora, efectivamente, la cosa parece clara desde el inicio. Y, sí, yo también lo veo muy complicado. Es que la temática parece exigírtelo, aunque ya digo que algún que otro exceso sí vi...
María, en la crítica no quería ponerlo para que nadie viera spoilers (ya sabes que no me gustan), pero a mí la secuencia que me derrumbó es justo esa, la de la llamada al suegro. Me alegro de que te gustara. Yo algún pero sí tengo, pero no salí ni mucho menos defraudado del cine.
Key, yo lo de los desmayos no termino de verlo... Mi yo racional lo intenta achacar más al ritmo de un festival que al contenido de la película. No creo que tú cayeras...
C., muchas gracias, mi ego sale fortalecido con tu comentario, para qué te voy a engañar...
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