Decir que Philip K. Dick es un escritor de ciencia ficción con una bibliografía muy apta para dar el salto al cine es algo que ya no puede sorprender a nadie. Destino oculto (lamentable título español, por cierto, de The adjustment bureau traducible como El departamento de ajustes) es la última película basada en uno de sus relatos. Y, como tantas otras, desde Blade Runner a Minority report, pasando por Desafío total (que está a punto de conocer un remake), es un producto que ofrece un entretenimiento seguro, siguiendo unos patrones tan solventes como reconocibles. Pero Destino oculto no es sólo eso. Hay más detrás de su aventura a medio camino entre la fantasía y la ciencia ficción. Y lo que hay es lo que tiene que ofrecer siempre una buena historia de género: motivos para la reflexión y para el debate posterior. No hay respuestas, pero sí preguntas. Y eso, si estamos hablando de una película de Hollywood que muchos verán sólo como un vehículo para comer palomitas, siempre deja un regusto muy dulce.
Destino oculto, aunque parezca mentira por lo que en realidad parece ser, es una fábula. Con una hermosa (y, quizá por eso, casi imposible) historia de amor en el primer plano y con un envoltorio de thriller, pero una fábula al fin y al cabo. Nuestros protagonistas son un político (Matt Damon) que aspira a ser senador por Nueva York (viendo cómo está la política, su personalidad quizá sea lo más inverosímil del filme) y una bailarina clásica (Emily Blunt) que se conocen de la forma más insospechada y que se enamoran a primera vista. A su alrededor, sin que ellos lo vean al principio, se mueven fuerzas que conspiran para que sucedan cosas. O para que no sucedan. Nuevamente, contar más supone alterar el orden en que los responsables de la película quieren que nos llegue la información, pero sí se puede decir que la historia se mueve en torno al libre albedrío, al destino y a lo que estaríamos dispuestos a hacer si supiéramos las consecuencias que pueden tener nuestras acciones. Fascinante debate para después de haber visto la película, por supuesto.
George Nolfi debuta en la dirección con Destino oculto. También se ha hecho cargo del guión, campo en el que tiene algo más de experiencia, aunque no mucha, y siempre en thrillers (El ultimatum de Bourne, Ocean's twelve). Y quizá sea en su labor detrás de la cámara donde se note algo la inexperiencia, donde este relato con muchas posibilidades no alcanza la maestría de Steven Spielberg, Ridley Scott o incluso Paul Verhoeven (quizá sólo reconocida con justicia en el Blade Runner de Scott) en la adaptación de escritos de Philip K. Dick. Pero, aún así, es más que solvente en las dos labores. En la dirección cuenta con un respaldo magnífico, que es el buen trabajo de su reparto, que es capaz de esconder algunas de las carencias del filme. Ni Matt Damon ni Emily Blunt se enfrentan al papel de sus vidas, pero ofrecen una química espléndida y, sobre todo, una verosimilitud, una sencillez y una humanidad que hace despuntar la película. Ellos, junto con la poderosa aparición de Terence Stamp, sostienen con fuerza Destino oculto.
Por supuesto, como en toda buena película de género, hay cuestiones que ponen en duda el universo de naipes levantado para construir la historia. Cuestiones que exigen un salto de fe por parte del espectador y que, si se da (y no es difícil darlo porque la narración engancha desde el principio), permite un disfrute muy amplio de la película. Como ejercicio cinematográfico, Destino oculto destaca por el espléndido uso de las elipsis temporales, conveniente aunque innecesariamente anunciadas en pantalla, pues Nolfi demuestra habilidad para no perder al espectador en la narración incluso sin alertarle del tiempo en que se mueve. Un gran sentido del ritmo en las escenas de persecución (no sería un relato de Philip K. Dick si no hubiera al menos una buena persecución) y en el montaje de la película (las sorpresas y las explicaciones se dosifican muy bien a lo largo del metraje, incluso tardando en aparecer), además de unos adecuados trucajes visuales completan el notable cuadro de Destino oculto.
Es evidente que los aficionados al género y los seguidores de Philip K. Dick esperan mucho cada vez que se anuncia una película basada en uno de sus relatos. Y, obviamente, Destino oculto no llega a las cotas de otros títulos anteriores como la infravalorada Minority report o la inolvidable Blade Runner. Si estamos buscando la obra maestra definitiva, no la encontraremos aquí. Pero si lo que queremos es una honesta y bien rodada aventura de fantasía y ciencia ficción, con actores carismáticos capaces de generar mucha empatía en el espectador (tanto en los momentos buenos -la hermosa y realista escena del autobús- como en los malos -la triste salida del hospital o la representación de danza previa a ese momento-) y un interés creciente en ver cómo se resuelve un misterio, aquí sí tenemos un producto casi perfecto. Da gusto encontrarse con propuestas como ésta en el mundo de la fantasía. No es el colmo de la originalidad, eso no, pero está tan bien hecha y llega tan fácilmente al espectador, que es difícil encontrarle pega alguna.
1 comentario:
Me he quedado con ganas de verla!! No me la pierdo! ;)
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