viernes, mayo 18, 2012

'Profesor Lazhar', hermosa reflexión sobre la muerte

Si hay un miedo más que presente antes de ver Profesor Lazhar es que la presencia de tantos niños ablande el análisis, infantilice el mensaje y reduzca el efecto de la película. Basta la primera escena para disipar esas dudas por completo y comprobar que no es así, que estamos ante una historia madura y serena, reflexiva y emotiva. Profesor Lazhar, la película canadiense que se quedó a las puertas del Oscar al mejor filme de habla no inglesa en la pasada edición de los Oscar, es una hermosa reflexión sobre la muerte, sobre la tragedia y sobre las consecuencias de nuestros actos. Hermosa, y no sólo por el más que correcto trabajo de un numeroso reparto infantil, sino también por la lograda interpertración de su protagonista, el argelino Fellag y la más que competente labor de Philippe Falardeau como guionista y como director, que sabe encontrar momentos para el drama y momentos para la comedia sin caer en sensiblerías facilonas y sin ofrecer respuestas a problemas que en la vida real no las tiene.

Profesor Lazhar empieza con un puñetazo en el estómago. Y no tarda en revelarse como una película de tragedias cruzadas. La de ese profesor de origen argelino que va a parar a un colegio público de Montreal (fabuloso, carismático y muy creíble Fellag), la de toda una clase que pierde a su profesora en dramáticas circunstancias y en especial la de dos de esos niños, por un lado Alice, una chiquilla inteligente, perspicaz y más adulta de lo que se presupone a su edad por las continuas ausencias de su madre, y por otro Simon, un pequeño de compleja personalidad y temores ocultos que acabarán estallando en el momento más insospechado. El filme no sólo trata sobre tragedias, sino también de la forma de encararlas que tenemos cada uno y cómo los secretos que guardamos pueden impedir la naturalidad a la hora de afrontar una muerte inesperada. Hablar de estos temas con un reparto plagado de niños, insisto, tiene un mérito incuestionable.

Falardeau demuestra inteligencia ya desde esa primera escena que marca el tono de la película, muy bien rodada, una espléndida presentación de los niños protagonistas.Y la sigue mostrando a lo largo de todo el filme, dando información poco a poco, sin agobiar y sin presionar una narrativa sosegada, sin descansar la estructura de la película en la necesidad de sorpresa sino en el fluir sereno de la vida cotidiana. Lo que pasa en la pantalla pasa porque tiene que pasar, como resultado de un proceso de desarrollo en los personajes, humanos y creíbles todos ellos, desde los protagonistas a los secundarios como el profesor de gimnasia, la madre de Alice o el niño árabe, que se convierten en figuras de carne y hueso en la mente del espectador a pesar de tener poco tiempo en pantalla. Con todos ellos se crea un univeso singular en el que cada pieza tiene algo importante que decir para sanar las heridas que tienen los corazones de los protagonistas. Heridas dolorosas, heridas realistas, heridas que emocionan.

No es Profesor Lazhar una película que quiera parecerse, precisamente, a El club de los poetas muertos. Ni siquiera a Hoy empieza todo. El foco no está en la enseñanza. De hecho, la situación personal del protagonista me ha recordado más a Mumford, esa pequeña gran película de Lawrence Kasdan que casi nadie recuerda (y cuyo argumento, porque en su comparación desvela algo de la historia de este filme canadiense, no recomiendo consultar antes de ver Profesor Lazhar) que a cualquier otra película con profesor carismático de por medio. En realidad, Profesor Lazhar me suena diferente y auténtica, conmovedora y divertida. Y es, al mismo tiempo, una película que no se sustenta sólo en sentimientos, por poderosos que estos sean a lo largo de la poco más de media hora que dura el filme. Se sustenta también en las bases del cine, en una sabia colocación de la cámara, en una bonita planificación y en un buen trabajo de diseño producción, que hace que los escenarios transmitan tanto como los sucesos. Una buena película, de esas que permanecen en la cabeza y obligan a pensar los temas de los que trata.

5 comentarios:

Sonix dijo...

Pues me parece que la veré hoy si puedo. La tenía hace un tiempo pero últimamente veo muy pocas pelis. Creo que esta será una buena "reintroducción". También me apunto Mumford, que no la he visto.
Un beso, buen fin de semana!

C.C.Buxter dijo...

La he visto hoy y me ha gustad mucho. No sabía muy bien de qué iba, solo había leído que se parecía más a El club de los poetas muertos que a La clase, pero no me parece una comparación acertada.

Me ha gustado, como dices, la forma en la que el guión deja entrever cosas pero sin adelantarlas, permitiendo que sea el espectador quien vaya reconstruyendo poco a poco lo que pasó o pudo pasar.

También es de destacar que, a diferencia de lo que suele ocurrir cuando hay niños de por medio, el doblaje de los mismos no es del todo malo.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Sonix, creo que te he visto que has publicado algo sobre ella ya, ¿no...? A ver si me paso, que llevo unos días que me cuesta encontrar tiempo para leer blogs...

C.C.Buxter, yo la vi en versión original (ventaja de la gran mayoría de los pases de prensa, aunque alguno nos ponen doblado también, sobre todo en lo más comercial). A mí, cada vez más, me gusta ir a una película sin tener ni idea de nada. Entre las sinopsis y los trailers se están cargando muchas sorpresas y líneas argumentales...

Lola dijo...

Es una peli francamente llena de emociones. Me ha encantado. Lola

Lola dijo...

Es una peli francamente llena de emociones. Me ha encantado. Lola