Prometheus es, probablemente, una de las películas más complejas de analizar de este año. Es, puede que con diferencia, la que más disparidad de criterios provocará. No creo que haya muchos que lleguen a tacharla de obra maestra o que equiparen su nivel al de Alien, película de inevitable aunque parcialmente esquivada referencia, pero sí será fácil encontrar espectadores que caigan rendidos ante su inmensa y preciosista fuerza visual, incluso ante las ideas que incorpora al tapiza de la mitología de la saga en la que quiere introducirse. Y tan fácil, incluso más, será encontrar detractores, gente que la vea pretenciosa, vaga, mal construida. Hay un poco de todo en dos horas que, eso sí, parecen estar lejos de la pérdida de tiempo, son necesarias para entender el devenir de este tipo de cine y de la carrera de su director, un Ridley Scott que, una vez más, demuestra que tiene pocos equivalentes cuando se trata de ofrecer un portentoso espectáculo visual pero que se topa con un guión que en ocasiones parece a medio hacer... o reclamando su ya habitual Director's Cut.
Más que nunca en su carrera, Ridley Scott ha hecho un salto al vacío cuyas consecuencias no son fáciles de predecir. Alien era una saga en absoluto y progresivo declive, que encontró niveles absolutamente vergonzosos ya en su cuarta entrega, Alien resurrección, y que incluso empeoró en las innombrables mezclas con otra de las franquicias de la Fox, Predator. Por eso, que Scott recogiera la mitología de Alien era una noticia de calado y un elemento de esperanza para todos los que llevamos años soñando con recuperar el elevadísimo nivel que tenía la ciencia ficción cinematográfica hace no tantos años. ¿Pero esto es realmente Alien? Sí, lo es. Indiscutiblemente. Que nadie espere ver una precuela directa, o que el final de Prometheus enganche directamente con el comienzo de Alien, pero sí que hay sobradas referencias (desde las musicales hasta la grafía del título, pasando por nombres y conexiones temáticas y argumentales) que evidencian que estamos hablando del mismo universo. Pero, al mismo tiempo, quiere ser algo diferente. Radicalmente diferente.
Alien era un cuento de terror de incontables ramificaciones posibles. Aliens, de James Cameron, era tan buena porque cogía sólo una de esas ramificaciones y creaba algo totalmente diferente a su predecesora. De algún modo, Prometheus quiere ser algo parecido, seguramente basándose en una de las obsesiones de Ridley Scott, el Jinete Espacial muerto que encontraban los tripulantes del Nostromo en la película original. El planteamiento argumental de Prometheus es mucho más ambicioso que el de cualquier película de Alien, habla de la creación, del origen de la raza humana, de clásicas preguntas existencialistas que, por raro que parezca, encajan a la perfección en la mitología de la saga, al igual que en el género de ciencia ficción en general. Pero estos elevados objetivos chocan con un problema que no está lejos de llevarse por delante todas las buenas intenciones y las grandes ideas que esconde la película: su guión. En todo momento da la sensación de faltarle una o dos reescrituras, ofreciendo resoluciones torpes, comportamientos absurdos y giros inverosímiles, además de unas cuantas cuestiones bastante mal explicadas y que no conviene detallar por no arruinarle la película a nadie.
Esos flagrantes fallos en el guión sorprenden en una producción de esta envergadura. Es cierto que a Ridley Scott siempre le han cortado sus películas hasta alcanzar una duración estándar con el fin de estrenarlas en cines. También lo es que sus posteriores Director's Cut para las ediciones en vídeo son mejores que sus películas estrenadas. Pero por momentos da la sensación de que faltan demasiadas cosas, de que se han quedado explicaciones en el camino, de que hay escenas clave que no hemos visto. Eso crea desconcierto y, sobre todo, destroza el ritmo de la película, inexistente en muchos momentos y mal medido en otros. Las elipsis que ofrece son francamente inexplicables y lo que pueden parecer interrogantes sin resolver son, en algunos casos, preguntas mal formuladas y respuestas torpes. Se corre así el riesgo, insisto, de pensar que el ambicioso planteamiento no es más que un envoltorio vacío. No lo es, pero sí que está mal forrado.
