
Thor es un adolescente arrogante y creído. En la edad del protagonista ya tenemos el primer punto de conflicto con lo que nos gustaría ver. Y es que hay una cierta manía en la ficción popular en convertir a los personajes más populares en adolescentes e incluso niños. No es mal experimento, y puede encajar en un capítulo de una serie de televisión con la misma facilidad que en una serie de cómics, pero chirría si estamos ante un único disparo para hacer llegar una historia al público, como es una película dirigida al mercado de DVD y Blu-Ray. Imagino que la razón de hacer perder años a Thor es para guardar distancias con respecto al filme de Branagh y que el público no piense que es un simple intento de ganar dinero a costa del esfuerzo de aquella película. Pero, al final, es exactamente lo que parece. De hecho, es difícil no ver en Tales of Asgard una especie de precuela de lo que vimos en el cine hace pocas semanas. Aparecen casi los mismos personajes y se hace lo posible para que sus personalidades encajen, aunque aquí parecen más planas que en el largometraje de acción real. Mala señal, porque suele ser al revés.
La simplificación de los personajes es total. Pero hay dos cosas que destacan en esa maraña de convencionalismos, héroes y secundarios cómicos. Por un lado, la primera escena de la dama Sif, que mejora con mucho la presentación del personaje que se vio en la película de Branagh y hace preguntarse por qué parece tan imposible que un personaje femenino encabece una buena película de este género. Por desgracia, su parte buena se queda ahí, en la primera escena. Su participación en el resto del largometraje de animación es pobre y tópica, hasta el punto de aparecer y desaparecer del plano a conveniencia. El otro punto destacable es el final en la película de Loki. Ahí se astisba ya al maquiavélico dios de la mentira que conocemos del cómic. El resto es lo previsto, héroes muy heróicos, secundarios cómicos muy cómicos, diseños muy espectaculares, cameos inevitables y un intento de acción a gran escala que queda frenada, insisto, por la pobreza de la animación, que cercena toda posibilidad de que esta entretenidilla película avance hacia el gran espectáculo que, sin duda, se intuye en las páginas del guión.
Quizá es demasiado castigo a los aficionados del personaje que Thor nunca llegue a empuñar su conocido martillo o portar su casco alado. Sin sus señas de identidad, el personaje de Thor queda en una situación de debilidad que puede hacer que los espectadores marquen distancia. La historia, desde luego, no merece tanto castigo porque cumple con su función de entretener, aunque deje puntos sin explorar que tampoco habían aparecido en la película de acción real como la presencia de la Encantadora (una retorcida mujer que da enseñanzas de magia a Loki). Hasta el clímax final, donde sí es fácil meterse de lleno en la película y disfrutarla, la floja animación distrae bastante (y es una pena que el flashback con la pelea entre Odín y Surtur no sea todo lo espectacular que merecería), pero Thor y su mundo de dioses merecen mucho más que este pequeño, irregular y limitado intento animado. Los completistas la disfrutarán. Los seguidores no demasiado exigentes de Thor, también. Pero para quienes no conozcan esta mitología es mucho mejor puerta de entrada la película de Kenneth Branagh. Indudablemente.