viernes, febrero 03, 2012

'Albert Nobbs', cuando la premisa se tambalea

Muchas películas se basan en premisas llamativas. En Albert Nobbs esa premisa es ver a Glenn Close haciéndose pasar por un hombre, que no interpretar un papel masculino. Es la historia de una mujer que se tiene que convertir a ojos de la sociedad en un hombre para poder sobrevivir. Con esa base, Rodrigo García monta una historia más que interesante, en un mundo en el que hay mujeres que deben esconderse y fingir lo que no son para poder subsistir. ¿Pero qué sucede cuando la premisa se tambalea? ¿Cuando parece que no es más que la excusa para montar una película a su alrededor? Sucede que la película pierde credibilidad. Glenn Close es una fantástica actriz y hace un impresionante esfuerzo en todos los sentidos, en especial con el lenguaje corporal, pero a mí se me hace imposible dejar ver a la mujer debajo del maquillaje y la actuación. La premisa se tambalea y, con ella, el conjunto de la película, por lo demás un folletín interesante y bien llevado.

Albert Nobbs trabaja como camarero en un hotel del Dublín del siglo XIX. Es un hombre menudo, metódico, trabajador, sobrio y educado. Esa es la fachada que ha escogido una mujer abandonada desde niña para poder ganarse la vida en un mundo de hombres. Bajo las ropas del camarero se esconde, sin que nadie lo sepa, un cuerpo femenino. No hay de partida, aunque luego aparecen, implicaciones de orientación sexual en esta película, sino que se trata de una historia de supervivencia. Buscando la verosimilitud del planteamiento, Glenn Close se somete a una intensa sesión de maquillaje, cambia por completo su tono de voz y modifica de forma radical su lenguaje corporal. En ese último aspecto es donde triunfa con absoluta certeza, no hay más que ver la escena de la playa para comprobar el espectacular trabajo de la actriz para transmitir con sus movimientos que se ha olvidado por completo de ser una mujer. Albert Nobbs es Glenn Close en el sentido más amplio. Y es que es también la guionista y la productora del filme.

Decía que me es imposible dejar de ver a la mujer a pesar del meritorio trabajo de la protagonista, y eso se debe a que el entorno no ayuda. Rodrigo García, director de la película, adopta sin problemas el tono sobrio que impone el personaje principal, pero la presencia masculina en el reparto hace destacar aún más la feminidad, como poco la rareza, del propio Albert Nobbs. El orondo doctor que interpreta Brendan Gleeson, el camarero borrachín al que da vida Mark Williams, el rudo y mujeriego Aaron Johnson o, en su breve aparición, el noble juerguista de Jonathan Rhys Meyers, son tan arquetípicos que actúan como faros en la oscuridad, señalando que hay algo diferente en Nobbs. Pero es que la misma sensación deja el resto del reparto femenino, empezando por una Mia Wasikowska que, esta vez sí y a diferencia de su frialdad habitual (Jane Eyre o Alicia en el País de las Maravillas), construye un buen personaje, sólo lastrado por el tópico que encarna. Hombres y mujeres colocan a Albert Nobbs lejos de sus círculos, y se dificulta así la tarea de aceptar el realismo de este supuesto hombre. Del personaje de Janet McTeer mejor no revelar nada.

Para quien la premisa inicial funcione, la película ganará en interés. No es, en absoluto, una mala historia de época, que trata cuestiones de bastante interés, a nivel personal (los dilemas de una mujer escondida en un mundo de hombres, sus dudas sobre qué caminos tomar y cómo tomarlos) y a nivel social (la situación de la mujer en el siglo XIX). Rodrigo García sabe combinar con bastante acierto la comedia y el drama. Pero el hecho de que sea el primer guión de Glenn Close hace que todo esté demasiado basado en situaciones conocidas y en personajes típicos. No consigue Albert Nobbs una entidad por sí sola como película más allá de la premisa inicial, más comercial que cinematográfica, de convertir a Glenn Close en un hombre. Y eso coloca la credibilidad del filme en el filo de la navaja. Quien admita que esa mujer ha podido hacerse pasar por un hombre durante décadas sin ser descubierta y en un entorno socialmente concurrido, superará escenas sin problemas y disfrutará de bastantes. Quien no, probablemente pensará que es una película demasiado larga y que podría haber sido mejor.

3 comentarios:

Jo Grass dijo...

Qué pena! De todas formas no la tenía entre mis prioridades si consigo ir al cine este finde. Me daba la sensación de que se había hecho un guión a su medida, de esos que tanto gustan premiar en los Oscar, escogiendo un buen director que supiera sacarle partido. Me da que yo también la vería tal cual expones, pero me reservo la duda hasta que lo compruebe por mí misma.
besos y buen finde

Juan Rodríguez Millán dijo...

Jo, pues ya me dirás... A mí desde luego es que se me caía la premisa y así me era difícil entrar en la película...

Sonix dijo...

Yo conseguí disfrutarla a medias, y también me chirriaba eso de que durante décadas alguien como Albert hubiera podido pasar por hombre. Y más teniendo en cuenta el carácter y la inocencia que tiene el personaje. Aún así, la historia consiguió atraparme a medias, y me encantó la interpretación de Glenn Close, y la de Janet McTeer (creo que se escribe así). No me disgustó en conjunto.