martes, octubre 16, 2012

'Cosmópolis', frío ejercicio de estilo de Cronenberg

Me costó mucho encontrar el sentido al cine de David Cronenberg. Salvo algún pico puntual (su valiente actualización de La mosca, aunque es una película que no sé si ha envejecido demasiado bien), creo que eso no sucedió hasta Una historia de violencia. El díptico que formaba con Promesas del Este revelaba un director maduro, atrevido e intenso. Pero tengo la impresión de que se lo ha creído, se ha situado en un estadio que él considera superior al de su público y ha perdido el lazo que permitía una conexión especial y empática con sus películas. Un método peligroso me aburrió y Cosmópolis sigue el mismo sendero. Todavía no sé de qué va exactamente, más allá de seguir a un multimillonario en busca de no se sabe muy bien qué. Y lo que queda es un frío ejercicio de estilo, un desfile agotador de personajes sin más propósito que el de ir cubriendo etapas hasta llegar a un final que parece ser todo lo que pretende la película. No importa el proceso, sólo la conclusión. ¿Y cuál es esa conclusión? La verdad, ni idea. Y por eso me ha aburrido.

Una sinopsis más o menos correcta que no reviente nada de la película podría decir que Cosmópolis narra un día en la vida de Eric Packer, un millonario que se desplaza en una limusina extremadamente lujosa a través de Manhattan con el fin de llegar a una peluquería en la que le corten el pelo. A lo largo de ese día, va subiéndose gente a su limusina, que hace las veces de despacho, y él va entrando en otros sitios para cambiar un poco de escenario. Es gente bastante inclasificable y variopinta con la que tiene conversaciones, y lo que no son conversaciones, de esas que tienen un envoltorio de profundidad que puede llegar a convertirse en insufrible si el espectador no se ha metido de cabeza y sin pedir explicaciones en el entorno de la película. Y es que cada vez parece más sencillo introducir diálogos que no se sabe si hablan de algo como pose de intelectualidad. A mí estos no me han llegado.

Sí es verdad que me ha resultado particularmente decepcionante ver que durante todas las escenas de la limusina me parecía más fascinante el mundo a su alrededor que apenas se veía a través de las ventanillas y que cuando Cronenberg lo muestra me resulta igualmente decepcionante e inexplorado. Pero puede que el gran problema que me cause Cosmópolis no esté en el envoltorio, sino en el protagonista. No veo a Robert Pattinson en el personaje. No entro en la mentalidad del protagonista porque emocionalmente no dice nada. Como actor, y eso se ve en cuanto se opone a alguien más solvente, Pattinson es limitado. O al menos hasta ahora le hemos visto muy limitado, porque el esfuerzo que requiere protagonizar la saga Crepúsculo no es comparable al de aparecer en todas las escenas de una película de autor como pretende ser ésta. La frialdad que transmite puede ser buscada en la primera mitad del filme, pero no en el descenso a los infiernos que narra en la segunda.

Y el caso es que Cronenberg suele ser buen director de actores, pero en Cosmópolis, por aquello de que todos son personajes epísódicos, picas en un camino que no se desanda y que no se sabe hasta donde va a llegar ni cuál es su significado cuando se ha recorrido, ninguno adquiere trascendencia. Todos los personajes entran y salen salvo Pattinson, una más fría todavía, aunque lo de ella sí parece buscado y adecuado, Sarah Gadon, la actriz que interpreta a su esposa, una poetisa que no quier mantener sexo con él porque priva de energía a su creatividad artística, y un simpático Kevin Durand, guardaespaldas del protagonista. Juliette Binoche es la que menos minutos saca de este desfile y, por muy sexual que sea, el personaje menos trascendente y agradecido. Samantha Morton hace el mejor trabajo de la película porque tiene la mejor escena de Cosmópolis. Y Paul Giamatti es muy, muy bueno. Con muy poco, logra durante muchos minuutos una tensión que la película no había alcanzado hasta su entrada. ¿Suficiente para sostener la película? No.

Cosmópolis es un filme de pretendida intelectualidad que no sé si esconde algún mensaje en realidad o es simplemente lo que parece, un ejercicio de estilo en el que Cronenberg experimenta planos y perspectivas con un marco frío, las más que habituales y cada vez más rutinarias escenas de sexo (que aparecen simplemente porque sí) y un final que, por muy perturbador que quiera ser, no le llega ni a la suela de las zapatos a la sublime perfección que consiguió en el remate de Una historia de violencia. No conozco el original literario en el que se basa. Quizá ahí haya más claves para entender de qué va realmente Cosmópolis. En lo que se refiere a David Cronenberg, y después de haberme hecho ilusiones muy sinceras, le vuelvo a poner en el grupo de directores que algún día puedan dar otra gran película pero de los que no puedo esperar siempre algo interesante.

1 comentario:

Anónimo dijo...

IMPRESIONANTE!!!!!!SR SU COMENTARIO ES LO QUE MAS SE ACERCA A UN SER HUMANO NORMAL COMO YO, LA VERDAD SE AJUSTA COMPLETAMENTE A MI PERCEPCIÓN Y ME HA HECHO SENTIR BIEN DESPUÉS DE HABER LEÍDO CRITICAS(EXPOSICIONES INTELECTUALES DE ALTA ALCURNIA) DE OTROS SERES ILUMINADOS.GRACIAS POR NO HACERME VICTIMA DE UNA LOBOTOMÍA