A nivel visual, en cambio, Prometheus es todo un espectáculo intachable. Su 3D está más que justificado y sirve para meterse con una facilidad inusitada en el interior de los claustrofóbicos escenarios de la película, deudores en todo momento de la imaginería que diseñó H. R. Giger para el primer Alien. Sus hallazgos visuales usando los efectos por ordenador son asombrosos, hermosos, cargados de imaginación. Y su aspecto general coloca esta película en un plano diferente al de Alien. Lo que allí era sucio y gastado, aquí es luminoso y reluciente. Lo que allí era opresivo, aquí es espacioso. Las sensaciones son diferentes y hablan, cerrando el círculo, de las diferentes ambiciones de una y otra película. Lo malo en realidad es entrar en comparaciones irresolubles precisamente por ese motivo, porque las aspiraciones no son las mismas. Michael Fassbender fascina por sí solo, sin necesidad de compararle con el Ash de Ian Holm en Alien o el Bishop de Lance Henrikssen en Aliens. Charlice Theron evidencia que ha nacido para interpretar papeles oscuros sin pensar en otros referentes y Noomi Rapace encaja como su propio personaje, a pesar de los claros ecos a la Ripley de Sigourney Weaver que desprende.
Prometheus es una película confusa que deja esa misma sensación en el espectador, sin que eso sea algo necesariamente negativo. La torpeza de su guión en algunos momentos (desde la constante explicación para espectadores tontos al inverosímil comportamiento de algunos de sus personajes) amenaza con resquebrajar los grandes temas que aborda y que no son en absoluto baldíos o fruto de una filosofía barata con la que vender un producto comercial. En Alien encajan esas grandes preguntas que ofrece Prometheus. El enganche con lo mejor de la saga original está ahí, aunque no siempre le haga justicia. Algunos personajes son un relleno injustificado. Otros, como el de Guy Pearce, una expectativa no satisfecha. Y la propia Prometheus, como película, deja sensaciones tan contradictorias que no es fácil decidir si es un título realmente notable, como sugieren algunas de sus partes y de sus planteamientos (algunos temáticos y todos los visuales) o si es una obra deslabazada y descuidada que no cumple con lo que se presumía de ella. Creo que un segundo visionado aclararía percepciones, pero el simple hecho de querer volver a verla ya indica que para mí es una obra preciosista que merece revisión y recuerdo. Aunque ahora mismo todavía me tenga sumido en la confusión de no saber qué pensar sobre ella con rotundidad.
3 comentarios:
Confusión o tal vez frustración, no sé decir exactamente que es lo que sentí al ver Prometheus. Visualmente es un portento, pero todas esas referencias más o menos veladas a la religión se me atragantaron mucho. Como espectador puedo soportar algunas incongruencias de guión, algunas cosas cogidas con pinzas o incluso me puedo dejar tomar el pelo en alguna escena, pero lo de esta película tiene delito: diálogos absurdos, situaciones surrealistas y lo peor de todo: ¿Por qué hacerlo todo tan difícil? ¿Por qué explicarlo todo tan mal? ¿Por qué dejar tantas preguntas en el aire?
Me siento estafado y no por el importe de mi entrada de cine, si no a otro nivel. Como espectador y amante del buen cine.
Ahora tocará revisionarla, esperar a la versión del director o a las futuras secuelas para sacar algo en claro de este lío padre en el que nos ha metido el sr. Scott.
Saludos Juan!
CarlosXavi, te confieso que mi primera impresión al acabar la película fue la de no saber exactamente qué pensar de ella. Sí, yo también considero esencial dar cierta libertad y no prestar excesiva atención al detalle, pero en 'Prometheus' hay demasiado exceso como para no notarlo. Yo no diría que me siento estafado, pero sí eso, perplejo ante algunas cosas. Tengo la impresión de que perderá puntos en el revisionado y que una secuela podría mejorar este tinglado. Pero eso lo veremos con el tiempo...
A mi he gusta como pelicula independiente, como precuela de Alien, se queda muy atrás...
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