viernes, febrero 26, 2010

'The lovely bones': muy bonita, algo irregular

Peter Jackson se ha enfrentado siempre a un curioso análisis por parte de la crítica. Ésta alabó que un director de productos de terror de serie B y casquería varia se lanzara a dirigir una película seria, Criaturas celestiales. Aquellos que le alabaron entonces, lamentaron su salto al cine espectáculo de gran presupuesto con la trilogía de El Señor de los Anillos, aunque el resto del mundo disfrutó con las aventuras en la Tierra Media. Cuando hizo su King Kong, muchos críticos vieron la decadencia de un hombre entregado a los efectos especiales que debía volver al cine más serio. Y cuando lo hace con The lovely bones surgen dos tendencias: la de quienes infravaloran todo el cine de Peter Jackson y la de quienes creen que sólo sabe rodar superespectáculos, a pesar de haberlos criticado en su día. "No la han entendido", lamentaba Peter Jackson tras las feroces críticas que ha cosechado su último trabajo. Y no le falta razón, no. No han debido de entenderla, porque es una buena película, muy bonita, aunque algo irregular.

No se desvela prácticamente nada de la trama si se cuenta que la protagonista de The lovely bones es una joven de 14 años que ha sido asesinada. Es siempre atrayente que el narrador de la historia sea un personaje muerto, es algo que funciona muy bien en películas de diferente tono (cabe recordar, por ejemplo, American Beauty, un título muy distinto a éste en todo). Con ese punto de partida, lo que ofrece la película de Peter Jackson es un doble enfoque. Por un lado, el tránsito de la tierra al cielo de la joven muchacha y, por otro, lo que sucede en esta tierra que ha abandonado con su familia y su asesino. Ese doble enfoque es, cinematográficamente, lo mejor de la película. Son poderosos, a veces audaces (casi onírico cuando mezcla por primera vez el espacio entre dos mundos y la vida real), siempre efectivos, los montajes paralelos que plantea el director.

También es notable la ambientación. Con una imaginación desbordante, es obvio que la balanza visual entre la sociedad de los años 70 y esa especie de limbo se decanta por el segundo espacio, cargado de bellísimas imágenes y de referencias a diversas mitologías (qué pena me da leer a algunos críticos que se han despachado a gusto buscando referencias incluso a los Teletubbies, cuando uno, quizá más inocente, llegó a ver alguna a El Principito), muy por encima del intento de Más allá de los sueños de plasmar el infierno (con la clara influencia de La divina comedia de Dante) y con un claro (y no intencionado, por desconcimiento) paralelismo con la española Camino, aunque sin su simbología cristiana. Pero antes incluso de conocer ese mundo, Jackson ofrece una de las más bellas escenas de muerte sin que se llegue a ver muerte alguna. Una niña corriendo, alguien que ve más allá de la realidad, un entorno familiar, mucha niebla y una soledad apabullante. Es turbadora y apela directamente a los sentidos. Es brillante y es, probablemente, lo mejor de la película.

En la realidad es, en cambio, donde se aprecian los puntos débiles del filme, más allá de un final ligeramente decepcionante y que no está a la gran altura de todo lo anterior. Hay algunas lagunas narrativas, que hacen algo inverosímil la ejecución del crimen y que no se descubra a su autor o siquiera se dude de él, salvo por parte de un personaje (que no procede desvelar, aunque saberlo tampoco rompe el visionado de la película), hasta casi el tramo final. Quizá también podría discutirse el alivio cómico que Peter Jackson encuentra mediada la película gracias al personaje de Susan Sarandon (algo desaprovechada pero tan elegante y eficaz como siempre). Ahí da la sensación de que el tono dramático se le puede ir de las manos al director, pero nada más lejos de la realidad. Hay quien no ha entendido ni la luminosidad del mundo imaginario ni la parte más fantástica del desenlace. Quizá es que no corren buenos tiempos para las películas bonitas. Como ésta.

Sarandon es el nombre de más nivel de un reparto más que eficaz. Se ha destacado a Stanley Tucci (que tiene la unica nominación al Oscar para la película, al mejor actor secundario), pero radica el mismo problema de siempre, el que puso de manifiesto hace poco la alabadísima y para mí sobrevaloradísima actuación de Javier Bardem en No es país para viejos. ¿Es meritorio dar vida a un asesino con gestos y ademanes de psicópata asesino? Quizá no, y, de hecho, lo mejor del trabajo de Tucci está cuando trata de ser una persona normal, un vecino más de la familia de la víctima. Mark Wahlberg, tras esa excepción que supuso Infiltrados, vuelve a un registro más plano y Rachel Weisz cumple pero sigue sin llegar a emocionarme, como casi siempre. La joven Saoirse Ronan (vista en Expiación) está francamente bien, creíble en todas las facetas de la película, las más divertidas y las más trágicas.

La realidad le da un toque de irregularidad a esta hermosa fantasía de Peter Jackson. Pero no le resta mérito en absoluto al conjunto, una muy buena película, emocionante a ratos, tensa en otros y llena de matices y detalles a ver (incluyendo el cameo del propio Jackson y la inevitable referencia a Tolkien en una de las primeras escenas, en el centro comercial). Muy recomendable aunque, probablemente y sin ánimo de inducir a que nadie piense que se trata de una película pedante o inaccesible, Peter Jackson tenga razón y mucha gente no la comprenda.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante reflexión. Todavía no he tenido la oportunidad de verla, pero tengo deseos de hacerla, y con tu crítica me ha llamado màs la atención...

Juan Rodríguez Millán dijo...

Leila, pues espero que la disfrutes. Muchas gracias por el elogio, encantado de hacer que tengas ganas de ver una película.