Han pasado diez años desde que se estrenó Men in Black 2, que as u vez llegó a los cines cinco años después que Men in Black. Entonces, en 1997, narrar las andanzas de estos hombres de negro, una agencia secreta norteamericana que se dedicaba a detener a los criminales alienígenas en la Tierra, fue un concepto simpática. Hoy parece algo superado, pero sigue siendo un divertimento digno y eficaz. Algo olvidable precisamente porque ya no esconde ni ofrece sorpresa alguna y porque esta segunda secuela sabe de sus limitaciones y se vuelca en el humor por encima de cualquier otro aspecto. Quizá incluso haya algo de cansancio, lo que explica por qué la historia obliga a buscar un sustituto a Tommy Lee Jones durante buena parte del metraje. Y es que aquí, por si quedaba alguna duda, la estrella ya es Will Smith. Lo mejor, insisto, es que es digna, cosa que no pueden decir todas las secuelas de películas de éxito que llegan con tanto retraso. Lo peor, que no hay nada nuevo en el horizonte y que la historia es muy, muy pequeña.
La eficacia de Men in Black 3 pasa por el hecho de que tiene momentos divertidos, por el disfrute de ver a Will Smith y Tommy Lee Jones retomando sus personajes de forma identificable, como si, en realidad, no hubieran pasado los quince años que han transcurrido desde la primera película de la serie cinematográfica (no olvidemos que está basada en un cómic y que, posteriormente, hubo una serie de dibujos animados). Pero son esos quince años el principal problema de la cinta. A estas alturas, no hay muchas explicaciones narrativas que justifiquen esta secuela y sus responsables parecen tenerlo tan claro que no han dudado en reemplazar a uno de los dos actores protagonistas para abordarla. ¿La excusa? Un viaje en el tiempo, y así el personaje ya puede interpretarlo otro actor más joven. Ya en las escenas en el presente da la sensación de que a Tommy Lee Jones le han quitado arrugas digitalmente. Lo que es innegable es que colocar a Josh Brolin es un acierto de casting.
Brolin, aunque lejos, muy lejos, de sus mejores papeles, es un actor interesante y le da un toque diferente a la dinámica entre J y K, fiel a lo que ya se había visto en las dos primeras películas y a la vez con un poco de frescura. Eso es, en realidad, lo mejor que ofrece Men in Black 3. Puede parecer absurdo, pero a Will Smith se le ve ya algo mayor para el tono juvenil de su personaje, que se mantiene intacto sobre el papel. La presencia de Emma Thompson no hace sino confirmar otra de las tendencias actuales de Hollywood y sus películas llamadas a ser éxitos, la de colocar actores conocidos más por otras facetas de sus carreras en personajes secundarios, casi de relleno. Y sí, tiene cierta gracia ver en las pantallas a pretendidos alienígenas encubiertos entre los personajes más famosos de la actualidad, pero tenía más cuando se hizo el chiste por primera vez en la película que dio origen a lo que ya es una trilogía. Así, la única gran novedad a agradecer es el escenario histórico en el que se desarrolla el modesto clímax de la película, y es que Hollywood sabe rendir homenajes de vez en cuando a su propia historia.
Esta tercera parte asume desde el principio que es una película pequeña, comparada con las dos anteriores y también con el blockbuster veraniego de Hollywood en la actualidad. El malo de la función, interpretado por el cómico y cantante Jemaine Clement, lo evidencia desde el principio. Sí que hay una invasión alienígena de fondo (que se ve minimizada a lo bestia por el gran superespectáculo del año, Los Vengadores, e incluso por el final de la tercera entrega de Transformers, con las que no hay comparación posible), pero es una historia muy pequeña y personal la que se cuenta en esta secuela. Y el añadido del 3D supone otra sospecha más sobre el oportunismo de este filme y de sus verdaderos objetivos. Claro, luego no deja de ser una película de Men in Black, trufada de detalles que son simpáticos, algunos relativos a las dos películas anteriores (aunque no es imprescindible verlas, ni siquiera conocerlas, para entender esta historia), y eso suaviza el juicio final a Men in Black 3. Pero es evidente que es una película para fans de la saga o de los actores, porque parece difícil que enganche a alguien nuevo.
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