El nombre de Emma Stone sonaba de vez en cuando. Y yo me preguntaba quién era, porque no recordaba haberla visto en una película. Mala cosa, si de lo que hablamos es de una actriz. Los fantasmas de mis ex novias, Supersalidos, Bienvenidos a Zombieland, Un rockero de pelotas o Una conejita en el campus no son títulos que me animen a conocerla. Cuando se anuncia que va a interpretar a Gwen Stacy en la próxima The amazing Spider-Man me digo que tengo que ver a esta actriz en acción. Y llega Rumores y mentiras. ¿Otra película dirigida por un director casi debutante sobre amoríos adolescentes contados desde un punto de vista de comedia, sin duda abusando de chistes facilones y sexuales? Tampoco me atraía. Pasó el tiempo, pasó hasta una nominación al Globo de Oro para Stone por esta película. Pero yo seguía sin verla. Hasta que dije basta. Y la vi. ¿Y sabéis qué? Hacía mucho tiempo que no disfrutaba con una comedia ligera tanto como lo he hecho con Rumores y mentiras. Pero sobre todo he disfrutado con el espléndido, natural, y atractivo trabajo de Emma Stone, un maravilloso (¿y tardío?) descubrimiento a la que ya le tengo el ojo echado. Cinéfilamente, por supuesto.
Olive es una joven estudiante que pasa desapercibida en su instituto, hasta el día en el que se empieza a propagar el rumor de que ha mantenido relaciones sexuales con un chico. A partir de ahí, su entorno estudiantil empieza a percibirla de forma diferente, sea para bien o para mal. Y el rumor crece de forma exponencial hasta que no hay forma de pararlo, con los consiguientes enredos cómicos que cabe suponer. Una película como Rumores y mentiras sólo puede funcionar, a cualquier nivel, si la elección de su protagonista es acertada. Emma Stone es mucho, muchísimo más que un acierto. Ella sola se come la película, se apodera de ella, la domina a su antojo, mueve al espectador hacia donde quiere en todo momento con su voz, con su sonrisa, con su mirada, con sus lágrimas, en definitiva con su interpretación, brillante de principio a fin, conmoverdora y realista, divertida y dramática, siempre adeacuada al tono de cada escena. Parece mentira que una película con este tono dé a una actriz la oportunidad de lucirse a tantos niveles, pero lo hace. Ya lo creo que lo hace. Rumores y mentiras es Olive. Es Emma Stone.
Habrá quien piense que éste es un papel fácil. Y puede que en algunos momentos el guión así lo haga parecer. Eso es indiscutible, porque no hay película de este tan manido género de la comedia de instituto que que no incurra en ciertos vicios, en esquemas repetitivos o en situaciones inverosímiles. Algo de esto también hay en Rumores y mentiras, pero Emma Stone sobresale por encima de todo lo negativo que se pueda decir de la película. Absolutamente de todo. Y obliga a pensar en ella como en una actriz de verdad, con tablas, con carisma (¿con futuro...? Ojalá, ojalá que sí...), y no como la típica niña mona hollywoodiense escogida por un book y no por su talento interpretativo, capaz de protagonizar una película como ésta con el piloto automático y sin dejar ningún tipo de recuerdo especial en el espectador. Y eso tiene mérito en Stone, en especial en las escenas que comparte con sus padres en la ficción, Stanley Tucci y Patricia Clarkson, ambos divertidísimos y muy metidos en el tono desenfadado del filme (muy por encima de una Lisa Kudrow empeñada en repetir hasta la saciedad el papel de Friends que le dio la fama o un aburrido pero más correcto Thomas Haden Church).
El influjo de Emma Stone es tan inmenso gracias a la ayuda de su doble papel en la película como protagonista y narradora, contando la película a cámara (pero de forma integrada en la narración con absoluta naturalidad) y tomando parte en la inmensa mayoría de las escenas. Eso es lo que haría imposible que Rumores y mentiras funcionara si Emma Stone no fuera la actriz adecuada. Porque si profundizamos en el guión encontramos algunas ideas poco aprovechadas (el hermano adoptivo o, sobre todo en el tramo final, la amistad de Olive con Rhiannon, una demasiado desaprovechada Aly Michalca), algunas situaciones inverosímiles (especialmente el final de la película, un típico, tópico e increíble giro), y algunos enfoques más que tradicionalistas (el retrato de las juventudes católicas encabezadas por Marianne, una divertida Amanda Bynes). Los típicos agujeros que puede tener una comedia adolescente escrita por un guionista debutante y dirigida por alguien como Will Glock, un director que con cuatro películas ya está encasillado en el género (lo próximo es Amigos con derecho a roce, protagonizada por Justin Timberlake y Mila Kunis, y en la que también aparecerá Emma Stone).
Pero, contra todo pronóstico, Rumores y mentiras no cae en la habitual zafiedad en los chistes sobre sexo o en la inane repetición de gracietas facilonas. Sorprendentemente (y quizá por esa descabellada fusión entre la historia y una novela clásica, lo que le sirve al guionista para aderezar su libreto con chistes divertidísimo sobre el cine actual), encuentra situaciones divertidas, cómicas, bien llevadas, con gusto y con gracia. Y aunque es inevitable atribuirle gran parte del mérito al gran trabajo de Emma Stone, lo cierto es que la película deja un buen sabor de boca por lo que es y no sólo por el rostro que se hace cargo de llevarla a buen puerto. Es una propuesta fresca y divertida, a la que por supuesto le falta originalidad (aunque intenta por todos los medios aportar cosas nuevas desde el punto de vista narrativo) pero que convence, por encima de todo, por el maravilloso trabajo de Emma Stone, una joven, atractiva y talentosa actriz que ojalá confirme todas sus virtudes en el futuro.
1 comentario:
Me parece que Emma es una genial actriz y que cada día va mejorando su modo de actuar por ejemplo en la película con Steve Carrell es genial la verdad como si fuese la película la victoria del agua realmente una gran actuación.
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