El último show es una de esas películas de las que es muy fácil hablar. Que sea la última obra de Robert Altman facilita mucho las cosas. Que tenga un reparto impresionante ayuda aún más. Pero que además sea una película tan sincera, tan hermosa, tan llena de vida, es lo que hace necesario hablar de ella. Porque uno se pone a verla esperando quizá un trabajo más o menos eficaz de Altman. Esperando una peliculita entretenida, con buena música, para pasar el rato y poco más. Pero cuando acaba, uno se da cuenta de que tiene en su rostro una sonrisa de oreja a oreja, que ha visto un filme precioso, entretenido, muy bien hecho y, sobre todo, un auténtico canto a la radio, al espectáculo y a la vida. A la vida de estos hombres y mujeres que hacen posible un show en directo cada semana. A la vida de esta gente de la radio y de más allá de las ondas. A la de los propios espectadores y sus experiencias.
La película nace en la figura de Garrison Keillor, un tipo que lleva treinta años haciendo radio y nada menos que 25 (aunque con algún intervalo dedicado a otros proyectos) con A Praire Home Companion, un espectáculo de variedades emitido en directo desde un teatro. Eso, exactamente eso, es lo que se ve en la película: una de esas retransmisiones. En concreto, la última, lo que le da una emotividad completa y compleja al filme. Hay quien no se hace a la idea de que ese día el telón se cerrará por última vez, hay quien piensa que todos los espectáculos son el último, hay quien piensa en cómo evitar el cierre definitivo. Pero todos saben que es el último día que estarán todos juntos. La presencia, tanto en el patio de butacas como entre bambalinas, de una misteriosa mujer acentúa esa sensación.
El propio Keillor escribió la película para que Robert Altman la dirigiera. Éste leyó todos los borradores del guión y lo único que le decía es que se iba acercando a lo ideal. Lo cierto es que el guión nunca dejó de escribirse y durante el rodaje fueron surgiendo nuevas ideas y nuevas escenas. Altman le devolvió la broma colocando a Keillor como protagonista de la película, haciendo de sí mismo. Su presencia es un motivo más que suficiente para ver la película en versión original y escuchar su auténtica voz, puro sonido radiofónico. Como el hecho, que mencionaba antes, de que sea la última película de Altman. El director tenía 80 años cuando emprendió el rodaje (murió ocho meses después del estreno, con 81), por lo que se contrató a un segundo director en caso de que tuviera que hacerse cargo del proyecto. El elegido fue Paul Thomas Anderson (Magnolia, Pozos de ambición). Aunque el título original es el nombre del show en que se basa, A Praire Home Companion, esta vez los dobladores españoles no andan muy desencaminados, pues el filme estuvo cerca de titularse The last broadcast.
El último show es, en última instancia, una película musical, canciones country seleccionadas e interpretadas por los artistas regulares del show y por los actores, tan pegadizas que algunas se quedarán en la cabeza del espectador durante días. Pero es también, y aunque parezca mentira por su naturaleza, una película de actores. Ver cómo se mueven en sus camerinos, tras el escenario y compararlo con lo que hacen después en directo es maravilloso. Es increíble ver a Meryl Streep y compararla, por ejemplo, con la actriz que aparece en La duda. Es muy interesante ver a Lindsay Lohan interpretar a su hija o a Lily Tomlin dar vida a la hermana de Streep. Es divertidísimo el dúo que forman Woody Harrelson y John C. Reilly. Es una gozada ver a uno de los mejores actores cómicos que existen (Kevin Kline; el papel lo iba a interpretar George Clooney. Sobra decir que se ganó una barbaridad con el cambio...). Y así hasta completar todo el reparto.
La misteriosa mujer de la que hablaba antes (su personaje está acreditado como Dangerous woman, mujer peligrosa) corre a cargo de Virginia Madsen (Entre copas), una intérprete interesante y algo desaprovechada durante largos años. La primera actriz elegida para el papel fue Michelle Pfeiffer y aquí se me ponen los dientes largos al pensar que habría hecho la protagonista de Los fabulosos Baker Boys, Batman vuelve o la más reciente Stardust. Sin embargo, Madsen lo borda. De hecho, el personaje no le gustaba nada a Robert Altman y trató de recortar su presencia en el guión hasta el mínimo y fue Madsen quien le convenció con su trabajo de que podía dar mucho juego. Y lo dio, gracias sobre todo a la etérea y mágica presencia de la actriz, que protagoniza brillantes escenas con Kline, Keillor y Tommy Lee Jones, que tiene una breve aparición en la película.
Altman rodó la película sobre un escenario real, grabó la música en directo, captó la esencia de lo que es hacer radio sin red, en el constante salto al vacío en el que viven quienes se ponen cada semana delante de un micrófono. Y el resultado es hermoso, inspirador y una de las películas de los últimos tiempos más indicadas para levantar el estado de ánimo de un espectador de edad comprendida entre los 0 y los 152 años. ¿Que sólo es una película? Pues sí, sólo es eso. Nada más que eso. Pero se puede mirar desde el otro lado y pensar que es un prodigio mágico. También es eso. Nada más que eso.
2 comentarios:
Ya es una maravilla de por si un peli de Altman con un reparto así, (a pesar de que es difícil ver a Lohan haciendo algo serio como trabajar).
Era una de mis películas para ver, y lo haré sin duda.
Saludos ;)
PD Hay algo que haga mal Meryl Streep??
Simone, no te la pierdas, de verdad que es una pequeña gozada, una de esas películas que alegran el ánimo. A mí me ha sorprendido mucho, no esperaba demasiado a pesar de tanto nombre conocido y mira...
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