Visto con perspectiva, es difícil entender algunas de las
críticas que recibió Disney en los años 90. Su porcentaje de acierto, no ya a
la hora de hacer películas entretenidas sino títulos llamados a
perdurar en el tiempo, fue inmenso. La Sirenita abrió el camino para que La
Bella y la Bestia y El rey león pudieraan colocarse entre las mejores
películas de la historia de la animación, y El jorobado de Notre Dame o Tarzan
son joyas que invitan a elogiar a aquella Disney. Con Pixar pasa lo mismo. Sus
primeros años, sus ya muchos años de vida, son intachables. Cars, de largo lo más prescindible
que ha hecho, Monstruos University y un levísimo bajón de calidad con Brave, hizo que sonaran también las alarmas con Pixar, demostrando de
nuevo que ni los más intachables expedientes sirven para solventar críticas a
veces demasiado furibundas. Es verdad que desde Toy Story 3 Pixar no alcanzaba una
excelencia tan grande. Pero entonces llega Del revés (curiosa pero nada exacta
traducción de Inside Out) y ya podemos olvidar todo lo anterior, porque estamos
ante otra auténtica maravilla, y ya van unas cuantas, de los reyes de la
animación contemporánea.
Es una maravilla por tantas razones que no caben en una
crítica, por extensa que quiera ser. Pero sirva como síntesis de esta afirmación
de grandeza decir que se trata de una de las películas más divertidas, conmovedoras y
originales en décadas, sean o no de animación, sean de Pixar o no. Y eso que, con algo de entusiasmo pero seguramente sin exagerar, se puede decir que estamos en la cúspide de Pixar. Porque Del
revés se escapa de cualquier categoría en la que se la quiera encasillar. Sencillamente, es puro cine, y ese es el objetivo ineludible de Pixar. La simple idea de poner en imágenes los
procesos mentales de una chiquilla, de mostrar el funcionamiento del cerebro a
través de unos personajes increíbles y de explicar tantas y tantas historias
cotidianas es tan brillante que si hay algo que pueda merecer la pena más que la
película, aunque no esté el alcance del espectador, es cualquier reunión
creativa de ese extraordinario director que es Pete Docter y su equipo. Después
de ver la película una vez, puede que el espectador no sea consciente de la
magnitud del esfuerzo que implica levantar una historia como esta, con tantos
niveles y dos planos evidentes.
Porque Del revés es la historia de una niña (y una historia asombrosamente sencilla, pues no es más que la presentación de una niña feliz con sus padres que pasa por un momento difícil cuando se ve obligada a mudarse a San Francisco con ello), pero es también
la historia de lo que sucede dentro del cerebro de la niña. Hay dos escenarios,
dos grupos de protagonistas, dos formas de acceder emocionalmente a una
película que no da tregua, que funciona como comedia superlativa durante más de
una hora, en la que todo cuanto aparece en la pantalla rezuma imaginación y brillantez, y que después ataca al corazón emocional de quien asiste atónito a lo que es capaz de conseguir la película. El efecto viene a ser parecido al del arranque de Up, una sensacional mezcla de emociones, que consigue sonrisas y lágrimas con tanta sinceridad que hay que pellizcarse para comprobar que es cierto, que Docter y los suyos han vuelto a crear una conmovedora obra maestra de la más colorista de las puestas en escena.
La fascinación por los simpáticos y carismáticos personajillos es total desde el inicio. Alegría, Tristeza, Miedo, Ira y Asco son las cinco emociones básicas que se representan en el filme. Y aunque Del revés se vuelca claramente en las dos primeras, el reparto de momentos clave, de gags y de desarrollo de la personalidad es impresionante. Ellos aportan el colorido, la imaginación, esa magia de la animación que puede encandilar a cualquier niño. Pero, hay que decirlo, Pixar hace cine adulto. Da igual cómo lo revista. Del revés es una de esas películas encantadoramente complejas, que hace pensar, sentir y revivir, y en la que la animación (que es maravillosa pero que no es, ni por asomo, lo que más deslumbra en el filme) es sólo la herramienta. Lo que importa es un guión portentoso, un experimento audiovisual único y la enésima demostración de que la marca Pixar es sinónimo de una calidad excelsa casi siempre. Qué más da que de vez en cuando venga un Cars para vender cochecitos si al final llegan joyas como Del revés que demuestran que Pixar encuentra obras maestras donde nadie más puede verlas.
2 comentarios:
Una de mis películas favoritas de cualquier género desde ya.
Totalmente genial, perfecta.
Tengo muuuuchas ganas de verla Muchas.
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