Oliver Stone es un director que se maneja muy a gusto en la polémica. Seguramente él será uno de los pocos que tenga el valor suficiente para rodar una biografía de un presidente de Estados Unidos cuando éste todavía residía en la Casa Blanca. W. es un curioso biopic cuando seguramente el material podría haber dado para mucho más, pero Stone se mueve muy a gusto en este tipo de película y por eso el resultado es interesante. A veces parece perder la perspectiva y uno no sabe muy bien si es una película para ridiculizar al ex presidente, a mayor gloria del modelo de vida americano o simplemente una biografía más o menos objetiva. Pero en los peores momentos, que alguno tiene, el espectador se puede agarrar a las actuaciones, formidables casi todas ellas, y sobre todo a un inmenso Josh Brolin, que da vida, literalmente, a George W. Bush. Con todo lo bueno y todo lo malo que eso supone.
Quizá lo más reprochable de la película sea que se queda en la superficie de muchos de los temas que apunta (o que abiertamente zanje con una sola escena cuestiones como su alcoholismo), que esté más preocupada en desarrollar una caracterización de George Bush que en contar una historia. La mezcla de la narración presente (las fechas previas y posteriores a la guerra contra Irak) y pasada (la vida de Bush desde su etapa universitaria hasta que decide ser candidato a a las elecciones presidenciales) es hábil, tan hábil como suele ser el cine de Oliver Stone. Pero a veces da la impresión de que se escapa mucha historia entre los dedos. Las elipsis dejan la sensación de que hay demasiado por contar. Quizá sea cierto que la película es prematura porque, al fin y al cabo, cuenta una historia inacabada (que tiene además un final demasiado abrupto, quizá por este motivo), la de un presidente que todavía no había abandonado el poder.
Pero el retrato (pese a escenas tan prescindibles como la de la famosa galleta con la que se atragantó, que entran más en el terreno de la burla que en el del análisis o la narración) es necesario. Tan necesario como que el cine se preocupe de los entresijos de la política, y en eso Stone, guste más o menos, es todo un maestro. Capta la atención desde el primer momento, desde la conversación en el despacho oval para decidir cómo denominar a lo que finalmente se conoció como el Eje del Mal. Sin duda, la película gana fuerza en la narración presente, la guerra de Irak, y seguramente el producto final habría sido mejor si se hubiera centrado en ella (al estilo de Trece días, una película algo menospreciada que traza un retrato de los Kennedy con la excusa de la crisis de los misiles de Cuba). El afán de contarnos la vida personal de Bush y la relación con su padre al margen de la política incide en esa superficialidad que comentaba.
Vista la película y la perfección de la práctica totalidad de las caracterizaciones, es un interesante ejercicio pensar en los actores que estuvieron a punto de dar vida a los personajes. Christian Bale iba a ser Bush, e incluso se hizo las pruebas para el maquillaje. El papel de Bush padre pudo recaer en Warren Beatty o en Harrison Ford. Y Robert Duvall pudo hacer de Dick Cheney. Pero, como siempre, es un ejercicio más o menos estéril dado el buen resultado de todos los actores. James Cromwell (que ya hizo de presidente ficticio en Pánico nuclear) está formidable, casi tan genial como Scott Glenn en la piel de Donald Rumsfeld, Richard Dreyfuss en la de Cheney o Jeffrey Wright en la de Colin Powell. Este trío, de hecho, protagoniza escenas espléndidas. La película es impagable sólo por escuchar las discusiones sobre Irak entre Powell y Cheney. La decepción es Thandie Newton como Condoleezza Rice, un personaje que parece sobrar en la película.
Pero si alguien destaca por encima de todos es el protagonista principal, el auténtica corazón de la película. Josh Brolin traza un Bush realista hasta el extremo, creíble y patético a partes iguales. Lo suyo no es una imitación ni tampoco una caricatura. Es un personaje, pero es real. Y uno se pregunta, después de ver su actuación, cuánto hay del Bush de la pantalla en el Bush que vemos en los informativos. Si realmente el ya ex presidente de Estados Unidos tiene esa forma de hablar, de comer, de flirtear, de discutir y de mandar. Brolin consigue que la pregunta sea a posteriori, porque durante la película la credibilidad es total (inolvidable su discurso para justificar la invasión a Irak, con gestos del propio Bush pero con carácter propio). Y pone la piel de gallina pensar que efectivamente ese sea el perfil real del hombre que ha ocupado la Casa Blanca durante ocho años. Brolin es un pedazo de actor, cada vez más interesante.
Lo que no acabo de entender es que una película dirigida por un realizador de prestigio, que tiene un reparto francamente interesante, que trata de un tema de actualidad y que no es un producto malo o inestrenable, acabe en España directamente en televisión, sin un estreno cinematográfico ni siquiera videográfico. No lo entiendo, pero la emitió La 2 de TVE el pasado día 20. Al menos hemos podido verla, que por lo visto no es poco. Y así hemos salido de dudas: Aznar no aparece en la película. Sale Tony Blair, se ven conversaciones con Putin y Chirac. Pero España sólo aparece mencionada al hacer una pequeña relación de los países aliados. Y de Aznar, ni palabra. Con la ilusión que me hubiera hecho conocer el cásting que Oliver Stone podría haber hecho para elegir un actor que diera vida al ex presidente del Gobierno español...
1 comentario:
Como creo haber dicho ya por aquí otras veces, yo esperaba que esta película fuese un "arma de manipulación masiva", dados algunos antecedentes de Oliver Stone, pero bueno, por lo que escribes parece que no es así. Ál fin y al cabo, Oliver Stone tampoco es Michael Moore...
Yo no pude verla, ya que me enteré de la noticia al día siguiente, pero sí que es curioso que ni siquiera se pase en cines; supongo que el fracaso de público cosechado en Estados Unidos será la causa de ello.
Por cierto, ¿de veras hay gente que menosprecia "Trece días"? Para mí es una inmensa película, de la que duele saber que, en un principio, se había pensado hacerla al estilo de (escalofrío de terror) "Pearl Harbour".
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