
En los últimos años se había rumoreado la posibilidad de que Paul Newman y Rovert Redford volvieran a juntarse, como en aquellos viejos tiempos de obras maestras de la talla de El golpe o Dos hombres y un destino (uno de los finales más poéticos y hermosos de la historia del cine, una película a recuperar en cualquier momento de nuestras vidas). Pero esa película ya nunca se rodará. Nos la tendremos que imaginar aquellos que soñamos cada día de nuestras vidas con aquellas películas que nos marcaron y aquellas que nos hubiera gustado ver. Y Paul Newman seguro que hubiera sido el protagonista de muchas de ellas.
Porque Paul Newman siempre estará en nuestra memoria como muchos de los personajes a los que dio vida en la gran pantalla. Siempre será el Eddie Felson que bordó en El buscavidas y retomó 25 años después de la mano de Martin Scorsese en El color del dinero. Siempre será el descarado Brick de La gata sobre el tejado de zinc. Siempre será el Billy el Niño de El zurdo. Siempre será el Harry Ross de esa magnífica y olvidada recreación del cine de detectives que supuso Al caer el sol. Siempre será el valiente arquitecto que se lanza a salvar las vidas de inocentes en peligro dentro de El coloso en llamas. Siempre será una leyenda. ¿Se ha retirado de verdad? No lo sé. Yo siempre le tendré en mi memoria cinematográfica.
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