Un pez llamado Wanda es una de las mejores comedias de los años 80, un clásico sobre el que no pesan los años, un gran trabajo de guión y de interpretación, una de esas películas que ya no se ven. Kevin Kline ganó el Oscar al mejor actor secundario por su papel en esta película. Da vida a Otto, un psicópata que forma parte del grupo de ladrones de joyas que centra la historia. Las características de Otto le hacen un personaje de lo más peculiar... La imagen que acompaña a esta entrada es de los títulos de crédito de la película.
El auténtico cerebro detrás de Un pez llamado Wanda es John Cleese, el genial cómico británico que fue miembro de los Monthy Pitton. Cleese le ofreció el personaje a Kline de una forma muy peculiar: "Tengo un papel para ti en que el eres el hombre más malvado del mundo", le dijo. Y Kline aceptó. Luego mejoraron el personaje entre ambos, en un viaje a Jamaica en el que Kline (al que le encanta ensayar y, según sus compañeros, no empieza a dar lo mejor de sí mismo hasta la sexta toma) interpretaba escenas y daba ideas a Cleese.
"Se fue convirtiendo en un tipo que se creía un genio, pero que era un auténtico estúpido", asegura Kline de su personaje. Otto lee filosofía. Adora a Nietzsche, pero en realidad no lo comprende. Se cree un tipo inteligente precisamente por sus lecturas. Memorable el diálogo en el que Jamie Lee Curtis le dice que el Suburbano londinese (London Underground en el original) no es un grupo cultural (¡¡¡y Otto se ríe para afirmar que sí lo es!!!). Como se cree tan inteligente, una de las cosas que no soporta de nadie es que le llamen estúpido. Y, por supuesto, como buen americano, se cree por encima de los ingleses (la película está ambientada en Londres).
Vuelve loca a Wanda hablando en italiano. En realidad, lo que hace es decir nombres de platos, de ingredientes y de alimentos. Como curiosidad, hay que decir que en la versión italiana, lo que habla Otto para seducir a la chica del grupo es castellano... Kevin Kline intentó que fuera francés el idioma con el que conquistar a Wanda, porque ese es el idioma que habla en la vida real y se sentía limitado con el italiano. De hecho, en la escena que finaliza en la cama, Kline se quedó sin palabras en ese idioma y se puso a cantar Volare. Estaba convencido de que cortarían la escena, pero ésta se quedó en la película.
Otto demuestra una gran puntería con su pistola con silenciador. El disparo a un sensor que aparece en pantalla durante el robo lo hizo el propio Kevin Kline. Y acertó en la segunda toma. Una de las subtramas que se eliminaron de la película (y que se pueden ver en una magnífica edición de dos DVDs) coloca una muy singular afición a Otto: cuando oye a un gato no puede resistirse a disparales al rabo. De hecho, colecciona rabos de gato.
A los responsables de la película les pareció una crueldad innecesaria con los animales, toda vez que la película ya incluye el asesinato de tres perros y de varios peces, estos a manos de Otto precisamente... Por cierto, esos peces no son reales. Son de gelatina, aunque Kline se ofreció incluso a comerse peces vivos para dar más realidad a la secuencia.
De Un pez llamado Wanda se pueden destacar muchas cosas: el inteligente guión de Cleese, las maravillosas interpretaciones de todo el reparto, las situaciones cómicas generadas por el tartamudeo del personaje de Michael Palin (la escena en la que intenta decirle a Cleese dónde están las joyas era muchísimo más larga, pero se cortó para el estreno porque ya parecía excesivo), el momento en el que Otto cuelga de la ventana al abogado que interpreta Cleese y éste le pide disculpas boca abajo... Muchas escenas, una gran comedia. Altamente recomendable para quien no la haya visto y esté hastiado de la comedia actual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario