Mi opinión empezó a cambiar con Las dos torres. ¿Os acordáis de la secuencia en la que cree que los orcos han matado a los hobbits y lanza un grito desgarrador mientras le pega una patada de rabia a un casco? Ahí vi de verdad a Aragorn por primera vez y me quité de la cabeza al actor que conocía de antes. Ese grito me entusiasmó y a partir de ahí me enganchó (nota: en los maravillosos extras de la edicción de coleccionista de la película, Viggo revela que la toma que aparece en la película fue la tercera que hicieron y que quedó auténtica porque al pegar la patada se rompió dos dedos del pie; ¡qué grande es el cine!). Visualmente me encantó como Alatriste, a pesar de que su acento me rompía la magia y de que la película me pareció muy decepcionante, por ser cortés. Y me ha cautivado del todo con las dos películas que ha hecho con David Cronenberg.
Una historia de violencia me sorprendió, tanto el trabajo de su director como el del actor. Me encantó, me pareció brillante, aunque la película tenía sus altibajos. Viggo estaba a la altura de mi admiradísimo Ed Harris (un actor que nunca tendrá todo el reconocimiento que a mi juicio merece), y eso es mucho decir. En Promesas del Este directamente se convierte en el alma de la película. No creo que me hubiera creído toda esta trama de la mafia rusa en Londres si no hubiera sido por él. He leído que Viggo se marchó a Rusia sin traductor y por su cuenta para conocer de cerca el mundo al que iba a dar vida en la película. Y que habló con gente que "no era precisamente con quien me iría de copas". Me encanta la profesionalidad de Viggo Mortensen, la que le llevó a aprender a una velocidad de vértigo a manejar una espada para El Señor de los Anillos o la que le llevó a recorrer las calles de León para conocer el ambiente de España para Alatriste.
Promesas del Este, al margen del impresionante trabajo de Viggo Mortensen (me imagino que será más impresionante todavía en versión original, puesto que se pasa toda la película hablando en ruso y en inglés con acento ruso), hay que decir que es una muestra más del cine adulto en el que se ha metido Cronenberg últimamente. Ha abandonado el terror explícito de sus primeros años en aras de un cine más complejo. La puesta en escena es envidiable, la forma de rodar es limpia y precisa. Violencia, la justa para meternos de lleno en la realidad de un mundo que desconocemos. Y Naomi Watts, como siempre, maravillosa. Merece la pena, a pesar de que es una película algo previsible y que no tiene el espectacular final que nos dejó Una historia de violencia, uno de los más bonitos y poéticos de la historia del cine.
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